RARO.– ¡Mierda!. –Gritaron causando que me despertase. Al hacerlo noté que no estaba en mi casa, me asusté y busqué de dónde venía la voz. No sin antes asegurarme que tenia puesta mis prendas de ayer. –Oh, hola. –Dijo una chica con una sonrisa traviesa. Su rostro se me hace conocido. –Siento despertarte.
– ¿Qué hago aquí?. –No me preocupó mucho saber que no estaba en mi casa, esa chica me transmitía confianza, sin embargo, seguía alerta.
– Pues, Ayer te encontré un poco tomada así que traje aquí para que no te pasara nada. –Me sonrió. ¿Por qué lo hace tanto?
– Esto es raro. –Mencioné después de unos segundos en silencio.
– Sí. –Respondió ella.
– ¿No te había visto antes?. –Ella me observó unos segundos confundida.
– ¡Oh! ¡Sí, claro!. –Chasqueó los dedos. –En el consultorio de Sam.–Hice una mueca y asentí.
– Sí... Sam.–Alcé las cejas. – Pues esto es demasiado raro, así que me iré. –Me levanté y tomé mis zapatos.
– ¡Espera!. –Salió apresurada de tras de la barra de su cocina. – ¿Me recuerdas tu nombre?. –Sonrió de lado.
– Camila. –Observé sus facciones casi perfectas, sus ojos verdes, similares a los de mamá... simplemente ella era hermosa.
– Okey, Camila. –Volvió a sonreír. Sacudí mi cabeza al darme cuenta del tiempo en el que estuvimos mirándonos.
– Gracias... –Esperé a que me dijese su nombre.
– Lauren. –Volvió a sonreír, esta vez enseñó sus dientes. Su sonrisa era tierna y suave.
– Gracias por traerme aquí Lauren. –Volví a mencionar. – Adiós, Chica Rara. –Sonreí antes de salir de su departamento.Que raro.
Jamás la he visto en mi vida y hablé con ella cómo si la conociera de años.
¿Qué rayos pasó ahí?