Era una fría noche de enero en la que ninguna presencia podía observarse a través de su ventana. Hoseok estiraba el cuello de su camisa con impaciencia por la llegada de sus amigos.
Aun no estaba acostumbrado a vivir solo, no aun. Las diferencias entre su antiguo hogar, el orfanato, y el actual parecían ser infinitas. No estaba preparado para vivir solo cuando en toda su infancia estuvo rodeado de gente. Nunca le habían mencionado los peligros y las virtudes de vivir en el exterior, por lo que todo por lo que estaba pasando era algo nuevo para él. No había un familiar que lo orientara.
Lo poco que sabía de sus padres se lo habían dicho los adultos que los cuidaban dentro del orfanato. Solo sabía que su madre se había embarazado muy joven por un hombre que pronto la abandonó y que pasó su embarazo sin el apoyo de nadie. También sabía que cuando dio a luz a su hijo, murió, y que su tía fue la que lo llevó hasta aquí.
Muchos niños del orfanato extrañaban a su familia o deseaban que una nueva se los llevara, en cambio, Hoseok no quería eso. Por un lado, solo tenía a su padre a quien odiaba por haber abandonado a su madre y a él y, por otro lado, desconfiaba de los desconocidos.
Era tan desconfiado que le fue muy difícil hacer amigos pero, cuando los hizo, formaron un lazo fuerte y estable. Había conocido un grupo de niños que, hasta ahora, aun cuando habían pasado veinte años, seguían a su lado. Dormían juntos, comían juntos, jugaban a los piratas, compartían sueños y se apoyaban entre ellos. Siempre que los necesitaba estaban ahí.
Por eso le extrañó que esta vez fuera la primera en que se demoraran tanto. Habían quedado por juntarse hace veinte minutos en su casa y ninguno le había mandado un mensaje que justificara su demora.
- ¿Y si les pasó algo? - El miedo hizo revolver su estómago, causándole una sensación de malestar - Debo buscarlos.
Y, con este pensamiento en mente, se colocó un abrigo junto a un gorro de lana y una bufanda para salir de casa y comenzar a recorrer las calles. Su ropa poco a poco empezó a cubrirse de nieve y le era cada vez más difícil desplazarse por las calles a causa de la ventisca. "Ahora se por qué las calles son tan solitarias" pensó y, aunque quería correr y refugiarse en una manta frente a su chimenea, continuó avanzando solo para encontrar a sus amigos.
Pasó por varias calles y pasadizos buscándolos pero nadie aparecía, ni siquiera el clásico vagabundo. Cuando se sintió sin esperanzas de encontrarlos escuchó el ruido de unos pasos que lo hicieron detenerse. "¿Serán ellos?" pensó mientras se dirigía a donde provenía el sonido, un amplio pasadizo. Aunque creyó que estarían sus cinco amigos juntos solo vio una silueta mirando a su dirección.
- ¿Hyungwon? ¿Eres tú? - Los pasos en un principio fueron inseguros pero, al notar como el hombre hacía un leve asentimiento, aumentó la velocidad - ¡Al fin! Estaba tan preocup-
Cuando estuvo apunto de abrazarlo, sintió como la mano, a una velocidad inhumana, lo cogía por el cuello y le estampaba contra la pared. Asustado por el acto y por poco a poco quedarse sin aire, empezó a mover sus extremidades en un intento de zafarse, algo que no surtió efecto. La fuerza propia poco a poco se iba mientras más presión hacían en el agarre. No era su mejor amigo, claro que no.
- A-ayuda - Fue lo último que pudo decir, gastando el poco aire que le quedaba.
Creyó que ese ere su fin. Morir por la acción de una mano de un desconocido en ese lugar estrecho y oscuro, y se sintió triste porque ni siquiera había logrado ver a sus amigos, lo que había esperado durante todo el día. Seguro de que ese era su final, se dejó hacer mientras cerraba sus ojos, cuando sintió que la mano dejaba su cuello. Sorprendido por la repentina acción, buscó la mirada de su agresor, solo distinguiendo dos ojos de un color rojo intenso antes de que su cuerpo se volviera una especie de borrón por la rapidez de su movimiento, acercándose peligrosamente hasta encajar sus grandes colmillos en su cuello.
