Capítulo 3: Tienes que ser fuerte

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Había pasado una semana. Sí­ una semana, desde que Caleb había llegado y nos hemos hecho inseparables. Somos muy buenos amigos y tenemos gustos parecidos.

Ahora justamente me encontraba en mi última clase del dí­a: Literatura. Me encantaba esa asignatura, amaba leer y todo lo relacionado con ello.

-Chicos para la semana entrante quiero un informe del libro Crónica de una muerte anunciada-hizo una pausa, rebuscó en su bolso y prosiguió-. Este es el libro pueden adquirirlo en la librerí­a de la esquina o en alguna biblioteca. Recuerden que el informe debe tener 1.000 palabras-nos miró a todos-. Y puede tener críticas constructivas, su parte favorita, entre otras cosas-todos asentimos como respuesta.

Tocó el timbre y guarde mis cosas. Salí­ del salón, con mi mochila en un hombro y emprendí mi caminata tranquila hacia la salida. Allí me esperaba Caleb, ya que, habí­amos quedado en tomar un helado.

-¿Nos vamos?-me preguntó una vez que llegué a su lado.

-¡Si­! Vamos-Le respondí­ con alegrí­a.

Una vez que compramos los helados nos sentamos en una banca de un parque bellísimo que está cerca de la escuela. Lo que siempre me llamó la atención de este lugar es la gran cantidad de flores que hay en los alrededores. Justamente al lado de nuestro banco hay un pequeño arbusto con rosas rojas preciosas. Me hací­an acordar a la película de Alicia en el paí­s de la Maravillas.

Caleb dirigió también su mirada a las rosas y arrancó una con cuidado de no picharse con las espinas de la misma. Una vez que la tuve entre sus manos la miró unos segundos y luego me la tendió.

-Es muy bella-dije admirando la delicada flor.

-Las rosas tienen espinas para proteger lo hermoso de ellas-dijo mirando fijo mis ojos

La verdad era que no sabí­a si era una indirecta o simplemente le pareció bueno decir aquella frase.

-Cuéntame algo sobre ti-dije tratando de cambiar de tema, y parece que funcionó.

-Emm, bueno mis padres se divorciaron hace poco y vine aquí­ a California con mi madre-Hizo una pausa cerrando sus ojos como si le doliera hablar de ello-. Y aquí estoy rodeado de gente nueva y sin mis amigos de la vieja ciudad.

-Oh-Oh yo lo-lo siento debe ser duro-Dije tartamudeando porque la verdad no era muy buena consolando-.Puedes contar conmigo para lo que sea

-Muchas gracias Regina-Contestó con una sonrisa abrazándome.

Mientras le devolví­a el abrazo pensé en lo mucho que me estaba encariñando con Caleb y no sabí­a que consecuencias podrí­a traer esto. El realmente es una buena persona.

De pronto sentí un dolor punzante en la cabeza y llevé mis manos allí­ tratando de apaciguar el dolor sin éxito. Luego mi hombro derecho empezó a arder como si tuviera mil leguas de fuego en esa zona.

Caleb me miraba preocupado sin saber qué hacer y me repetía.

-Regina, Regina me escuchas?-podía sentir la preocupación en su voz.

Yo querí­a decirle que me sentí­a fatal, que me ayudara pero no podí­a articular ninguna palabra. Como si cuerdas vocales se hubieran puesto de acuerdo para no funcionar. Lo único que pude balbucear fue:

-Caleb, ayúdame- de a poco mis ojos empezaron a ver puntos negros y mis párpados pesaban al igual que el resto de mi cuerpo. Lo último que escuché fue: Tienes que ser fuerte Regina y todo se volvió negro para mí­.

Nota: En multimedia: Cloe Moretz que interpreta a Emily Anderson.

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