Capítulo 2.

881 52 1
                                    

12 de marzo

En la redacción se sabía cuando las cosas iban mal por el ruido. Cuando había una boda o una infidelidad en el mundillo de las celebridades y todos iban a poder pagar el alquiler un mes más, los dedos tecleando y las conversaciones tranquilas entre compañeros hacían parecer la fría habitación blanca casi acogedora.
Pero cuando no pasaba absolutamente nada las órdenes a gritos, los suspiros y las idas y venidas rompían la calma habitual. Aquel era uno de esos días, y Mimi, junto con los otros fotógrafos, escuchaba distraídamente las quejas del director.
- ¡Esto no puede ser!- exclamaba el hombre. - ¿Es que aquí nadie se pelea? ¿Ningún escándalo? ¿Cómo pretendeis que lleguemos a fin de mes con más fotos de parejitas felices?
Todos pegaron un respingo cuando tiró la carpeta llena de fotos contra el escritorio.
- ¿Y qué vamos a hacer, pedirles que se divorcien? - la voz de la chica rubia se alzó entre el grupo de fotógrafos cabizbajos.
El director le contestó, exasperado.
- ¡Hacedlo si es necesario! ¡Os quiero pegados a cada famoso de este país! ¡Si tiene mas de diez mil seguidores en instagram quiero saber dónde vive su madre, con quién se acuesta, cómo se llama su perro, sus notas de cuarto de primaria, pero por Dios, dadme algo!
Los fotógrafos asintieron, resignados, antes de marcharse. Solo dos se quedaron, una vez que el jefe se lo hubo pedido.
- Mimi, Agoney. - los miró con una mezcla de enfado y pena que les puso los pelos de punta. - Sabéis que estamos pasando por un momento difícil. Tenemos tantos gastos...y con esta crisis no es fácil.
Los chicos se miraron. Estaba claro de qué iba el discurso que estaba soltando su jefe. Ambos sabían que tenía que recortar la plantilla y ambos sabían que se iba a deshacer de los más jóvenes.
- Veréis, es complicado. Me veo obligado a comunicároslo. No sé cuánto tiempo podremos aguantar. Tengo claro que uno de vosotros dos va a tener que irse en menos de un mes.
Vuestro trabajo, lo que me traigais aquí, decidirá cuál. Y ahora, marchaos en busca de una exclusiva. Vuestros empleos dependen de ello.
Se fueron sin mediar palabra. Una vez en la calle se miraron, evaluando las capacidades del otro. Siempre habían sido compañeros, no competidores. Apenas duró unos segundos, antes de que se apresurasen a marcharse en direcciones opuestas.

14 de marzo

Una chica alta entró en la cafetería. Nada en ella sugería que fuese algo más que una joven normal, desde las sacudidas de su coleta rubia al andar hasta el gran bolso negro que llevaba al hombro. Se sentó en una mesa medio escondida en una esquina, donde otra persona ya la esperaba.
- ¿Tienes algo para mí?- preguntó Mimi, nada mas haberse sentado.
El hombre no dijo nada, solo sacó una fotografía de una carpeta azul que había puesto en la mesa. En ella se veía a una joven morena, delgada, bailando junto a otra chica.
- ¿Ana Guerra bailando?- Mimi parecía decepcionada. - ¿Para esto me has llamado, Ricky?
- No es solo Ana Guerra bailando. Es Ana Guerra bailando en mi bar, uno de los bares gays más famosos de esta ciudad.
- Eso no significa nada. Podría estar ahí por cualquier motivo.
Ricky se inclinó sobre la mesa.
- He visto cosas. Las celebrities dejan de ser cuidadosas cuando se emborrachan. ¿No me crees? Ven esta noche. No te decepcionará. Esta exclusiva nos va a hacer ricos.
Mimi resopló, molesta. Estos aficionados, creen que saben investigar y siempre acaban llevándola a rumores falsos. Aún así, decidió que merecía la pena una visita al bar de Ricky esa noche.



Detrás de la cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora