Su amor fue más real que alguna vez conocí.
No fue mi por qué, ni la razón por la cual. No la necesitaba pero la quería ahí, me acostumbré a su presencia. Era un factor que iluminaba mis días sin siquiera prender la luz; ella ni siquiera lo intentaba. Así era.
Me abrazo a los recuerdos de su armonía ya que alcanzarlos no puedo. Cuando sus labios ya no me besaban de la misma manera y sus ojos no morían de amor por mí, fue cuando supe que tenía que dejarla partir. Porque en mi vista panorámica, ella estaba mirando a alguien más.
Mi más grande miedo era que se convierta en una extraña.
A veces me pregunto el por qué no supe leer las señales, pará, pasá, entendeme, escuchame, me hace mal. ¿Cómo fui tan estúpida?
No todo son lamentos, sé que hice bien, sé que hice mucho bien. Fui un pilar en muchos aspectos de su vida, a todos nos hace ser quiénes somos el amor; y el dolor. Pero ¿cerré la herida o la abrí aún más?