Capítulo 8. Estar contigo.

233 19 12
                                    

Charles

Varios días habían pasado y hacíamos planes para montar la pequeña escuela. Yo veía y leía algunos documentos importantes que Bernini me había hecho llegar, estaban sobre el escritorio del estudio que era mi habitación favorita para pintar. El gran ventanal dejaba entrar la luz con magnificencia, deje de leer con seriedad para dirigir la silla de ruedas hacía allá y mirar hacía afuera, manteniendo imperturbable esa idea que viajaba en mi mente. Erik me pilló desprevenido, me veía pensativo y distante, nada común en mi,

-¿Qué tanto ocupa tu mente, Charlie?, - le contesté sin pensar,

-¡Pensaba en la posibilidad de que me hicieras el amor!, - después de analizar la frase que había salido de mis labios me ruborice, instantáneamente me respondí sin darle tiempo de nada, -No estás obligado a decir que si, probablemente no es lo que tu quieres,

-Yo quiero, y quiero que sea especial para ambos,

-Debes tener miles que están detrás de ti y con quienes sería más fácil llegar hacerlo e incluso llevar una relación,

-No es así Charles, no hay nadie más. Hace tiempo tuve un amor platónico pero el no se interesó en mí. Después vino la enfermedad de mi madre, estudiar y trabajar mucho para ayudarla. Así que encerré mi corazón en un baúl, hasta que llegaste a mi vida. Y contigo me dan ganas de amar y vivir, de ver el mundo y comerte besos. - me sonrojé por lo sincero que sonaba Erik al decir aquellas palabras.

Erik vino hasta mi para robarme un beso, me sentía tan ansioso y excitado que no dudé en introducir mi lengua en su boca, una danza de lenguas se hizo presente. Sigo sorprendiéndome, nunca había tenido un novio con anterioridad, pero mi boca sabía lo que hacía y mi cuerpo sabía lo que deseaba. Lo quería encima, tomándome, basándome y sintiendo su calor junto a mi.

Erik dispuso todo para cenar esa noche en la terraza de mi habitación, pidió comida ligera y vino espumoso. Unas rosas rojas al centro de la mesa y velas con aroma a vainilla. Compartíamos una noche especial y tal vez hoy sería el día propició para acallar las ansias de ambos, todo se haría de acuerdo a como fuera tomando forma la velada. Ambos comimos poco, entre risas y anécdotas. Terminamos la botella vino entera y habíamos empezado la segunda, de pronto me sentí ligero y deshinibido, había muchos besos esporádicos y caricias que Erik me daba. Traté de seguir su ritmo con besos cargados de lujuria y excitación.

Entramos a la habitación por que afuera la brisa empezó a ponerse fría, adentro encontramos calor pero no era superior al que nuestros cuerpos empezaban a experimentar. Erik me besó sugerente los labios, me cargó de la silla de ruedas hasta la cama, sentía su piel cálida y mi respiración se agitada a cada segundo. Me recostó sobre algunas almohadas y empezó a besar mi fino cuello, cerré los ojos y deje que las oleadas de deseo invadieran cada rincón de mi cuerpo. Erik desabotono mi camisa para besarme el torso, solté leves gemidos y permanecí con la boca abierta para seguir liberando leves jadeos y sonidos.

Erik toco mi cuerpo con cierta veneración y repartía pequeños besos en mis hombros. Le pedí acercarse para besar sus labios, con leves movimientos logre llegar hasta su oído,

-Erik, te amo tanto, - le pronuncie con la voz cortada y me beso con más intensidad, con cierta agitación me pregunto,

-¿Estás seguro de que quieres continuar?, - respondí con sinceridad,

-Por supuesto, estoy esperando esto desde el primer día en que te vi, - me sonrió de modo seductor y volvió a atacar mis labios.

Me sentía preso del calor y la excitación, desde la posición que tenía mi cabeza no podía ver mi miembro pero la sensación de estar teniendo una erección era clara, Erik me sonrió con seguridad,

OJOS CLAROS, LABIOS ROSAS. (CHERIK) -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora