Do I wanna Do

33 3 0
                                    

Luego del encuentro con Nicolás en la cafetería, Grace decidió que sería mejor no volver a verlo—como se lo había dicho a el— nada de textos, ni de llamadas y mucho menos encuentros fortuitos, ¡Sería mejor olvidarlo!; ¡tenía terminar de olvidarlo! y lo mejor sería no saber de él nunca más en su vida, solo quería ser feliz de nuevo y para eso tenía a Antonio, ahora  era feliz con él y esperaba serlo por mucho tiempo, él era el tipo de chico que solía ser Nicolás: tierno, dulce y detallista, entre otras cosas. Antonio era como el Nicolás que había muerto. Y lo mejor: no le tenía miedo al compromiso.

Pero el recuerdo de Nicolás seguía casi intacto en su corazón. Recordaba perfectamente como lo había sorprendido revolcándose con esa mujer en su habitación, el dolor de verlo,  el sonido de su corazón partiéndose, el chillido de desesperación. Ella pensaba que él le amaba tanto como ella lo amaba a él, ese recuerdo llego en forma de flashbacks a su mente, tanto fue el dolor que sintió al recordarlo que su ojos se cristalizaron.

Recodaba perfectamente el momento en que Nicolás la sacó de su departamento, dejando un portazo tras de sí. Luego lo recordaba pidiéndole disculpas y llorando,  ¡rogándole que lo perdonada!

Grace solo le decía que lo suyo se acabó, que no intentara conseguir que se quedara con él, que no le hablara en su vida; porque aunque el fuera completamente, tal cual, había imaginado a su príncipe azul no le perdonaría esa infidelidad, jamás.

Grace sintió sus lágrimas saladas caer por sus mejillas, se las limpió y se impidió a ella misma llorar por Nicolás, ya lo había hecho durante mucho tiempo y ahora tenía que ser fuerte y dejar ¡por una maldita vez! de llorar.

 Luego de caminar unas calles más Grace por fin llegó a su edificio, caminó hasta el ascensor y marcó el piso siete, las puertas se cerraron y se derrumbó, no podía creer que de nuevo por segunda vez en el día lloraba por él, a pesar que había prometido no hacerlo. ¡Maldito Steel!

El ascensor abrió sus puertas con el sonido de una campanilla, permitiéndole así a Grace salir de él y caminar por el largo pasillo.

Abrió la puerta del apartamento, la cerró y se deslizó por ella hasta estar sentada en el piso y continuó llorando silenciosamente.

El verlo de nuevo no fue algo que le gustase, ya que sabía que terminaría en las condiciones en las que estaba justo ahora.

— ¿Por qué tenías que hacerme esto Nicolás?—se preguntó— ¡Maldito idiota!— grito con furia.

Todos los "te amo" fueron falsos, él no podía amarla, él no la ama, porque de no ser así, no le hubiese hecho lo que le hizo. ¡Él era un bastardo!  Pero aun así ella todavía le quería, aunque no lo admitiera, le quería, porque era el total y absolutamente parte de ella. Él todavía le pertenecía a ella, ¡Le pertenecía en lo más profundo de su quebrado corazón!

Pero debía dejarlo ir…No podía estar con él. No mientras existiera el sol, la luna o las estrellas. No mientras existiera la infidelidad, las excusas y los celos.

No con Alan odiándolo, no con Antonio queriéndola, no con Nicolás Steel siendo parte de ella.

*-*-*-*

1 SEMANA DESPUÉS:

Nicolás daba vueltas encima de la arrugada sábana. Se pasaba la mano con desesperación por su castaña cabellera, suspiraba, bufaba, recordaba a Grace y volvía a suspirar.

IrresistibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora