1. El que tiene tienda...

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Sábado en la noche, un lugar concurrido que frecuenta la comunidad rockera de Medellín desde las ochentas. Un lugar de encuentro para viejas y nuevas generaciones.

Me encantan los lugares públicos y abiertos porque las opciones son infinitas. Aun más en una ciudad como Medellín donde las mujeres hermosas se encuentran por montón, solo es que voltees la mirada de un lado para otro y vas a encontrar al menos una.

Compramos unas cervezas y nos sentamos a un costado de la plazoleta para seguir inmersos en la masa pero tener una vista panorámica de todo el lugar.

Brindando, con los pies estirados y entrelazados, comencé a buscar mi próxima víctima.

- ¿Amor ves esa nena?
- ¿Cuál?
- Esa -le señale con en dedo-
- Se ve interesante
- ¿Te gusta?
- Si uff es muy sexy
- Prepárate
- ¿Para qué?
- Está noche nos la vamos a comer
- ¿Qué? -volteó a mirarme sorprendido- acaso la conoces?
- No. Solo quiero que la veas muy bien, memoriza todo su cuerpo, gestos y hasta su vos
- Amor, no te entiendo
- Solo quiero que imagines lo que estoy a punto de contarte

***

Fue la primera en aparecer, destacaba su presencia. No fue necesario esperar más, era la indicada. De unos 30 y algo, vestía jean y una camisa pegada con semi transparencia que dejaba a la vista un hermoso sostén negro de encaje. Una gargantilla gruesa en el cuello, que la hacía ver más apetitosa. Mediana estatura, no muy flaca, pero bien torneada, ojos oscuros y saltones, cabello lacio completamente brillante que se derramaba por sus hombros.

Su acompañante chillaba en el lugar, un gordo adinerado y fachoso. Con toda seguridad estaba con él por su dinero. Se notaba a leguas que estaban allá obligado por ella, cumpliendo su capricho nostálgico, una especie de castigo para él.

Empezaron a beber y ella se fue separando de su lado. El alicoramiento de ambos era evidente, ella hablaba con amigas de su generación y el gordo con su pinta de traqueteo empezó a coquetearle a una grillita que no dejaba de mirarlo, hasta hacían mejor pareja.

La nena lo pilló y en vez de hacerle el reclamo salió corriendo para el baño del bar. Aproveché para ir también, consolarla y hacerme pasar como su amiga.

- Hola ¿te paso algo?
- No nada fresca, no es nada
- Es por tu novio ¿cierto?
- ¿Lo viste? Ese maldito siempre me hace la misma
- Que pena entrometerme, pero ¿No entiendo qué hace una mujer tan hermosa con él?
- Pendeja que es uno
- ¿Por qué no...? -hice una pausa larga- olvídalo
- ¿Qué? -preguntó intrigada- dime
- Vamos de farra a otro lado y lo dejas acá tirado
- La verdad estoy cansada de que me haga la misma, ya es hora de cobrárselas juntas
- ¿Pa' dónde nos vamos?
- No sé, pero lejos
- Ya le escribo a mi esposo

Saqué el celular y le dije al WhatsApp.

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Nos vemos en el parqueadero, sígueme el juego
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Esperamos a que su novio se descuidara viendo a la susodicha y entre las personas nos escabullimos. Directo a la licorera.

- ¿Qué quieres?
- Algo fuerte
- ¿Tequila o vodka?
- Vodka, quiero embriagarme

Compramos una botella y nos fuimos al parqueadero. El guevetas este nada que llegaba «¿Por qué tardará tanto?». Nos sentamos en la acera, ella me abrazó y volvió a romper en llanto.

- Ay no, te cogí de paño de lágrimas
- Fresca, desahogate
- Es que estoy mamada de que me trate como un objeto

Me tocó abrazarla y disimular, no se imaginaba que lo mismo le esperaba con nosotros.

SexpidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora