ángel negro con sed de sangre.

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Emily POV'

Camino por las calles de Alemania, con Jale a rastras, el pobre esta muy débil y desorientado sin embargo hace lo imposible para ayudarme a llevarlo, la espada me hace incomodo el caminar sin embargo es el único recuerdo que tengo de Max.

Me dolía la cabeza, mi rostro estaba contraído en una mueca de dolor, no físico, ni psicológico, mas bien emocional, mi vida era una increíble asquerosidad... ¿Por qué otros podían vivir bien? ¿Por que yo no? ¿Por qué mi hermano no? ¡Que hicimos para merecer tal dolor!

Ahogo un grito de impotencia, dolor, angustia, odio, de todo lo malo que embarga a este mundo y caigo de rodillas con Jale a mi lado, respiro entrecortadamente y entre lágrimas estupidas apoyo a Jale de un banco, mientras yo me quedo de pie maldiciendo mi existencia y mi pasado, presente y futuro.

Elevo la mirada al cielo, y observo las estrellas brillar en lo alto, como ángeles guardianes que nos vigilan con su lejano resplandor, sin embargo, tanto a mi como a mi hermano, nos han abandonado.

Siento una mano que toma la mía, exaltada volteo y sorprendo a Jale tomándome la mano con un gesto dulce, su mirada demuestra que está preocupado por mi, sin embargo le sonrió y le ayudo a levantarse.

-Jale ¿donde es que queda el edificio?- le pregunto, el me responde entre balbuceos y nos ponemos en marcha.

Caminamos lo que parece siglos y por fin llegamos al apartamento, aprovecho que el portero no se encontraba y apure el paso, nos adentramos en el ascensor y marcó el piso, el número 6 titila en rojo y comenzamos a movernos.

A este punto tengo un fuerte mareo y nauseas, imploro llegar pronto y al terminar se abren las puertas como si se hubieran escuchado mis plegarias, ansiosa cruzamos el pasillo y saco la llave del bolsillo delantero, rápidamente entramos y lo llevo a su cuarto, acostándolo con sutileza en su cama, le doy un beso en la mejilla y corro al baño a buscar los primeros auxilios, rápidamente mojo el algodón en agua oxigenada y voy a limpiarle la herida a Jale, después de eso, le pongo una venda y lo dejo descansar.

Ya de vuelta en el baño, recojo todo y me despojo de mi ropa, me meto en la ducha intentando relajarme...

No funciono.

Todo mi llanto de estos últimos 17 años se juntaron y crearon una bomba de tiempo, donde no podía reconocer cuales eran mis lagrimas y cual era el agua de la ducha, el dolor de cabeza se intensificó, sin embargo no podía parar, no después de que hubiera perdido a cada ser que amaba.

Solo Jale me quedaba, pero sabia que en cualquier momento intentarían arrebatármelo, y yo no dejaría que eso sucediera.

Ya cansada de intentar, salgo de la ducha y me seco con rapidez, me envuelvo en esta y salgo en busca de algo de ropa, ya con una sudadero y un short de chandal vuelvo al baño a peinarme con los dedos y a recoger la ropa en el piso, en el momento que me agacho veo la vaina donde se encuentra la espada, la tomo en mis manos y decido sacar la espada para contemplarla.

El mango era de un color dorado, con trazos en bronce de espinas y rosas, la hoja estaba decorada con ondas que desprendían un brillo metálico, no sabia si por la luz o si era propio de la espada, era en verdad hermosa.

La vuelvo a guardar con un suspiro y recojo la ropa, la dejo en una esquina y voy a la sala con la espada colgando del hombro, la pongo en el mueble y me lanzo sin ninguna elegancia, me acomodo ligeramente y cierro los ojos unos segundos.

Aburrida, los vuelvo a abrir y observo el mini bar con todas las botellas, me sorprendió ver un whiskey 18 años en la barra, sonriente me acerco y tomo un vaso corto, lo lleno de hielo y me sirvo la mitad de soda y la mitad de whiskey, si tuviera limón fuera el trago típico de mi padre.

Al recordar eso me embargo la nostalgia, con el vaso en mano me senté de nuevo en el sofá, tomando a pequeños sorbos mi bebida y sintiendo el frío en mis dedos.

Escuche unos aplausos a mi espalda, asustada me di la vuelta, preparada para atacar, sin embargo Karina se puso el dedo en los labios incitándome a guardar silencio, con un gruñido espere.

-no estuvo nada mal ese espectáculo que dejaste en el club, definitivamente eres todo un monstruo.- dijo divertida, no deje que su comentario me hiriera, sin embargo una punzada en mi pecho me dejo ver que lo que decía tenía algo de verdad.

-mataron a mi mejor amiga, y a Annabel.- gruñí. -eso no lo dejaría sin resolver.-

Ella se ríe divertida. -oh vamos, acepta que te gusto hacerlo, eres el ángel negro con sed de sangre.- sonrió.

Entrecerré los ojos. -te equivocas.-

-ambas sabemos que no, de igual manera vengo a decirte que todo lo que haces por Damián no sacara frutos...- dijo mientras se miraba las uñas, como si lo que me estaba diciendo no fuera de importancia.-morirá de igual forma, lo mejor, es que me otorgaron la posibilidad de hacerlo yo.-

Furiosa cerré los ojos para no usar mi poder con esa arpía, una cosa era saberlo, decírmelo, pero otra cosa es que me lo dijeran, afirmando mis mas oscuras sospechas.

-lárgate.- sisee conteniéndome.

-ah vale, pensé que me ofrecerías un trago, pero por lo que veo tienes unos muy malos modales, no entiendo por que tus padres lloraron tanto por ti.- dijo.

Oh ella no dijo eso.

Ella no debió decir eso.

"La matare."

Dispuesta a cumplirlo abrí los ojos, sin embargo había desaparecido, furiosa fui por la espada, dispuesta a buscarla, sin embargo estaba tan segada del dolor que no sabia que hacia, y de un momento al otro ya estaba en el suelo.

los asistentes del diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora