Capítulo 3: El secuestro

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2 semanas después

Cualquiera pensaría que las vacaciones son esos magníficos días en los cuales solo tienes que relajarte o viajar o solo ser otro estúpido que cree que nada malo va a suceder durante el transcurso de estas y que por lo tanto tendrás cosas muy interesantes que decir y publicar en las redes sociales. Bueno, ese no era el caso de la familia Salazar. Y en el caso de Adriano era menos idóneo pensar que el siquiera tomaría fotos de algún momento feliz o el cual la gente lo tomaría como un momento de diversión, este no tomaría una. Lo que es curioso es que desde niño siempre mostraba una actitud con tendencia a la irritación si es que lo querían provocar y a ser una persona un tanto negativa por diversas causas como algún mal momento o por su idealizado perfeccionismo. En lo que respecta a su rutina, era la misma, aún después del funeral su rutina seguía siendo la de un típico adolescente, pero de una manera un poco inusual para el joven peruano promedio. Lo que sucede con Adriano es lo siguiente: es lo opuesto a un típico adolescente y es difícil relacionarse con él, sobre todo, si eres varón, en especial cuando no puedes hablar de los temas que le fascinan o si te comportas como le gustaría como la literatura; los videojuegos, un tanto fácil para un buen grupo de los jóvenes, tener un comportamiento educado y similar al de un conde o, lo que la mayoría de la población, según él puede aspirar la sociedad en la que vive, el de un caballero; ser de su misma ideología, la cual abarca desde lo político hasta lo social; y ser capaz de ayudarlo en todo. Bueno, respecto al último punto, sería más bien como que él buscaba a alguien que le fuese leal y que siempre estese dispuesto a ayudarlo en lo que sea, sin importar si era algo malo o bueno, pero a la vez que fuese un amigo ideal para él.

En lo que respecta a Lucía, era la segunda en despertarse de toda la casa y en el acto realizaba sus deberes los cuales eran hacer la cama; bañarse, si es que no podía ir al gimnasio; vestirse con algo fresco por su menopausia, ver algo en la televisión con el fin de darle a su hijo algo de tiempo para que pierda su tiempo con el celular; despertarlo; hacer el desayuno; y terminar el resto de los quehaceres domésticos. La muerte de Robert de algún modo le permitió ser más perceptiva sobre como la muerte de un familiar afecta a todos, pues entró en un gran período de depresión cuando su padre murió tres meses atrás, el cual por supuesto hace que cualquiera se sienta miserable y lo desconecta del resto, ya que, a pesar de que los más cercanos al difunto, también están sufriendo la perdida, no son capaces de ver lo que sucede verdaderamente a lo largo de las semanas. Algún ejemplo de ello sería que la muerte trae más muerte, especialmente con aquellos que son suicidas o viejos, debido a que eso mismo paso con dos ancianos del vecindario donde vivía Robert. Como sea, volviendo con Lucía, se percató de todo lo que estaba pasando a los residentes de la casa. El ambiente de nostalgia en toda la casa; los movimientos más lentos y pesados de Amanda; los pequeños lloriqueos de Bianca, aunque curiosamente desde el funeral, ella mostró una gran mejoría en la crianza de su hijo, a pesar de que la anorexia seguía presente en su vida, ella empezaba a desarrollar un nuevo trastorno: la bulimia; su hijo con una actitud de muerto por dentro el cual podía seguir con su rutina de hacerse el apático desde los once años cuando vio La Dama de Hierro, el cual solo emplea como un sistema de defensa contra el bullying; y el perro de la familia estaba mostrando los famosos síntomas de depresión canina: falta de apetito, adelgazamiento, al igual que el perro Hachi de ¨Siempre a tu lado¨ se sentaba en un lugar determinado desde la mañana esperando a que su amado dueño, aunque en el caso de esta familia Robert era su paseador, volviese para despejar en el pobre animal la agonía que representaba no tener a un ser amado. Incluso, pudo seguir con su rutina de madre soltera de una manera mucho más fluida sin permitir que la pena la agobiara y entorpeciera en la labor de sus actividades.

Mientras tanto, en el caso de Bianca, ella no se vio tan afectada como la mayoría pensaría. De hecho, ella era de recuperarse rápido de estas situaciones, a pesar de que si mostraba tristeza por eventos como estos; sin embargo, la familia siempre se olvidaba de este detalle, pero nunca de que ella necesitaba ayuda pronta con su anorexia, la cual iba a recibir tratamiento dentro de dos meses para que ella pudiese curarse antes de que su trastorno le hiciese un daño realmente grave. Su rutina era la misma de siempre, no obstante, para sorpresa de la familia mejoro como madre, puesto que se tomaba con mayor seriedad los cuidados que ella debía tener con Matías, ya no iba a salir con sus amigas ni dejaba la responsabilidad que le correspondía a su ya anciana madre o a Lucía, y se volvió más paciente con su hijo. Si bien demostró haber crecido como madre y persona, ella seguía siendo la delicada alma que siempre fue, ya que siempre tenía tiempo para llorar a su tío, mas lo hacía en un corto tiempo. Además, consideraba volver a estudiar la carrera de administración para poder brindarle un mejor futuro a su hijo, aunque sabía que en algún momento su padre vendría, pues a pesar de que ella le dijo que no quería verlo, sabía que al fin y al cabo él tenía todo el derecho de ver a su hijo, encima él era quién cubría sus gastos y a veces aprovechaba para poder conseguir algo más de dinero.

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