El grito que Hoseok había pegado había despertado a muchas personas que estaban durmiendo, pero ya era demasiado tarde. La mordida había sido prolongada, dolorosa y, con cada segundo que pasaba, sentía que perdía una parte de él. Cerró sus ojos con fuerza mientras lloraba, retorciéndose por el intenso dolor aun cuando terminó.
Como si hubiera sido más una acción dulce que una mordida, el desconocido se apartó enseñándole una sonrisa a la vez que relamía sus labios, insinuante, algo que Hoseok ignoró totalmente. Se sentía débil, vacío, incompleto. Después de que dos últimas gotas salieran de cada orificio se dejó caer al suelo, inconsciente.
No sabía cuanto había pasado, solo sabía que sus amigos lo habían cargado hasta su casa, como ellos le dijeron apenas despertó, pero eso no le importaba demasiado comparado con la satisfacción de haberlos visto una vez más.
- ¿Estás bien, Hobi? - preguntó Jo Kwon con delicadeza mientras le extendía una taza de la que Hoseok bebió sin siquiera revisar qué era.
Mientras bebía los miró con alivio. Su expresión recorrió inicialmente sus delicados rostros pero después bajó hasta sus cuellos, su mente haciendole ver una imagen de estos manchados de sangre, lo que lo asustó por completo y no porque los imaginara heridos, sino porque solo esa imagen le provocó una sensación de necesidad, necesidad de romper sus cuellos y beber toda la sangre que pudiera salir.
– Hoseok... ¿Nos escuchas?
Ahora podía imaginar los gritos que iban a hacer mientras eran mordidos, un sonido tan molesto y constante que tiró todo y se cubrió los oidos esperando a que cesara, lo que no ocurrió.
– ¡Cuidado! – El sonido de la taza quebrarse lo hizo sobresaltarse y, buscando donde estaba, encontró las manos ensangrentadas de algunos de sus amigos – Demonios, no sean brutos...
Y el hilo de cordura que le quedaba terminó por romperse.
Extendió sus manos hasta alcanzar a uno de los muchachos y lo acercó hasta que su boca abierta impactó con su cuello, a la par que sus colmillos se agrandaban y afilaban. No podía controlar su cuerpo que se movía agilmente de un lado a otro para esquivar los golpes de uno e inmovilizar a otro para morderlo. Uno por uno rompió su cuello en mordidas profundas. Estaba asesinando a quienes más amaba y no podía controlar sus impulsos. Lo peor de todo era que se sentía más satisfecho mientras más bebía, a cuesta de ellos.
El último fue Hyungwon, a quien debió buscar por toda la casa hasta encontrarlo en su propia cama, con la cara hundida en su almohada. Sus últimas palabras jamás olvidaría.
– Ho-Hoseok... No olvides cuanto te amo...
Mientras decía esto, lo miró con una gentil sonrisa que casi lo hizo detenerse, pero el alivio pronto se fue y lo mató como a los demás. De una manera horrible y despiadada.
Solo volvió a si mismo cuando terminó lo que había empezado y, soltando un grito desgarrador, corrió a encerrarse en el baño y a forzarse el vómito. No quería creer lo que había hecho y tampoco quería creer que eso solo era el principio de lo que se volvió su realidad. Ahora estaba solo, era un asesino y un ser sobrenatural, cosas que jamás pidió o deseó. Durante mucho tiempo intentó superarlo, era dificil, sobretodo cuando la imagen de Hyungwon aparecía por su cabeza.
– Quiero un amigo que sea como yo y me quiera tal como soy – Fue lo último que pensó en esa misma fría noche antes de dormirse.
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R.A.W
Fanfiction¿Fingirías ser algo que no eres o, peor, ser de otra especie? ¿Específicamente un vampiro? Jimin definitivamente estaba entre la espada y la pared o, mejor dicho, entre los colmillos y la pared [ Contiene Hopemin y Yoonkook ] Angst Para mi amiga que...