Acto XXVII

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No es que seas tan mala, en realidad, nunca fuiste tan buena, más sin embargo, siempre fui adicto a tu veneno, y aquel absurdo e irreal silencio que nos atrapaba Cúando caminábamos por la acera, tan enamorados y sin saber como era cada uno verdaderamente, jurandonos eternidad, promesas al aire. Que ilusos, ¿no?, y todo por satisfacer aquel placer mundano de crear una especie de buckle de sentimientos y acciones que jamás podrán regresar, y si lo hacen nada será como lo recuerdas, nada será lo mismo, doloroso, es verdad, la verdad duele pues si no lo hace, nada tendría sentido y si no lo hace, ¿por que la vida seria bella?....

De la vida y para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora