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—¡Nos vamos ya, Joana! Despierta, vamos... —Cat le daba golpes a mi culo ya que no tengo cama y en el fondo lo agradezco, porque apuesto que ahora mismo si no ella estaría saltando sobre mí.

—Ya estoy despierta —dije escondiendo mi cabeza en la almohada.

—Sé que lo estás, pero tienes que levantarte o te mojaré con este vaso de agua —dijo apuntando el recipiente que tenía en la mano. Levanté la cabeza un poco y entrecerré los ojos.

—No te atreverías...

—¿Quieres apostar?

—Obviamente es una de tus bro... ¡CAT BIANCHI! Tienes cinco segundos para correr y esconderte si no quieres que me monstruo de las cosquillas te ataque sin piedad —dije mientras quitaba el resto de agua de mi cara —cinco... cuatro...

—¡Mamá! —salió corriendo de mi habitación y yo fui tras ella, alcanzándola en el pasillo y, obviamente, el monstruo de las cosquillas la atacó sin piedad. Era lo justo.

—Joana, por favor, para. Me. Haré. Pis. Encima —no parábamos de reír.

—Joana, deja a tu hermana —nuestro padre pasó a un lado de nosotras con las últimas cajas que llevaríamos en el coche.

—¡Sí, Joani, déjame! —la solté.

—¿Dónde está mamá? —le pregunté a nuestro padre mientras cogía una de las cajas que estaba transportando.

—Está informándose acerca de la gastronomía madrileña y el idioma... —dijo riéndose.

—Veré en que puedo ayudarla entonces.

—Nos vamos en treinta minutos, dile que se ponga "ready" —no soy de esta familia. Soy adoptada, lo sé.

...

—Señorita Marta, su encantador esposo dice que deje de leer ese libro sobre Madrid y nos ayude a ver si falta algo —entré a su habitación y la abracé.

—Estoy tan cansada que cuando lleguemos alli dejaré que lo arregles todo tú, hija —dijo mientras me acariciaba la espalda.

—¡Vaya! ¿Por qué me das este honor tan grande? —puse una mano en mi pecho, fingiendo emoción.

—A que te quiero mucho y cuando ya no vivas con nosotras tú serás quien limpie y no me necesitarás para decirte que hacer —que astuta la mujer.

...

Tardamos en llegar a Madrid 9 horas y media. 9 HORAS Y MEDIA. No siento mis piernas, menos mal que el lugar a donde vamos a vivir no está tan mal. Cat vio niños y se emocionó porque iba a tener amigos y bla bla bla, en cambio, cuando hemos estado bajando las cajas yo no he visto a nadie de mi edad. Si fuera el caso tampoco les hablaría, pero sería agradable conocer a alguien aquí.

—Joana, es raro escuchar a todos hablar de manera rara... —dijo Cat mientras me agarraba del hombro para hablar en mi oído.

—Pero si tú sabes castellano, Cat —solté una risa que provocó su enfado.

—Esto es serio, nunca hablamos español en casa.

—¿Podéis pasarme la pelota? —dijo una niña de aproximadamente trece años. Obviamente lo preguntó en castellano y con acento español.

—Dásela, Cat —ella abrió los ojos sorprendida y negó con la cabeza. Bufé.

Cogí la pelota y se la di a la niña, nuestra nueva vecina, supongo.

—Que valiente eres, Joni —habló ella sorprendida. Reí y asentí.

...

Estaba bajando la última caja del camión y llegó un coche a la casa de al lado. Bajaron tres chicas, las cuales eran guapísimas. Sentí miedo. Todas las personas en Madrid eran guapas y yo... Bueno, soy yo.

Creo que las miré demasiado tiempo porque una de ellas me observó, pero rápidamente giré mi mirada hacia otro lado, sintiendo como mis mejillas ardían. Bajé del camión y casi corrí dentro de la casa hasta que...

—¡Hey, hola! —me giré hacia atrás y a los lados. Quizás había alguien más a quien le hablaba —Sí, te hablo a ti, ¿eres nueva aquí no? ¡Ja! Bueno, obviamente que lo eres.

—¿O-obviamente? —tranquila Joana, es solo una chica que podría llegar a ser tu amiga. Vale, ha sonado algo ridículo. ¿Parezco tan de Argentina?

—¡Oh! Lo siento, no me malinterpretes, me refiero a las cajas y al camión —dijo riéndose. Esta chica ya me cae bien. ¡Tiene buen rollo!

—Me llamo Eva y yo no vivo aquí, pero mi amiga sí —apuntó a una chica igual o más guapa que ella. Su pelo era rubio y, dios, que cuerpo. No soy lesbiana, pero sé reconocer que las mujeres son hermosas. Claro —Ella es tu vecina, se llama Cristina, pero bueno, ella se presentará después, supongo.

—Claro —sonreí. No podía ocultar más esto, tenía que decírselo —Espero que no te ofenda lo que te voy a decir, pero... ¡Tenés todo el rollo de Madrid! Me molan mucho tu estilo.

Soltó un grito y me abrazó fuertemente. Sentí sus pechos en mi cara. Madre mía, que locura de chica.

—¡Desde ya de adoro! ¡Nora! ¡Nora, ven aquí! —gritó a su otra amiga sin dejar de abrazarme – estrujarme. Siento que me ahogo —Tenemos que adoptarla, es tan inteligente y sabe decir lo que se tiene que decir.

—Déjala ya, Ev —dijo riéndose la que parecía ser Nora —¿Qué ha dicho para que quieras adoptarla?

—Ha dicho que parezco mazo de Madrid y que le molan mi rollo, reconoce la belleza cuando la ve —Eva me soltó cinco segundos y después puso su brazo alrededor de mi cuello.

—Joder chica, ya te has ganado una garrapata... lo siento tanto... —dijo Nora negando y cruzando sus brazos. Eva al escuchar eso golpeó el brazo de Nora y me reí al ver su cara indignada —Me llamo Nora ¿Y tú?

—Encantada de conocerte, yo me llamo Joana —le sonreí y después miré a Cristina, quien había estado seria desde que Eva las llamó. La rubia le dijo algo en el oído a Nora y se giró a mirarla algo molesta. Cristina ni siquiera me miró, simplemente se dio la vuelta y se fue.

TE ODIO vecina [Croana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora