04 | CUIDADO CON LO QUE DESEAS

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EDWARD

Había sido un viaje largo. No tenía muchas ganas de seguir en esta travesía, lo único que quería era volver al momento que acepté venir por las súplicas de Jasmine y Mack. Ellas eran pegajosas, mucho, y cuando se les metía algo en la cabeza nadie ni nada las sacaba de ahí.

En la camioneta de Mike había reinado la mayoría del tiempo el silencio, a pesar de que estaba rodeado de gente, en ese momento me sentía solo, distante, más que lo usual.

Llegamos al pueblo después de una hora de carretera, estaba vacío y monótono, no había mucho rastro de sociedad o de al menos algún ser humano; la única persona que había visto a través del cristal había sido a un señor bastante corto de estatura, al lado de un cartel que decía «bienvenido a Northwind», el cartel era de madera, pero estaba viejo, astillado y mal pintado, las letras se veían a duras penas, ya que la pintura se corrió con los años, y con las lluvias que se desataron.

Sabía que Ling debía tener miedo de todo eso, el lugar era sombrío y tétrico, todo en el.

Las personas que se vislumbraron después de pasar un pequeño puente eran más tétricas aún, parecían robots, haciendo lo que debían y volviendo a sus hogares. Las casas, sin mucho colores, y al igual que el hotel donde nos hospedaríamos.

Lo único que tenía colores llamativos, un aura de vida y destellos de brillo era el parque de diversiones/Feria que estaba en el centro de la ciudad, era el enfoque del pequeño y viejo pueblo, y por como cantaban los mares, posiblemente con esa feria hacían mucho dinero robando a los turistas idiotas.

Turistas idiotas como nosotros.

—Disculpe, ¿el hotel del lugar, está muy lejos de aquí? —preguntó Ryan, tenía la voz ronca por dormir en todo el trayecto y por el espejo retrovisor lo veía, había bajado el vidrio y preguntado a algún ciudadano su incógnita.

No quise divagar en el perfil del tipo al que le preguntaba, solo al escucharlo, me di cuenta que no tenía muchas ganas de seguir con esa conversación.

—El motel dirás, a unas cuantas cuadras colina abajo. —no esperó un agradecimiento y siguió su camino.

—Que viejo más mierda. —murmuró Ryan, con su típica alegre voz y más afeminada de lo común.

La cabeza de Harley estaba encima del hombro de Drake, Drake... Estaba más callado de lo normal y Mike estaba igual que yo, en silencio y esperando a que los días pasaran más rápido de lo común.

Donde se ocultan los sueños ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora