CAPÍTULO 5º
RUIDOS EN EL CAÑAVERAL
Los cuatro amigos aún permanecen en silencio unos instantes más, tras volver a recordar las palabras del extraño viejo, ya que, la amenaza puede ser real o no pero el anciano ha sabido cautivarlos con su siniestra historia sobre Stwart Jenssen.
Finalmente es Denny de nuevo quien rompe el silencio reinante.
-Bueno, colegas –el joven da un paso hacia su bolsa de acampada y la abre, sacando de su interior una bolsita de plástico llena hasta la mitad de una sustancia verdosa y aromática-. Yo no sé vosotros, pero a mí, oír a ese jodido viejo loco me ha dado ganas de liarme un porro –levanta la bolsita llena de hierba de primera calidad y guiña un ojo a April.
-¿Oísteis lo que ese viejo pervertido dijo de mis tetas? –También April parece haber superado todo el asunto de la advertencia del viejo Arceneau, y se dedica a mirarse los enormes pechos a través de su escote.
-¡Oooh, sí! –Ríe Denny mientras termina de liarse el canuto-. ¡Ese jodido joputa no dejaba de mirarte los melones, April! ¡Seguro que ahora está cascándosela en algún cañaveral pensando en tus grandes domingas! –Enciende el porro y aspira el aromático humo, sintiendo como si de repente, todas sus penas y problemas desaparecieran por arte de magia.
-¡Denny, eres un perfecto imbécil! –Le recrimina la joven mientras se arrodilla a frente a él y, tras arrebatarle el canuto de entre los labios, le da una calada.
-¡Pero si a ti te pone que se fijen en tus tetas, cacho guarra! –Replica el joven, mientras magrea los senos de la chica por debajo de la camiseta-. ¡Seguro que hasta te has corrido!
April suelta una risita y se deja caer entre los tatuados brazos de su novio.
-¿Habéis oído eso? –De repente, Bonnie alza la cabeza y aguza el oído.
-¿Estás intentando asustarnos, Bonnie querida? –Sin dejar de acariciar los pechos de su novia, Denny alza la cabeza y sonríe a la chica rubia.
-No –responde Sea desde detrás de Bonnie-. Yo también lo oigo. Escuchad; suena como alguien moviéndose en el cañaveral.
-¡Oooh, vamos, Sean! –Denny, sin embargo, no parece dispuesto a seguir el juego de sus dos amigos, y sigue en su placentera labor de masajear los grandes senos de la voluptuosa April.
No obstante, debe desistir cuando la propia April alza la cabeza y se pone a escuchar también con suma atención.
-¡Yo también lo oigo! –Exclama la exuberante jovencita alzándose de encima de la hierba de un salto y acercándose a Sean y a Bonnie-. ¡Es cierto, suena como alguien moviéndose entre las cañas! –Susurra llevándose una mano a la boca.
-De acuerdo, chicos –finalmente, también Denny se levanta y se acerca a las cañas-. Lo habéis logrado, habéis llamado mi atención.
-¡Denny! –Exclama April con voz asustada-. ¿¡Te has vuelto loco!?
-¿¡Qué loco ni que joder!? –Y sin decir una palabra más, Denny se interna en el cañaveral unos metros, en busca del origen del ruido que sólo sus amigos parecen ser capaces de oír.
Poco después, desaparece entre las cañas.
-¿DENNY, ESTÁS BIEN? –Asustada, April da también un paso hacia el cañizal-. ¡RESPONDE, POR FAVOR, ME ESTÁS ASUSTANDO!
De repente, y una vez la joven se ha introducido también unos metros entre las cañas, Denny salta delante de ella, dándole un susto mientras él, divertido, se ríe ante su ocurrencia.
-¡IMBÉCIL! –Chilla April, propinando golpes a su novio en pecho y espalda con sus pequeños puños.
-¡Por Dios, April! –Finalmente, el joven bromista logra agarrar a su novia por las muñecas y detenerla, pero sin poder dejar de reír-. ¿De verás te asusté?
-¡Sí! –Exclama la pechugona April liberándose de la presa de su novio y dándose la vuelta visiblemente enfadada.
Mientras, Sean sigue pensando en que sus otros dos amigos están tardando demasiado y, finalmente, toma una decisión.
-Voy a buscar a Axel y a Alisha –informa mientras camina hacia la furgoneta-. ¿Me acompaña alguien?
La única que se apunta a la expedición es Bonnie, dejando a Denny y April al cuidado del campamento.
-Si lo ves, pregúntale si lleva algo de esa maravillosa hierba que suele vender por el Campus –pide Denny con una sonrisa, mientras comienza a liarse otro porro.