El rubio una vez más se acercó al espejo para hacerse un retoque en su maquillaje que lo hacía ver mucho más pálido que era, incluso haciéndolo ver inhumano y esa era la idea. Después de hacer esto se colocó con cuidado unas lentillas rojas y comprobó una vez más su aspecto, quedando satisfecho, para después ir a la cocina y coger un afilado cuchillo. "Probablemente servirás" pensaba mientras lo metía en su cartera plateada.
- Park Jimin, ¿qué haces con eso? - Escuchó una voz femenina atrás de él que reconoció como la de su madre y se giró para mirarla, avergonzado por haber sido descubierto - ¿A donde irás?
- Co-con mi novia... - Respondió con rapidez. Sentía su corazón acelerado de repente porque sabía que su madre lo conocía perfectamente y podría descubrir su mentira, lo que afortunadamente no ocurrió a juzgar del cambio en su expresión.
Su ceño fruncido había desaparecido al escuchar el nombre, mostrándose repentinamente tranquila. La entendía porque su madre se llevaba muy bien con la chica - Oh, entonces no hay problema. Anda, que no se te haga tarde. Solo... manda saludos de mi parte - El rubio asintió, pasando a su lado con una sonrisa en sus labios hasta que fue detenido por una mano - Estás muy paranoico últimamente pero nunca creí que saldrías con un cuchillo.
- O-oh - Sonrió desviando su mirada, nervioso - Ya-ya sabe, mamita... Este barrio es muy peligroso.
A pesar de sus intentos por irse, la pequeña pero fuerte mano seguía sosteniéndolo por lo que la miró a los ojos, suplicándole con su mirada que lo dejara ir pero solo pudo notar en su rostro una expresión arrogante que sabía muy bien qué significaba.
- ¿Qué te da miedo? Lo único peligroso de aquí son los chupa-sangre que salen en estas fechas - Dejó salir una risa antes de soltar el delgado brazo - Lo bueno es que estás bien escondido con esa chaqueta gigante.
Jimin solo asintió con una sonrisa para poder salir pronto y, al cabo de unos minutos, ya estaba acercándose a la bonita casa de Hoseok. En el camino pensaba en esta preguntándose cosas como si se la había conseguido matando gente y robandoles el dinero o si había sido matando al anterior dueño. Pensando en ambas opciones llegó a la casa que, desafortunadamente, tenía las luces encendidas y podía distinguirse una silueta ir de un lado a otro con impaciencia. Con una gran fuerza de voluntad tocó el timbre y, después de tan solo dos segundos, la puerta fue abierta mostrando al chico más alto que llevaba una camisa apretada de mangas largas, jeans cortados en la rodilla y botas de charol. Su cabello aun estaba mojado y desordenado entregando una imagen sensual de si mismo que Jimin intentó ignorar aunque le había afectado, de todas maneras.
- ¡Jimin ah! Entra - Se hizo a un lado, esperando a que entrara. Cuando el menor pasó a su lado aprovechó de mirar en detalle su vestimenta. Llevaba una polera blanca brillante, una corta-viento verde militar dos tallas más grande, pantalones negros cortados en los muslos y botines negros. Hoseok esperó paciente a que entrara, mirando de reojo su trasero que se encontraba escondido por la corta-viento por lo que bufó, decepcionado - Y... ¿quieres estar dentro o salir?
Jimin lo pensó por un momento. Si se quedaban dentro era más vulnerable a él pero si salían sus amigos podrían verlo, ya que viven cerca. También estaba la posibilidad de que su novia viniera a exigir una explicación porque la había plantado por lo que la respuesta salió de sus labios con naturalidad - Quiero estar aquí adentro.
Hoseok asintió y cerró la puerta, ambos sentándose en su cómodo sillón - ¿Tienes sed? - Jimin negó con desesperación, haciéndolo reír - Está bien, no te daré nada.
Se mantuvieron en silencio por varios minutos, concentrándose en el fuego en la chimenea. Aunque sus bocas estuvieran cerradas, ambos se sentían nerviosos. Hoseok porque no sabía con qué empezar y Jimin por el miedo de que le ocurriera algo. Las piernas del último temblaban por querer salir corriendo, lo que su compañero no notaba al estar tan ensimismado, esperando a que se le ocurriera una idea.
- Bueno, Jimin - Rompió el silencio, dedicándole una bonita sonrisa - Cuéntame de ti. Umm... ¿Cómo es tu madre?
- Es una mujer que tiene pelo - Respondió cortante, incomodando al dueño de la casa.
A pesar de que ahora se sentía algo desganado por su actitud irrespetuosa, continuó intentando lograr entablar una conversación - ¿Y tus amigos?
- Son hombres y usan ropa - La respuesta solo lo logró enfurecer. No le gustaba, realmente detestaba la actitud con la que lo estaba tratando en ese instante. ¿Por qué era tratado así? ¿Qué le había hecho que le había parecido tan malo a su visita?
- ¿Por qué eres tan cortante...?
- ¿Y para qué quiere saber todo eso? - Se giró para mirarlo directamente a los ojos, desafiante - Usted y yo no somos nada.
- ¡Por eso! Quiero saber de ti, que me conozcas y que así nos volvamos amigos.
- ¿Obligándome a venir? No lo creo.
- No te puse una pistola en la cabeza para que vinieras.
- ¡De todas maneras, nunca seras nada más que un desconocido para mi!
El silencio volvió, mucho más tenso que antes. Ninguno desviaba la mirada de la del otro, como si fuera un juego de poder hasta que Jimin notó algo por el rabillo del ojo. Curioso, bajó la mirada encontrándose con que los dientes de Hoseok estaban fuertemente apretados y se podían distinguir perfectamente dos grandes y afilados colmillos que lo hicieron asustarse y que un intenso deseo de escapar apareciera por lo que, levantándose del sillón, salió corriendo en dirección hacia el interior de la casa.
- ¡Jimin! - Gritó, esperando que se detuviera lo que no ocurrió. Se había dado cuenta del temor que el rubio había sentido y sintió culpabilidad por esto. Con miedo de que se hiciera daño en el camino, comenzó a correr en su dirección, siguiéndolo por todo el primer piso de la gran casa hasta que Jimin encontró la puerta de su jardín trasero - ¡Detente!
Este inmediatamente lo hizo, no porque se lo habían pedido, sino que fue por la imagen que se encontraba frente a él. Un jardín común y corriente pero que en él habían cinco lápidas con nombres escritos. Habían flores de diferentes colores que las rodeaban y, en el centro, pequeños cuadros con fotos de hombres jóvenes. Jimin estaba atónito y no pudo decir algo hasta que Hoseok llegó a él y tomó su chaqueta, intentando sacarlo de ahí pero que no logró.
- Dime ahora mismo qué es esto - Demandó el más bajo mientras hacía sus manos puños y se acercaba a él, importándole poco su espacio personal.
Hoseok le miraba con una expresión que solo reflejaba un intenso dolor pero que Jimin ignoró, sintiendo aun mayor la necesidad de saber qué significaba lo que acababa de ver. A pesar de que los labios del castaño se abrían no podía articular las palabras por lo que fueron varios segundos hasta que su expresión cambió, cubriéndose en una máscara de indiferencia y frialdad.
- ¿Para qué debo decirte? No somos nada más que desconocidos.
Y, a pesar de que Jimin solo deseaba contradecirlo y seguir presionándolo para conseguir una respuesta, sabía que lo que acababa de decir era verdad y que, como él mismo había hecho, Hoseok también tenía derecho a no decirle nada de si mismo bajo la misma lógica que había empleado. Así que, sintiéndose asfixiado por la actual situación, salió de la casa, chocando sus brazos con fuerza a propósito. Esta vez no fue detenido, para su suerte.
Maratón (1/2)
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R.A.W
Fanfiction¿Fingirías ser algo que no eres o, peor, ser de otra especie? ¿Específicamente un vampiro? Jimin definitivamente estaba entre la espada y la pared o, mejor dicho, entre los colmillos y la pared [ Contiene Hopemin y Yoonkook ] Angst Para mi amiga que...