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Aún recuerdo aquellas noches en cama. Viendo mi mano, poniéndola frente a la luna pensando en aquella leyenda japonesa. El hilo rojo del destino que une a las personas a las que estas destinado a conocer... y al final de él, encontraras a la persona con la que estas destinado a casarte. El hilo puede estirarse, enredarse, pero jamás romperse. Me gustaba ver mi mano e imaginar al viejo en la luna. Imaginaba como volaba para buscar entre los recién nacidos, a aquellos que están destinados a conocerse, amarrando el hilo a sus meñiques.

En la época de navidad solía imaginar más bien a Santa Clos, repartiendo juguetes y poniendo nudos.

Así como cada navidad escuchaba los gritos de papá por que el whisky y el tequila se acabaron en la cena familiar. Eso hasta que mamá había comprendido que nunca cambiaria y empezó a comprar más por anticipado. Recuerdo como mi madre solía decir que en la casa Hollow olía a alcohol de diciembre a enero, mientras la nuestra olía a navidad todo el año.

El alcoholismo de papá lo llevo al final del camino de una u otra forma, tal vez no fue su hígado, pero el auto que pasaba mientras caminaba borracho buscando alcohol se le adelanto. Mi madre a pesar de lo que esperaría parecía llorar cual lluvia en noviembre.

Y mientras mamá lloraba yo volvía a mi mano, preguntándome si ahí estaría ese hilo rojo. Esa noche algo me despertó, de manera extraña a mamá no, el ruido no pudo haber sido más estruendoso. Provenía de la cocina, se cayeron los sartenes. Al salir de la habitación sentí un escalofrió que recorrería hasta la última parte de mi cuerpo, sin embargo, me resignaría a seguir, bajando las escaleras que parecían infinitas (tal vez necesitaba monóculo).

A mitad de camino alcance a ver una sombra veloz que atravesaba el pasillo. Al bajar otro escalón vería a esa misma sombra pasar a mi lado. Antes de subir, algo atrajo mi atención hacia el suelo. Mi copia de The weird town se había caído con el paso de la sombra. Vaya elección de libro decidió caer del librero junto a las escaleras... A cualquier persona le gustaría recordar a una niña psicópata mientras hay una sombra aterradora en su casa.

Sin remedio, debía seguir aquella sombra escaleras arriba, lo único que encontré fue la puerta del baño abierta y un chorro de sangre que se expandía. Me acerque lentamente solo para darme el susto de que mi madre se cortó la mano con una botella de vino.

A pesar de lo aterrador, me sentía decepcionado. Tal vez me estaba volviendo loco... Sombras veloces... si como no. Solo me quedaba regresar a mi habitación sin nada que decir, sin embargo, sentía un aura extraña emanar de la puerta. No había otra opción más que abrirla, así que giré la perilla y solo sentí frío.

Solo podía saber algo. Esta vez estaría realmente aterrado. Mi escritorio acomodado, mi cama hecha, y una chica sobre ella. Era imposible no verla, parecía que brillaba. Su piel clara, ojos grandes y grises, (fríos como la noche) y su pelo blanco. Su pelo que parecía hipnotizarme flotaba, así como su camisa se ondulaba. "La gravedad no le afecta" pensé.

-No hay remedio- dijo ella rompiendo el silencio–¿No dejaras de perseguirme cierto?

Me limite a entrar a mi habitación y cerrar la puerta lentamente. Sin tener idea alguna me encamine a la silla a lado del escritorio.

-Creí que, si tiraba ese libro, al verlo, te asustarías. Veo que no fue así- decía mientras por fin lograba tomar asiento – Eres un chico extraño. ¿Por qué no dejas esa silla y me haces compañía de este lado?

- ¿Por qué debería? - conteste sin otra cosa que decir...

- ¿Sigues pensando en ese libro cierto? Bueno, he de admitirlo, tal vez no fue una buena elección... pero fue el único libro que se me ocurrió para que me temieras. Se supone que no debería dejarte verme. Mi abuelo lleva mucho tiempo observándote, y la verdad, no logro comprenderlo... – se llevó las manos rápidamente a la boca -No debí decir eso- terminó diciendo sin mover sus manos y conmigo viéndola irse por la ventada como la sombra veloz que antes me había topado.

El caballero de la nocheWhere stories live. Discover now