Cuando detuve el Porsche frente a la librería, Tessa ya me esperaba en la acera. Tenía aspecto de tener frío, con los hombros caídos y los brazos cruzados sobre el pecho. La temperatura había descendido bastante, y la blusa de gasa que llevaba no era suficiente para protegerla del fresco nocturno.
—¿Tienes frío? —me interesé al bajar del vehículo. Hizo el gesto de quitarme la chaqueta, pero de inmediato me di cuenta de que no la llevaba, la había dejado en la librería.
Ella asintió. Sus labios habían adquirido un tono violeta.
—Vamos, te llevaré a casa. En el coche llevo una sudadera que puedes ponerte.
Kate:No creo que esto sea buena idea. Tu novia no deja de mirarnos y parece molesta —susurré algo cortada.
—¿Mi novia? —pregunté, desconcertado, y giré la cabeza buscando aquello que Tessa miraba con disimulo. Encontré a Karla, los ojos de la chica estaban clavados en nosotros con una expresión indescifrable; al darse cuenta de que yo también la miraba, bajó los ojos con rapidez y continuó recogiendo las mesas.
—. ¡No, Karla no es mi…! Es una amiga. Solo se preocupa por mí —me estaba justificando sin saber muy bien por qué, y guardé silencio antes de parecer un idiota.—Lo siento, el otro día os vi y me pareció que vosotros… Que entre ella y tú, había algo más… —dijo bastante nerviosa.
—No sabía que dábamos esa impresión —reconocí algo tenso, y me sorprendí de que me preocupara lo que Tessa pudiera pensar respecto a eso.
—Bueno, es que ella parecía estar… —Soltó una risita nerviosa y se recogió el pelo tras la oreja—.
— No me hagas caso, son imaginaciones mías-dijo ella—Lo son, solo somos amigos —confirmé sin dudar.
Fruncí el ceño y miré a Karla con un nuevo sentimiento de inquietud. No, era imposible, ella no tenía ese tipo de sentimientos hacia mi. Karla era muy efusiva, cariñosa, y no tenía ningún reparo en demostrarlo. Y lo era con todos, sin excepción. Para ella la familia era importante y yo pertenezco a la familia. ¡Por Dios, se había arriesgado a conseguirme la sangre, incluso antes de conocerme! Ella era así. Aparté esos pensamientos
—Tiene frío —me recordé a mi mismo al percatarme de que Tessa se estremecía con un ligero siseo.Cogí una chaqueta de algodón del asiento trasero y se la ofrecí alargando el brazo.
—Gracias —dijo.
Tessa
Adam puso el coche en marcha y el motor ronroneó con suavidad. La luz del salpicadero iluminaba su pálida piel con un tono azulado, tan brillante como sus ojos que, en ese momento, parecían de neón. Y me descubrí a mi misma sin poder apartar la vista de ellos. Me dio cuenta de que él también me observaba. Enrojecí, y el calor subió hasta mis orejas. Intenté hacer como si nada y fijé toda mi atención en la calle vacía que había tras el parabrisas, rezando para que la penumbra del interior disimulara mi rubor.Dejamos atrás los ruidos de la ciudad y nos sumergimos en un silencio hipnótico. El coche circulaba a gran velocidad por la carretera, iluminada tan solo por la luz de los faros. Allí el bosque era muy espeso, y no dejaba paso a la apagada claridad de la luna, por lo que la oscuridad era absoluta.
Yo observé a Adam con el rabillo del ojo, sus manos sobre el volante se movían con suavidad, sus ojos estudiaban la carretera pendientes de cada curva, de cada rasante; y a pesar de la velocidad con la que discurría, el coche avanzaba de forma suave.
—El próximo desvío a la izquierda —indiqué, rompiendo el incómodo silencio que teníamos desde que comenzó el viaje.
William:yo asentí con la cabeza. Ahora estaba a solas con ella, no había música, ni personas que distrajeran su atención. Ahora era plenamente consciente de su presencia, del olor de su pelo, del calor de su piel, del latido acelerado de su corazón. Seguía nerviosa, aún no confiaba en mi. «Hace bien en no fiarse de mí», pensé
Desde que me convertí en vampiro, solo había convivido con un humano, con Caterina. Durante meses me estuve preparando para mantener la sed bajo control, para no poner en peligro a la mujer que amaba y a la que era incapaz de abandonar. Me alimentaba más de lo necesario para evitar tentaciones y, aun así, me resultaba difícil y doloroso vivir de aquella manera. Me recordaba continuamente que yo no era malo, apelando a mi conciencia y al temor a convertirme en un monstruo, para no rendirme al instinto salvaje que me devoraba el alma; si es que aún tenía una. Tantos esfuerzos no fueron suficientes,aunque no fue por la sed, al menos eso era un pequeño consuelo para mi. Pero al margen de la naturaleza de mis motivos, la realidad era bien clara, convertí a Amelia condenándola al infierno. Desde entonces había prometido mantenerme alejado de los humanos, cerrando mi corazón a cualquier posibilidad de sentir algo por uno de ellos.
Una sonrisa irónica se dibujó en mis labios. Tanto esfuerzo, para volver a caer en el mismo error. Allí estaba, a solas con aquella humana, en plena noche y al amparo de las sombras; consciente del peligro que esa circunstancia, sobre todo para ella
Me gustaba su compañía, contemplar su rostro y, por qué no reconocerlo, también deseaba su sangre, ardía en deseos de tomarla. Esos sentimientos me irritaban. ¿Qué tenía aquella chica para atraerme tanto? ¿Que era una criatura hermosa? Yo no era tan simple.Kate: miraba por la ventanilla, arrebujada bajo la chaqueta con mis sentidos puestos en él. Percibía su estado de ánimo, mucho más serio y distante que en la fiesta, y empezé a sentirme cada vez más insegura. Preguntándome cómo había podido ser tan ingenua como para albergar esperanzas respecto a él. Me encogí en el asiento con un estremecimiento, deseando llegar a casa cuanto antes.
—¿Aún tienes frío? —me preguntó.
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