Aquel alfa había descubierto que era Omega o al menos eso era lo que mis sentidos me decían, aunque ¿Cómo algo así era posible? Me asegure de usar los supresores, de mantenerme fuerte y no mostrarle mi debilidad pero nada había funcionado. Estaba en serios problemas.
–Entra, tardaremos un poco con esto–. Empecé a temblar, su voz se había tomado más grave imaginándome lo peor de todo.
–No, no entraré... ¡He venido por el paquete y no me iré sin él! Pero no dejaré que me ponga una mano encima–. Le respondí con los nervios a flor de pie, agradeciendo que mi voz no fuera tan temblorosa y aún me manteniera en mi posición. Fácilmente podría confundirlo y hacerme pasar por un beta.
Me observó con una sonrisa burlona incrementando mis nervios inmediatamente. Claro, era algo imposible porque por más que trataba de fingir en ser alguien que no, nunca llegaba a engañar a las personas.
–Bien, si no entras no te daré lo que quieres–. Fue lo único que dijo, con calma y tranquilidad dejándome una pequeña discusión de que hacer; necesitaba esas drogas para cumplir mi tarea, pero no quería que algo malo me pasará.
Suspiré abrazando la mochila que tenía entre mis manos, el arma me serviría de ayuda si llegaba a tener un problema. Así que me decidí a entrar. Di los primeros pasos e ingresé a la casa con pasos temblorosos; esta se encontraba más destruida que por fuera, la única luz que alumbraba la pequeña sala era la de la calle y los muebles estaban polvorientos. Olvidados.
Escuché como la puerta fue cerrada detrás de mí y mis sentidos se pusieron alerta por cualquier peligro. Solamente éramos él y yo, si llegaba a soltar un grito este no sería escuchado con facilidad. Pase saliva nervioso.
–Muy bien niño, ahora dime ¿Quién te mando?– Me quedé mudo, ¿Debería de decirle aquello? Tal vez era una trampa y ponía en riesgo al jefe. –¿No dirás algo acaso?
Me volteé a su dirección y mire como caminaba lentamente hacia mí, por instinto empecé a retroceder sintiendo como el miedo era mucho más potente.
–Sólo deme lo que me prometió–. Hablé al fin, después de un largo silencio.
–¿Crees que será así de sencillo?– siguió caminando hacia mí y yo retrocediendo hasta pegar con la pared, no tenía escapatoria. –Porque mejor antes, no nos divertimos...
Era poco posible que los supresores aun detuvieran mi aroma, estaba asustado y mi aroma se dispersaba en grandes cantidades.
–Solo deme...
–¡No! Eres muy lindo y te ves delicioso, anda no te opongas–. Se acercó completamente a mí, lo mire aterrado y después a la sala en busca de una salida pero no. No encontré una salida de emergencia.
–No–. Respondí tratando de mantener la calma, aunque a estas alturas eso era imposible.
–No es como si tu opinión me importará–. Todo pasó bastante rápido, sus ojos se tornaron de un café más oscuro y me tomó de las caderas con fuerza. Demasiada fuerza que me hizo chillar.
–Déjeme...– No lo pude evitar. Solté la mochila para tratar de separarlo, pero era mucho más fuerte que yo.
–Mmm, ¿Cómo que un pequeño Omega es parte de la mafia?– Se acercó a mí cuello, olisqueando este con descaro.
–N-No ¡Suelteme!– Me removi ante su tacto, el pánico me impedía hacer algo, poner fuerza para separarme. –Basta, no...
Seguí pidiéndole que parará, mis lágrimas ya estaban callendo pero a aquel alfa no le importó pues parecía que disfrutaba acariciando mi cuerpo, tocándome por encima de mis prendas. Logrando que me sintiera destruido.
–¡Déjeme!– Grite con dolor antes de que continuará, antes de que me despojara de mis prendas y sucediera lo peor. Y milagrosamente paró; sus movimientos se detuvieron y su cuerpo se puso tenso.
–Cállate maldito Omega– Y ahí estaba nuevamente, aquella voz de mando que utilizaban sin ningún problema haciéndome sentir inferior, sumiso. Era algo inevitable que me destruía por completo.
Mis lágrimas fueron más potentes al igual que el sonido de mis lloriqueos, pero el chico había conseguido lo que quería pues no podía hacer nada. No podía poner resistencia alguna porque sabía cuál era mi lugar.
–Calla pequeña zorra–. Mi pecho dolía, mi cuerpo se sentía débil y lo único que quería hacer era desaparecer. Mi camisa fue sacada sin cuidado alguno y su cuerpo estaba pegado al mío; estaba atrapado en el peor de los casos.
Era un simple Omega que no se podía defender, este sería el final ¿Dejarme dominar por un alfa y que este se aprovechará de mi cuerpo?
Soltó un gemido ronco y llevo una de sus manos a mi pantalón, intentó desabrochar este y mi cuerpo empezó a temblar sintiendo asco. No podía dejar que eso pasará, no podía dejar que se aprovecharán de mí otra vez y mucho menos de esa forma. Me había acostumbrado ya a nunca ser tratado bien, pero nunca había experimentado algo como esto. Me causaba asco de mi mismo debía de admitir, pues era bastante débil para hacer algo al respecto.
Alcanzó a desabrochar los primeros botones de mi pantalón y con el coraje que tenía contenido lo golpeé en su entrepierna con las pocas fuerzas que me quedaban, no fue tan duro pero si lo suficiente para separarlo de mí.
–¡Maldito!– Se llevó su mano a la zona golpeada y me miró con furia, estaba bastante asustado aún. –Te arrepentirás de haber hecho eso...
Nuevamente trató de tomarme entre sus brazos, pero está vez fui más rápido alejándome de su alcance. Tenía que huir ahora y no me hice esperar; tome mi camisa y sin importarme el cumplir con la tarea salí corriendo de la casa, corrí y corrí hasta perderme de vista. Hasta que estuve fuera de su alcance. Lejos de sus manos.
Y entonces pasando ya un buen rato, cuando mi respiración ya estaba estable y mi corazón tranquilo decidí que era momento de regresar a la mansión. No tenia a donde más ir, estaba seguro que el jefe Min me perdonaría por no haber obtenido la droga por lo sucedido. Estaba confiado en que él me entendería.
Suspiré cansado caminando de regreso, el ser Omega era muy difícil que hasta yo en ciertas ocasiones lo detestaba. Este era uno de esos momentos, pues mi posición me hizo vivir todo lo que sucedió horas atrás. Porque los omegas eran débiles, porque se doblegaban a las órdenes de los alfas, fuera quien fuera. Y sí, ya me estaba cansando de eso pero ¿Qué podía hacer yo?
–¿Merezco todo esto?– Le susurre a la nada. La noche estaba fría y tranquila, el cielo se admiraba lleno de estrellas que te podían llevar a otro lugar. Mirar ese paisaje me trasladaba al bosque; correr en mi forma de lobo por el bosque sin preocuparme por nada. Era sumamente reconfortante.
Deje salir mis lágrimas nuevamente, por ser utilizado como si fuera un muñeco, por el sentimiento que me envolvía desde horas atrás. Estaba impresionado porque después de derramar tantas lágrimas tenía muchas aún.
Respire hondo, limpie mis lágrimas con rapidez y entre a la mansión sin esperar un poco más. No se observaba alguien cerca, como si todos ya estuvieran dormidos o escapado de mi vista.
Confundido camine en dirección a mi pequeña habitación, pero no pude entrar pues al estar frente a esta se encontraba el jefe con las manos cruzadas, con su ceño fruncido y malhumorado.
Pase saliva, nervioso. Su mirada me dijo que aún no había terminado el problema y ahora se venía lo peor.
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El Peligro De Amar; YoonMin - Omegaverse
Fanfic"Acatarás todas las ordenes que yo te dicto, te guste o no porque yo soy tu líder. Tú eres mío". Tras la muerte de sus padres y una vida llena de dificultades, Park Jimin se ve obligado a unirse a "frightening silence" la mafia más peligrosa de Core...