Capítulo 3. ¿Cita?.

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Yo había sabido de mis preferencias desde la secundaria cuando no podía quitar los ojos de encima de Sebastián, era mayor que yo y jamás me habría hecho caso, pero después vino la enfermedad de mi mamá y despeje mi mente para ocuparme de ella y mis estudios, y dejé de lado mi corazón. Mamá siempre supo de mi atracción por los hombre, nunca hubo un reproche suyo, solo amor y comprensión.

Ahora me debatía en saber sí la coquetería de Charles era natural o yo le había interesado más que cómo su enfermero, era claro que soy por lo menos una década mayor que él pero es que es tan hermoso y maduro, que podría jurar que era mayor.

Un -hola querida-, salió de sus labios, Hank había abandonado el despacho y yo estaba sentado en un sillón a lo lejos, Charles sostenía habilidosamente el teléfono son su cara y mentón en contra de la cabecera de la silla. Parecía tan animado, y a cada segundo la emoción de verlo y haberlo conocido abandonaba mi cuerpo, pero me regreso a la vida con esa sencilla frase, "te quiero tanto hermanita", ¡Raven era su hermana, no una enamorada!. Quedaron de acuerdo en verse para comer a las 5 de la tarde en un restaurante al centro de la ciudad. Ese plan me incluía; ¡Sí, claro que sí!.

-¿Erik te importaría ayudarme con la bocina?-, -Claro que no-, corrí a colgar el teléfono. -¿Te gustaría acompañarme a una comida con mi hermana y su prometido?-, -Claro que me gustaría, cómo tu enfermero debo estar contigo siempre-, me miro fijo con esos grandes ojos azules, -En realidad no eres mi enfermero, no hasta mañana. Así que la invitación de hoy es cómo mi acompañante-, -Excelente, pero voy a delatarme con este atuendo-, -Me ayudas con el mío, necesito algo más apropiado. Obvio sin tocar mis calcetas de lunares morados y después vamos a tu casa a que te cambies de ropa. Después nos vamos al restaurante. Apenas y nos dará tiempo-, -Mi departamento queda a unas calles del centro, estaremos a tiempo para la comida-, nos dirigimos a la habitación a elegir otra ropa para Charles era cierto que esa mañana había elegido algo muy casual para un día cotidiano, pero la comida con su hermana parecía ser algo muy formal. Elegimos un traje gris, camisa blanca, corbata negra, abrigo negro, corto que fuera fácil de quitar, una exquisita bufanda de cachemira roja la cuál me dijo que no usaría como un niño malcriado, lo convencí en que me dejaría más tranquilo al usarla, no quería que se resfriara, me sonreía y de paso aceptó el gorro para cubrir su cabeza.

Subimos al auto no sin antes despedirnos de Hank, era una costosa camioneta adaptada para que silla quedara enfrente, justo del lado del copiloto, la asegure para que no se moviera y conduje a la ciudad, puse algo de música en la radio. Por sugerencia suya, reproduje el cd que estaba en el aparato de sonido, canciones de rock un tanto antiguas, algunas en sólos de violín y otras de piano. Era una excelente recopilación, hasta que me topé con una canción de Aerosmith que amaba y no escuchaba hace tanto, tocada magistralmente en un solo de violín.

Me sentí en el viaje de mis sueño, la mejor canción de los tiempos y el bello joven de los brillantes ojos azules, y perfectos labios rosas. Mantenía los ojos cerrados, estaba disfrutando de la melodía como yo, "y era cierto yo no quería cerrar mis ojos, no quería perderme una sola sonrisa suya". Sus ojos se abrieron, parecían luminosos y casi cristalinos. Un lágrima resbalo por su mejilla, detuve el carro a orillas del camino. Limpié su rostro con mis dedos, se estremeció, -¿Está todo bien Charles?-, no pudo decir nada, e hice algo loco y atrevido, era ahora o nunca, le di un pequeño beso en la comisura de los labios. Me respondió con la cara sonrojada y los ojos centellando, -Ahora estoy mejor-, pase mi mano por detrás de su cuello y le di un ligero masaje, cerró los ojos. -¿Seguro que está todo bien?-, me miró profundamente, -Erik yo-, y lo entendí todo con esas dos simples palabras, -Yo también Charles, vamos a la cita no queremos llegar tarde. En la noche hablamos llegando a casa. ¿estás de acuerdo?-, -Claro que sí-.

