Capítulo 3

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El avión despego, estando en el aire pude apreciar con mayor detenimiento el cielo, se encontraba reluciendo, demostrando que era una de las grandes maravillas visibles del mundo. 

Con el tiempo, el cansancio empezó a apoderarse de mi, mis ojos se sentían pesados haciendo que parpadeara lentamente y como consecuencia quedara dormida. 

Al despertar, los destellos de un bello amanecer se reflejaban en mi rostro. Estiro mi cuerpo para desentumirme, suelto un ligero suspiro mientras tallo mis ojos con mis manos.

Mi mirada vuelve a posarse en el cielo, haciendo que mis pensamientos se adueñaran de mi mente, dando un repaso de las vivencias de mi vida y recuerdos de mis distintas etapas.  La voz de la azafata haciendo un anuncio, hace que preste atención a lo que esta comunicando. 

Pasajeros  favor de abrochar sus cinturones, estamos a punto de llegar a nuestro destino.

Obedeciendo, abrocho mi cinturón, son poco los minutos que esperamos. Un ligero golpe se sintió debajo del avión en el instante que aterrizo. 

De a poco, los pasajeros, incluyéndome, fuimos bajando del transporte aéreo. De mi boca dejo salir un suspiro de alivio una vez que sentí la tierra bajo mis pies, jamás imagine que estar en tierra firme siria uno de mis mayores deseos desde que me subí a esa cosa. 

Mi paso se dirigió hacia el interior del aeropuerto, esto con la intención de ir por mis maletas. Al encontrar el lugar en donde estaban entregándolas, tome las mías. Una vez que verifique que no  faltara nada, procedí a caminar hacia la salida y a su vez, tome mi celular con la intención de mandarle un mensaje a mi madre, escribiéndole e informándole que estoy bien y que llegue a salvo.  Intercalando mi mirada entre el celular y los pasillos, esto con la intención de no chocar con nadie y de poder llegar a la salida.

Inmediatamente después de escribirle a mi mamá, alzo la mirada completamente, las puertas corredizas del aeropuerto se abren, salgo de estas. El frío de adentro con el calor de a fuera hace que me den escalofríos por todo mi cuerpo. Mi vista se posa en todas las personas que entran y salen del lugar, al igual de los vehículos que vienen y van. Con apuro levanto mi mano para que la atención de al menos uno de los taxis que se encuentren ahí me hagan caso. 

Un taxi se posa frente a mi, y segundos después la mujer que conduce el automóvil sale y me ayuda a dejar mis cosas en la cajuela, después de agradecerle, ambas nos subimos, ella en el asiento del conductor y yo en los asientos traseros. 

– ¿Hacia donde señorita?  la dama mira por el retrovisor esperando mi respuesta, y sin esperar mucho le menciono la dirección del departamento, comenzando así el camino. 

En todo el camino tenía puestos mis audífonos mientras que veía con maravilla los edificios y las calles de Nueva York, por cada lugar que observaba lo comparaba con Londres. 

– Señorita, ya llegamos a su destino  no entiendo lo que dice la persona frente a mi, por lo que me saco los auriculares para oírle mejor. 

– ¿Disculpe? 

– Que ya llegamos señorita 

– Ah, muy bien – le sonrio un poco, salgo del vehículo y con ayuda de la taxista bajamos mis valijas. 

Una vez que ya tenía mi bolso en mano, tomo mi cartera y tomo lo necesario para pagar. – Tenga 

– Muchas gracias señorita  me agradece después de entrar a su vehículo

Always ➽ Matthew DaddarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora