CAPÍTULO 2º. NUEVE DÉCADAS DESPUÉS

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CAPÍTULO 2º

NUEVE DÉCADAS DESPUÉS

         -¿Qué mierda de sitio es éste? –Un joven de atractivo y varonil rostro baja de un salto de la furgoneta y saca luego su mochila de acampada-. ¡No hay más que moscas y mosquitos, joder!

         -¡Vamos, Denny, no seas tan quejica y ayúdame con mi mochila! –Tras él, desciende de la parte posterior del vehículo una linda jovencita de cortos cabellos castaños y grandes pechos, que se bambolean libres bajo una ajustada camiseta de color negro.

         Otros dos jóvenes, un chico y una chica, bajan de la parte delantera del automóvil y se acercan también a bajar sus equipajes, mochilas de acampada para ser más exactos.

         El llamado Denny se dirige al que parece ser el dueño de la furgoneta.

         -¿Así que tú naciste aquí, Sean?

         -Yo no –el llamado Sean frunce el ceño-. Un bisabuelo o tatarabuelo mío, aún no lo tengo muy claro.

         -Ya –Denny suelta una risita, mientras con una mano soba uno de los pechos de su amiguita, llamada April, que le pega un manotazo, y se aparta de su lado bufando.

         -¡Eres un puto salido mental! –Le recrimina furiosa-. ¡Sólo sabes pensar en el sexo y en fumar porros, imbécil!

         La otra chica, una guapa rubia llamada Bonnie, se acerca al trío y pregunta con voz tímida y apocada.

         -¿Sabéis cuándo llegarán Axel y Alisha?

         Sean mira su reloj de pulsera y responde con un leve encogimiento de hombros.

         -Me dijeron que llegarían sobre el mediodía.

         Bonnie asiente con un ligero cabeceo, y continúa sacando cachivaches de la furgoneta.

         Una vez está todo fuera, se dirige al llamado Sean.

         -Creo que ya está todo.

         -Perfecto –Sean le dedica una sonrisa-. ¿Sabes cómo se monta una tienda de campaña?

         Bonnie titubea un instante, y luego niega con la cabeza.

         Sean vuelve a sonreír y se acerca al montón de aparejos que forman parte de las tiendas de campaña desmontadas.

         -Ven –le dice haciéndole un gesto con la mano-. Es muy fácil; te enseñaré a montarla.

         Con una tímida sonrisa en los labios, la guapa rubia se aproxima a su amigo y observa con suma atención como éste monta la primera tienda de campaña.

         Mientras, alejados unos metros, los otros dos jóvenes los miran con expresión divertida.

         -¿Cuándo crees que se lanzará? –Susurra de repente April al oído de Denny, mientras éste se entretiene acariciándole los pezones por encima de la camiseta y besuqueándole el cuello-. Bonnie, digo –continua la exuberante jovencita al ver que su amigo no le hace el menor caso.

         -¡Yo qué sé! –Masculla Denny mientras sigue enfrascado en su tarea, sin apartar los labios del bronceado cuello de su amiguita.

         -¡Joder, Denny! –De repente, April se aparta de Denny con gesto cansado y hastiado-. ¿Quieres dejar de sobarme de una puta vez y hacerme caso cuando te hablo?

         -¡Vale, tía, vale! –Denny, molesto por la reprimenda de su novia también se aparta y se encamina hacia donde sus otros dos amigos siguen montando las tiendas de campaña.

         -¡Vaya! –Exclama Sean al verlo llegar, sin ocultar cierto deje irónico-. ¡Mira quién viene por aquí! ¿Te has decidido y vas a ayudarnos a montar las tiendas de campaña, o vas a seguir magreando las tetas de April un rato más?

         Al oír esto, Bonnie suelta una divertida risita, que no parece gustar demasiado al llamado Denny.

         -¿Se puede saber de qué coño te ríes tú, puta estrecha?

         -¡Eh, Denny, vamos! –Sean se alza del suelo y se acerca a su amigo, con gesto conciliador-. Comprendo que han sido casi diez horas de viaje, pero tampoco es para ponerse así.

         Denny agacha la cabeza con aire arrepentido y pide perdón a Bonnie, que sonríe y  acepta las disculpas.

         Luego, Denny mira su reloj y masculla con aire impaciente.

         -¡Ojalá Axel estuviera ya aquí!

LOS OJOS DEL PANTANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora