Recuperación

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Después de escuchar atentamente todo lo que ella decía, estaba completamente sorprendido y hasta un poco incrédulo de toda esa información. No conocía absolutamente nada de aquella reina Statera, y le parecía impresionante que hubiera alguien con vida más fuerte que su propio padre, además de la Deidad Suprema.

-Oye, ¿me estás prestando atención?- Elizabeth lo sacó de sus pensamientos, y lastimosamente, no escuchó lo último que ella le dijo.

-Sí sí, claro...- le respondía tratando de que no se diera cuenta que no la escuchó.

-Bueno...¿y que fue lo último que te dije?-

-Mierda...- maldijo mentalmente; realmente no sabía que había dicho.

-Lo siento, es bastante información la que tengo que procesar, y me quedé en el momento que dijiste que Pandora era más fuerte que nuestros padres juntos.- se disculpó él un poco apenado, ya que sabía que todo lo que ella le estaba diciendo era bastante importante.

Elizabeth frunció el ceño levemente y soltó un pequeño suspiro. -Bien, no importa, sé que es algo bastante difícil de creer, pero en verdad necesito que me prestes atención, ¿sí?-

-Sí, está bien.- le respondió seriamente.

-Parte de la magia que la reina me dio, aparte de tener que aprender a utilizarla en corto tiempo, es para poder ayudarte a hacer algo que hasta ahora ningún demonio a podido hacer, y que es bastante peligroso...-

-???-

-Debo aplicar magia negra contigo para que puedas dominar el estado de Indura.- dijo ella finalmente.

Meliodas se levantó de la cama de golpe, poniendo un rostro que mezclaba el miedo con la impresión.

-No, eso es imposible; ninguno de nosotros ni los antepasados que he conocido, han podido dominar ese poder. Es la última carta en nuestra vida, ya que obtenemos un poder inmensurable, pero perdemos por completo nuestra consciencia, y hasta nuestra humanidad. Por ser el hijo mayor del Rey Demonio, no sé que clase de fuerza ni poder pueda obtener al ofrecer 6 de mis corazones, y definitivamente no quiero volver a hacerte daño, ni a ninguno de ustedes.- 

-Meliodas, necesito que confíes en mí; esto es algo que yo misma desconocía, pero no voy a dudar jamás de mi reina, la que nos liberó de la maldición propinada por el traidor. No sé ni siquiera si pueda controlar este poder antes que la maldición se cumpla y vuelva a morir, ¿quieres esperar a que eso pase?-

El demonio tomó asiento de nuevo en la cama, mientras que se rascaba la cabeza de forma nerviosa. -No era necesario ese último comentario... Haremos lo que tengamos que hacer para eliminarlos a ambos, pero si algo se sale de control, les das a todos la orden de eliminarme, ¿está bien?-

La diosa se acomodó en la cama, recostándose a la cabecera de la misma. -No creo que pueda hacer...-

-No te lo estoy pidiendo, te estoy dando mi condición para poder proceder con el plan que tenemos ahora.- dijo él seriamente, mientras la miraba directamente a los ojos.-

Ella entendió las palabras de él y el miedo que tenía al tener que llegar hasta esa medida para poder ser finalmente libres, así que sólo cerró los ojos y asintió ante su condición.

-Pienso, que deberías practicar conmigo alguna de tus habilidades nuevas, ya que supongo que debes tener algunas.- dijo él mientras ponía sus manos atrás de su cabeza, con una leve sonrisa de lado. Ya se estaba acostumbrando a tener batallas con su amada.

-Jaja, ¿tantas ganas tienes así de que te vuelva a ganar? Bueno, primero tendrás que esperar a que termine de sanarme, si no sería un poco injusto.- le respondió ella con una sonrisa, mientras quitaba las vendas de su brazo y pierna izquierda. 

La Diosa Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora