Capítulo IV

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Algunas semanas habían pasado desde que Shu y Subaru confesaron mutuamente como se sentían al estar juntos...

Acababan de llegar del colegio, ambos fueron a sus habitaciones, minutos después se encontraron en la habitación de la menor, Subaru estaba sentada en su cama mientras Shu estaba detrás de ella abrazándola, inhalaba su aroma y dejaba pequeños besos sobre sus hombros y cuello.

—Hay algo que quiero darte— susurró el mayor a la vez que con delicadeza giraba el rostro de su hermana para así poder besar sus labios.

—¿Qué es...?— las mejillas de la albina resaltaban más que otra cosa, aquellas caricias que su hermano le regalaba le hacían experimentar nuevas sensaciones.

Shu se separó un momento del beso dejando a la menor recuperar el aliento. Sonreía al verla en ese estado; sonrojada, vulnerable, tímida y lo más importante, sólo para él.

—Mm... Te lo daré en... Cinco días—

—¿Cinco días? ¿Por qué no puede ser ahora?—

—Porque entonces no sería tan especial...— susurra mordiendo suavemente su cuello logrando que la menor gimiera. Sonrió acariciando la suave piel de su estómago.

Le excitaba ser único en poder tocar la, deseaba poder hacerla suya, sin embargo, cada vez que intentaba avanzar más Subaru lo detenía, no estaba lista para dar el siguiente paso y claro que él lo entendía.

—Shu... Mmh... No, no hagas eso...— se mordía los labios intentando no llamar la atención del resto de sus hermanos con los gemidos que amenazaban por escapar.

—Lo sé... Es sólo que no puedo...— suspiró. —Por esta vez, déjame tocarte un poco más... Necesito tocarte...

Las mejillas de Subaru habían alcanzado una nueva tonalidad de rojo, las palabras del mayor eran bochornosas.

—Shu... E.. está bien...— susurró nerviosa, no sabía que tan lejos podría llegar su hermano o si podría detenerlo aunque una parte de ella le decía que si el mayor no se detenía ella, siguiera.

Con una sonrisa en los labios se acomodó frente a la menor, la recostó con cuidado en la cama, luego comenzó dejando besos por el blanco cuello, por otra parte sus manos acariciaban los costados, el estómago y piernas de la albina. Aunque no pudiese ver su cuerpo grababa cada parte que tocaba en su mente. Un poco desesperado subió la diestra por debajo de la blusa de la menor encontrándose con el sostén que cubría una de sus zonas íntimas, antes de que ella pudiera quejarse apretó uno de sus senos provocando que gimiera sobre sus labios.

Aquellas nuevas sensaciones estaban provocando que la menor sintiera mareos. Una vez que su hermano empezó a acariciar más de lo que ella creyó le detuvo empujándolo. Su respiración irregular y su rostro rojo sólo provocó más al rubio.

No podía dejar de mirar a su hermana, su cuerpo entero había cambiado ya había dejado de lado el ser sólo una niña, ahora era toda una jovencita... Pronto sería él quien la convirtiera en toda una mujer y cuando eso pasará la reclamaría como suya sin importar lo que su padre o hermanos opinaran al respecto.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dió cuenta de lo agitado que se había puesto, su cuerpo estaba rígido de tan sólo imaginar cómo mataría a los que se atrevieran a alejarlo de Subaru.

La albina preocupada se acercó a él abrazándolo.

—Hermano... Cálmate... — su dulce voz trajo de vuelta a Shu quien al darse cuenta de que Subaru lo abrazaba hizo lo mismo.

Permanecieron abrazados unos minutos regulando su respiración y pensando con claridad. Subaru se separó un poco mirando los ojos azules del mayor.

Mi Subaru~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora