Recuerdo una entre (nuestras) millones de discusiones.
Yo, a punto de colapsar y explotar, amenazándote una vez más con quemar lo que más quieres en el mundo; Tu colección de porno.
Tú, ridiculizándote una vez más, amenazando con otra de tus famosas huelgas de hambre (Que no duran ni dos horas).
Nosotros dos éramos así, nuestro matrimonio era así, tú eras así.
Nuestras típicas discusiones...
Maldito viejo decrépito, dejaste el baño otra vez hecho un asco, ¿te crees que tienes una esclava a tus pies o que? ¡Basta! Desde hoy mearás sentado.
Claro, si tú cagas levantada. No te jode.
Te juro que te quemó los vídeos.
¡A la libertad de expresión tengo derecho, porque si no te cagó en el techo!
¿¡Pero de que libertad de expresión hablas viejo marrano!?
¡Tú y tus malditos eslóganes!Nuestras típicas discusiones... que hacían pensar a los vecinos que necesitábamos ayuda psicológica.
Llegué a creer que después de tantas discusiones que ya no me amabas como antes, y cuando te lo dije, confesaste...
《Te confieso que te amo, tanto es mi amor por ti que deje de comer, de dormir, de pensar, de ayudar a la justa obra humanitaria de la prostitución. No dudes de mi amor por ti, que eso está más fresca y sana que mi leche...》
Abuelo.
¡Agh! Viejo verde, me haces recordar la razón por la que te he esposado... Y las millones de razones por las que no quise esposarte.
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Lo que el viejo verde me confesó...
ContoHola, soy la mujer de ese viejo atolondrado y aquí contaré todos y cada uno de los secretos, de las confesiones y más tonterías de ese viejo verde, hechas por él cuando era en vida. 《Te confieso que te amo, tanto es mi amor por ti que deje de comer...