Capítulo 11

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Capítulo 11

 

Día 2. Desperté desnuda entre los mosaicos de su piel… giré la cabeza y encendí el móvil para ver la hora, eran las 9:53. También pude ver dos mensajes de Natt, parecía muy feliz por su nueva relación. Si ya de por sí es de un optimismo más asqueroso que la canción Happy de Pharrell, últimamente estaba como para escribir un best-seller mundial de autoayuda.

Me duché evitando hacer ruido, me vestí para abrigarme de los -5º que hacía en la calle y me dispuse a cumplir con mi paseo.

Había llegado la Navidad, así que había muchísima gente por la calle y costaba caminar sin antes recibir algún empujón simpático de alguien que no podía ver por dónde iba ya que le tapaba la cabeza una pila de regalos. Era bonito, por mi parte de pequeña nunca calculé cuántos segundos tenía que tardar una sola persona anciana con sobrepeso y subida en un carro con renos para poder repartir todos los regalos en el mundo sin saltarse ni una casa, pero me crucé con tantos aquella mañana que las posibilidades podían empezar a ser viables, serían becarios… no sé, me dio la confianza suficiente para pensar que el futuro de la Navidad estaba a salvo.

Entré en una panadería que me recomendaron por internet donde podías pedir y comer allí dentro, con el olor y calor de repostería recién hecha.

Pedí un café con leche, 2 croissants, una ensaimada y 4 muffins. Nunca podría trabajar en un sitio como ese, arruinaría al dueño. Cuando iba por la mitad un chico vestido con traje y de unos veinte años se me quedó mirando fijamente tras el cristal que hacía de pared, intenté no darle mucha importancia pese a que me siento incómoda cuando me ven comer… apoyó un periódico en el cristal y nos comparó durante varios minutos hasta que se decidió a entrar.

—Oye, tú. —Dijo sentándose frente a mí.

—¿Te quedas mirándome como si nada y me vienes en este plan?

—Podrás engañar a quien te dé la gana pero conmigo no cuela el paripé que tenéis montado. ¿Cuánto te han pagado para poder volver a aumentar el precio de las acciones?

—¿Pero de qué vas? ¿de qué hablas? ¿quién eres?

—¿No lees las putas noticias o qué, niñata?

—¿Estás tonto o qué te pasa? vete de aquí o llamo a la policía.

—Si encima habrás sido tonta y te has metido en esta mierda de forma gratuita. Has venido a Nueva York con ese imbécil llamado Mattia Fossati en un intento desesperado de que los inversores recuperen la confianza en las empresas y fortuna que heredó por la muerte de sus padres.  Al ser un niñato sin planes de futuro y sin una vida estable necesitaba presentar a alguien en público para mostrar un poco de madurez ya que se estaba arruinando. En Wall Street no inspira confianza un niñato multimillonario ¿sabes? La prensa internacional metió presión y por eso estás aquí. Justo el día donde más prensa y objetos se venden. Y por cicerto, muy patético vuestro intento de llamar la atención saliendo en un programa de televisión en directo e ir a patinar a un sitio público justo antes de haber anunciado que vendrías.

—¿Qué te has fumado tío? de verdad, no me vas a amargar el desayuno y mucho menos el viaje de vacaciones. Soy muy feliz con Matt y te juro que me acabaré enterando de quién eres.

—Toma, aquí tienes mi tarjeta Sherlock Holmes. Soy el tío que iba a comprar el 70% de la herencia de Matt ahora que sus acciones estaban por el suelo. Me has arruinado el negocio del siglo.

Salí corriendo de aquel sitio en dirección a ninguna parte, no podía entender aquello. Busqué un kiosko y compré el New York Times, había una foto mía y de Matt en la portada, podría haber sido un simple montaje, la gente con dinero suele ser carne de cañón para estas cosas pese a que no nos demos cuenta en North Valley, pero el mundo exterior es diferente. Puedes tener la suerte de no llamar la atención y que no existas para la prensa, o puedes tener la mala suerte de que sí que existas para ellos. Pasé de estar en el primer grupo al segundo en cuestión de un pestañeo…

Intenté buscar sentido a todo aquello, pero parecía ser que aquel imbécil no había mentido en mucho, la foto de portada era una en la que salíamos haciéndolo.

No podía pensar mal de él, le conocí y nos encariñamos desde mucho antes de que sus padres tuvieran aquel accidente de avión, podía haberme traído aquí como viaje para nosotros y de paso aprovechar para bajar los humos a la prensa… supuse que aquella foto la habría hecho algún paparazzi.

Llamé a mi madre después de no sé cuánto tiempo sin saber de ella y con los ojos llorosos por el miedo que sentí en aquella situación, encima el frío no ayudaba a que mi voz no temblara tanto.

—Cariño, te iba a llamar ahora mismo. ¿Estás metida en el lío de Fossati?

—Mamá, estoy perdida ahora mismo, salgo desnuda en el periódico de medio mundo, no entiendo nada de esto… eres periodista, joder explícame algo por favor.

—Tranquilízate que no pasa nada. Supongo que sabrás que los padres de Fossati…

—Mamá llámale Matt por favor. —Contesté interrumpiendo.

—Está bien cariño. Los padres de Matt tenían una de las diez fortunas más grandes del mundo, iban a firmar un contrato que conseguiría situarles entre las 3 primeras, pero ya sabes que tuvieron el accidente de avión y por lo tanto no acabó pudiendo llevarse a cabo aquel trato. Nunca ha tenido buena fama esa familia, siempre ha tenido sus detractores y sus seguidores, pero que pudieran tener mucho más poder… en fin, acabó en rumores de que el accidente no fuera tan accidente.

—¿Entonces por qué estoy en Nueva York mamá? dijo que era un viaje romántico, estoy saliendo con él mamá, le conozco desde el primer día que estuve en North y sé que no tiene maldad, joder, no la tiene.

—Cielo vete de allí cuanto antes, ¿vale? vuelve a casa con nosotros hasta que pase todo esto. Hay mucho dinero de por medio y es peligroso que estés por allí tú sola. La familia Field iba a hacerse con el control de la herencia de Matt y que hayas aparecido tú a estropeado el negocio.

—No mamá, no voy a volver. Soy mayorcita y sabré salir de esta. Cojo un avión y vuelvo a North Valley. No quiero meteros en esto y menos aún por culpa del puto dinero… te quiero mucho mamá.

—Mantenme informada todo lo que puedas cariño, es lo único que te pido.

Colgué. No podía pensar con claridad en ese momento, me sentí débil, vulnerable… me sentí sola de nuevo pese a haber olvidado esa sensación. Tenía a Nath, pero no quise estropearle su día perfecto con su relación perfecta, no soy tan egocéntrica… es jodido sentirte impotente y no poder confesarlo.

Cogí el primer taxi que pude y fui dirección al hotel para recogerlo todo, debería haberme ido sin más, pero en aquel momento cobró sentido la idea de no dejar ningún tipo de rastro que condujera a saber algo de mí. No había nadie en la habitación, supuse que Matt habría ido a pasear como hice yo. Llamé la atención lo mínimo que pude y corrí con las maletas hacia otro taxi dirección al aeropuerto, el próximo avión salía en media hora según la recepcionista de la compañía aerea, reservé un billete y sólo debería enseñar el dni en cuanto llegara. El taxista no tenía muy claro que tuviéramos tiempo por el tráfico causado por la Navidad, le intenté enseñar como pude aquella portada y aumentó en 40-50 km/h su velocidad.

Por el camino se me ocurrió volver a ver la tarjeta de presentación que me dió aquel chico que me habló de que le arruiné el negocio del siglo… contenía el apellido del que me habló mi madre.

Faltaban ocho minutos y conseguí llegar, el taxista me ayudó como pudo con las maletas abandonando su coche en pleno aeropuerto.

Pasé el control y subí, calmada por no acabar de entender aquella situación y haberla recibido sin tiempo a prepararme de asimilarla. Tenía un lío en la cabeza que me impedía reaccionar… puede que Matt me quisiera como nadie, pero había sido capaz de arriesgar mi vida con tal de salvar su fortuna… ¿eso era amar? ¿quizá las cosas no habían salido como él pensaba y tan sólo buscaba unas vacaciones conmigo? ¿no le importé nunca  si antepuso su dinero a mí? ¿había vivido una mentira? ¿realmente los meses más bonitos de mi vida habían sido una mentira? apagué el móvil e intente dormir.

El avión arrancó una hora después de entrar en el.

AgnèsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora