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"En un valle con maíz, se suele recolectar maíz. Pero este campo de maíz es diferente.

Por el día huele a maíz y se escucha la briza entre las crespas. Los niños suelen jugar y beber a lado del campo. Las locuras de aquellos chiquillos que no imaginan el anochecer.

Al caer la noche, el ambiente se llena con olor a oxido. La briza no se atreve a soplar. Y las cabezas de los niños ya hacen de abono para el cultivo.

Al final de la temporada el granjero suele pasar con su recolectora sobre el campo. Sus ojos invisibles, cubiertos con una sombra, y una sonrisa que imagina los cientos de cráneos bajo el.

Cada luna llena, bajo ese brillo singular, suele beber una copa de vino, hecha con la sangre de aquellos niños.

Imagina una velada con la noche. Imagina una velada con la oscuridad. Cada luna llena con regocijo imagina las estrellas como las almas de los niños. Mira arriba sabiendo que él las puso ahí. Y descansa viendo al cielo. Viendo su obra estrellada."

Igual que en aquel cuento, decido ver las estrellas, pensando en ella. Me es inevitable recordarlo. Con las estrellas en sus ojos, la luz de la luna en su rostro. Y el inevitable hecho del terror que me provoco aquel libro de horror:

El amanecer se aproxima con cada segundo y no quiero que acabe la noche. No sin saber el significado. ¿Quién es su abuelo? ¿Por qué me observa? Muero de intriga con pensar en ello.

La noche se desvanece. No como su rostro...

Su rostro llena mi mente, al igual que los gritos de mi madre llenan mis oídos.

-Baja de ahí, debes desayunar- dijo mi madre haciendo gestos con las manos.

Por más que quisiera postergar el amanecer, es inevitable. Mi madre, quien ahora tenía la mano vendada, sirve un plato de cereal que después señalaría para indicar que es mío.

- ¿Con quién hablabas anoche? - soltó mi madre de sorpresa.

-Con nadie, puse una película para distraerme- conteste con una sonrisa. Al menos no solo lo alucine.

El resto del día fue bastante aburrido y lleno de regaños. Ella no salía de mi cabeza nuevamente y mis clases se basaron en mirar los arboles tras la ventana imaginándola sentada en una de las ramas como si me esperara.

Al caer la noche bajo a cenar mientras evito que mi cabeza caiga al platón de sopa por sueño. Agradezco la comida y me lavo los dientes. Mis únicas ansias que superaban a las de dormir eran las de verla. Mis vagos deseos no durarían mucho. Listo para dormir, entro a mi habitación y veo que mi cama ya está ocupada.

Hay un bulto bajo las sabanas. Me acerco lentamente para levantar las cobijas. La veo, viéndome, en posición fetal me ve por sobre sus rodillas.

"Creo que hoy tampoco dormiré" pienso antes de soltar una carcajada.

- ¿De qué te ríes? - pregunta estirándose y acomodándose sobre la cama.

-Nada, solo me da risa el creer que tampoco podre dormir hoy- hago una pausa y suspiro -tal vez así mis ansias por dormir por fin me distraigan de ti ¿No crees?

Aparece una sonrisa en su rostro y cubre su cara sonrojada con sus rodillas nuevamente - ¿Pensabas en mí? – Decía asomando sus ojos, parecían brillar, sin embargo, no había luz alguna que pudiera reflejarse en ellos.

Intento acercarme a verlos. Ella se asusta brevemente y se vuelve a esconder en sus piernas -Querías que te temiera... Pero parece que tú eres la asustada, no muerdo ¿Sabías eso?

Solo niega con la cabeza haciendo un movimiento brusco.

- ¿Quien se supone que eres?

Vuelve a negar con la cabeza.

- ¿Puedo sentarme?

Intenta no descubrirse y abre un espacio. Levanta los ojos y asiente lentamente.

-Ayer casi no tuve la oportunidad de hablar ¿Hoy solo hablare yo?

Permanece callada unos segundos y se acomoda para poder hablar -Lo siento. Ayer tuve problemas por hablar contigo, no supe que hacer... Debería dejarte dormir.

-Dijiste que tuviste problemas- me siento más tranquilo hablando con ella - ¿Qué pasara contigo?

-No lo sé, supongo que vagare un rato.

-Quédate aquí, dormiré en la sala- "¿Qué estoy haciendo?" -Supongo que te veré mañana...

Me detiene sujetando mi playera -Quédate... Bueno... Si quieres- me suelta y se enrolla en las sabanas.

-Bueno, dormiré en el suelo, solo bajare por mantas ¿Esta bien?

-N... No... No me refería a eso...

- ¿Quieres que duerma en la cama contigo?

- ¡Haz lo que quieras! -

Supongo que no tengo opción. Me recuesto viendo hacia la habitación mientras ella observa la pared. Espalda con espalda siento su respiración que se tranquiliza con cada suspiro.

Por el cansancio, logro dormir rápidamente. El amanecer pareciera de caricatura. El sol entra por la ventana y se escucha el canto de las aves. La paz reina en la habitación mientras me doy cuenta de que su brazo esta sobre mí y siento su busto sobre mi espalda. 

El caballero de la nocheWhere stories live. Discover now