Puse en marcha el auto y llegamos a mi departamento en un abrir y cerrar de ojos, me estacione y corrí abrir la puerta para que bajará con la silla y me dijo que no era necesario, que me esperaría en el auto. Fui lo mas rápido que pude, no quería hacerlo esperar, me vestí tan elegante como se podía. Peine mi cabello, coloqué loción y ya estaba fuera del departamento antes de pensarlo. Fui tan rápido que Charles sonrió sorprendido al verme tan pronto de regreso. -Te vez totalmente guapo, de enfermero eres sexy pero vestido tan elegante eres realmente hermoso-,
-Charles, lo dice el hombre con la sonrisa más bella del universo, con los ojos más preciosos que jamás he visto-, me miró de forma coqueta y me llamó, -Erik, ven acá-, me acerqué con sigilo hasta sus labios, él movió ligeramente su cuello y ahora ese bello joven me besó y ese sí era un beso, lo correspondí en intensidad, tuvimos que terminarlo por que la falta de aire nos dejo sin aliento, nos sonreímos con complicidad.

Salí en dirección al restaurante, llegaríamos justo a tiempo. Charles me reñía como un niño pequeño, -Vamos Erik quítame el gorro antes de llegar al restaurante-, -Eres tan necio, pero jamás te negaría nada-, le di un ligero beso en la nariz, quite el gorro y acomode su hermoso cabello, abrí las puertas de la camioneta y bajé la rampa para que saliera, ya estando afuera le besé la mejilla y acomode la solapa del abrigo.

Entramos al restaurante y una muy jovial rubia agitaba su brazo al ver a Charles, él le indicó la reservación a nombre de Raven Xavier a la chica de recepción, ella pidió nuestros abrigos, quite el mío primero para ayudar a mi lindo acompañante, varias personas se amotinaron a la entrada esperando poder pasar, Charles parecía nervioso con las mejillas sonrojadas ya que nosotros deteníamos el flujo de personas, estaba terminando de quitar su abrigo, acomodando sus brazos y me acerqué a su oído -Cariño tienen que esperar unos segundos, no pasa nada. Quita esa cara, todo esta bien-. Charles sonrió y me dio las gracias, él siempre tan amable y cortés.

La señorita nos acompañó hasta la mesa en dónde la rubia se tiro encima de Charles llenándolo de besos y abrazos, le indiqué al mesero que no necesitaríamos la silla así que se la llevo dejando espacio suficiente para que Charles se acomodara. Raven trataba inútilmente de limpiar el lápiz labial de la frente de Charles, el sonreía cómo un niño con los ojos brillantes y los labios abiertos, yo aún seguía de pie detrás de él, los ojos de la rubia se posaron en mí. -Raven, te presentó a Erik Lehnsherr, mi acompañante-, sus ojos me buscaron y nos presento, -Erik ella es mi hermana y su prometido, Azazel-, estreche la mano de Raven y Azazel, ellos parecían algo sorprendidos pero a mi me pareció hasta en cierto punto razonable, Azazel caminó hasta Charles y apretó ligeramente su hombro y le dio un abrazó,
-Charles, cuñado te vez simplemente genial, estamos muy contentos de tenerlos aquí-. Me invitó a tomar asiento pero lo hice hasta que el ojiazul se acomodó con la silla cerca de la mesa, acerqué la pesada silla de madera para quedar justo a un lado de Charles.

Ordenaron vino para todos, "no había mucho que decir entre nosotros, era cierto que eran mis primeras horas de trabajo junto a él, pero algo dentro de mi me hacía sentir como si hubiésemos estado juntos toda la vida, veía sus gestos y manías las cuáles amé desde el principio". Era casi lógico que con su limitada movilidad, sus gesticulaciones hablaran por todo su cuerpo. Mi silla estaba a su lado derecho hacía dónde ahora tenía ligeramente inclinada su cabeza y cuello, era la posición dominante en su cuerpo. Lo veía sonreír y de tanto en tanto le ofrecía vino, es que tal vez para cualquiera era imperceptible la resequedad de sus labios, que dejaba el estar hablando y más contando con la sequedad que deja un buen vino tinto en la boca. "Yo amé poder estar ahí para cuidarlo y atenderlo, me veía a los ojos y sonreía, de cuánto en cuanto un ligero gracias salía sincero de sus labios".

OJOS CLAROS, LABIOS ROSAS. (CHERIK) -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora