Diez

348 39 0
                                    

Diez de abril de 1976

Sirius Orión Black fulminó con la mirada al Daily Prophet, más precisamente a la sección "social". La fotografía de su padre escoltando a Lord Peverell a un lujoso restaurante privado en Austria le devolvió la mirada. Ambos hombres iban vestidos con la elegancia casual y desdeñosa que parecía ser un derecho y herencia de los Sangre Pura y la pequeña sonrisa en el rostro de su padre.

Esa sonrisa. Nunca había visto semejante expresión en el rostro de su padre alrededor de su madre, rara vez dirigida a él. Es cierto que apenas había estado cerca de su padre por elección cuando tenía la edad suficiente para darse cuenta y cuando lo había hecho, aborreciendo la "herencia oscura propiamente dicha" de su familia. Fue por esta herencia oscura y otra razón privada por la que había devuelto el regalo de cumpleaños de su padre sin abrir.

Nadie en su familia sabía la razón principal por la que odiaba casi todo lo que viene con el nombre Black. Solo una persona lo sabía y, era una de las principales causas del dolor y la ira de Sirius. Dudaba que el hombre en cuestión se molestara en preguntar al respecto. Todo lo que todos sabían era que él odiaba el nombre Black y a los Slytherins que llevaban ese nombre con un fervor que sobresaltó a todos sus amigos y conocidos.

Miró la foto de nuevo, enojado mirando al hombre que había captado la atención de su padre. Cuando sin duda, su padre, se uniera a Lord Peverell estaría bien y verdaderamente reemplazado en el afecto de su padre y cualquier posibilidad de reconciliación con su familia habría desaparecido. Después de todo, el embarazo masculino no era tan infrecuente entre las familias de sangre pura y su padre estaba lejos de haber superado la edad en que aun podía tener hijos.

Arrojó el periódico con tanta rabia que sobresaltó incluso a sus compañeros Gryffindors y salió del Gran Salón, buscando la distracción de su primera clase. Pociones con Slytherin, maravilloso, pensó con un gruñido sarcástico.

Ya que casi no prestaba atención a la mesa de verde y plata, no se dio cuenta de la preocupación en una cara que casi reflejaba la suya, ni el trozo de pergamino que su observador sacó de una mochila y comenzó a escribir una carta.

Harrigan se rió de algo que su compañero había dicho y miró a su alrededor en el silencio subsiguiente. Fue invitado a Malfoy Manor y quedó asombrado por la sencilla elegancia de la casa. Por alguna razón su mente había evocado maderas oscuros, cortinas pesadas y pisos de baldosas negras con una gran cantidad de serpientes. La verdad no podría estar más lejos de esa imagen si Harry lo hubiera mencionado en voz alta para que alguien la derribara.

Enormes ventanas abiertas de piso a techo dominaban la pared frente a una puesta de sol increíblemente hermosa. Los rosas, dorado y rojos se filtraban a través de los paneles de cristal y creaban un mosaico de luz sobre la alfombra blanca pura, lo suficientemente profunda para que Harrigan sintiera un extraño deseo de quitarse los zapatos y mover los dedos de los pies sobre ella. Los muebles en esta hermosa 'sala de visita' eran todos de cerezo, pulidos a un alto brillo y con diferentes variaciones de luz cambiando a un rico color púrpura oscuro. Los cojines en la multitud de sillas blandas y los dos sofás eran plateados con ricas almohadas de acento púrpura, el escudo de la familia Malfoy en finas costuras de oro que casi no se podían sentir, y mucho menos ver.

Orión, que lo había acompañado a esta reunión, le informó que los colores oficiales de la familia eran plateados y púrpura, que encajaban bien con la familia Black, cuyos colores oficiales eran el negro y el plateado. Sus propios colores eran verde esmeralda y bronce, de ahí el color de su túnica el día en que reclamó su asiento en el Wizengamot.

El suave murmullo de muchas conversaciones llenó la habitación junto con el ligero tintineo de copas de cristal fino cuando se pasó alrededor un encantador champán de las bodegas familiares, para agradecer a los invitados. Abraxas era un muy buen anfitrión, aunque él había informado a Harrigan con ironía que estas ocasiones se habían vuelto mucho más agradables con la muerte de Belladonna, su musaraña privada. En sus propias palabras ella había hecho estas ocasiones muy incómodo con su presencia maligna y opresiva que permanecía en el aire como un mal olor.

Black Fortunes  Por: Herald-MageAnduliWhere stories live. Discover now