-¡Spay!-grito Adriano, sacudiendo me-. ¡Despierta!
Y de forma brusca mostré que aún había vida en mi cuerpo con un movimiento rápido y cargado de energía en mi cabeza y mis patas.
-¡Spay!-dijo Adriano abrazándome.
Miré a todos con mucho entusiasmo, me paré, olfatee a todos e intenté subirme a los hombros de Adriano en lo que meneaba la cola.
¿Fue real lo que ví? Solo recuerdo haber sentido a tres entidades enemigas: una serpiente, un arácnido y un ciempiés. Pero no eran eso. La forma, la tenían, pero no eran eso precisamente. Había algo distinto en esas criaturas que a pesar de no haberlas visto, me quedaba claro que no eran algo que la increíble naturaleza fuera capaz de crear. Y en caso de hacerlo era algo irracional. No era lógico. La única explicación a la existencia de esas criaturas y a sus capacidades era que toda mi vida fuese un sueño, pero sabía que no era así.
-Deberíamos llevarlo al veterinario-sugirió Lucía, la madre de Adriano, con algunas lágrimas en la cara, tanto por el fallecido como por mí-. Tendrá cierta edad, pero no significa que no despierte después de darle media hora de sacudidas.
No era oportuno que me llevarán al veterinario. Sí lo hacían, solo lo haría uno de ellos, aunque tal vez me lleven dos a ese horrible lugar, pero aún así estarían vulnerables al ataque de esas criaturas. Además, no estaba tan mayor, solo tenía diez años. Además, lo que verdaderamente importaba era que mi familia estuviera segura. El problema era que no sabía cuándo ocurrirían los eventos o si habrían indicios de lo que va suceder.
Mientras tanto, en lo que Spay craneaba algún plan para salvar a su familia, las mujeres de la familia decidían por el adolescente sobre lo que había que hacer con el animal.
-Hay que dejarlo descansar al pobrecillo-dijo Amanda, la tía-abuela de Adriano con sus setenta y tres años, a pesar de tener la apariencia de una mujer de cincuenta años-. Y si vemos que se sigue comportando así lo llevamos con el veterinario para poder cuidarlo mejor.
-Creo que por hora deberíamos poner agua de azahar en su fuente de agua y a partir de allí ver si haré efecto o no- esa era Aldana, prima de Adriano, quien vino desde Alemania para consolar a la familia y despedirse de su abuelo-. Quise decir ahora y hace en vez de los haré en ese orden- corrigió su error producido de no haber practicado debidamente el español en sus tiempos libres a los veintitrés años-.
-Opino que deberíamos vigilar sus síntomas en los próximos días y si sigue como ahora, lo llevamos al veterinario- sugirió Bianca, la tía de Adriano, con un cuerpo de biológicamente de treinta y cinco años debilitado por la anorexia, lo cual marchitaba sus bellos rasgos, en lo que cargaba a su hijo de unos cuatro meses de nacido-.
-Opto por el plan de Bianca- dijo la última de todas las mujeres, Lucía, madre de Adriano, con sus cincuenta y un años de edad, a pesar de que aparentaba treinta y cinco-. A pesar de que el agua de azahar lo ayudaría, podría también afectarlo negativamente. Después de todo, no despertó después de varias sacudidas que le dimos, así el azahar podría ponerlo en coma.
Todos en silencio aprobaron la decisión de Lucía. Sin embargo, en lo que los demás estaban pensando en lo mejor para Spay, este pensaba en lo siguiente: ¿Y si solo fue una alucinación?¿Cómo puedo tener la certeza de que este fue un episodio sin sentido alguno y qué nada malo iba a suceder? Pero había un detalle. El instinto de los animales por lo general no es erróneo, es más cuando más peligroso y serio es un acontecimiento, por lo general es más certero que ocurra la razón de la preocupación. Así qué ¿Cómo se podría proteger a los que más amas, cuando ni siquiera les puedes avisar de un peligro inminente?
-A mí me parece que está un poca depresivo por mi abuelo-dijo Aldana-. Digo poco-se corrigió al instante-.
Todos estuvieron de acuerdo con lo que dijo Aldana y optaron por dejar a Spay en casa y ver cómo amanecía mañana, mientras que los demás se fueron a dormir, no sin antes que Adriano llenará el plato de comida de su perro y le pusiera su tazón de agua un poco del mismo líquido y azahar. Al final de todo resultó ser una noche tranquila a pesar de haber un funeral, para la familia.
Mientras que los demás dormían, Spay seguía preguntándose como sería capaz de salvar a sus seres queridos, pues ni siquiera sabía si había un orden o si todo ocurría en la casa o lugares diferentes o si ocurrirían eventos de manera simultánea. ¿Qué podía hacer en esta situación?¿Y si olfateo dónde estaban esas criaturas? Tal vez pueda conseguir algo de información y de algún modo poder advertir a mi familia del peligro al que íbamos enfrentar. Pensó y pensó por casi una hora, hasta que los efectos del agua de azahar empezaron a quitarle la capacidad para mantenerse despierto y de pensar. Finalmente, Spay acabo recostado en su cama, pero olfateo algo diferente a los olores habituales de la casa; sin embargo eso fue lo que lo aceleró la caída de sus párpados y antes del que el sueño causado por el dulce aroma, pudo ver unas luces verdes a su alrededor las cuales le borraron la memoria.
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El Perro
ParanormalSegundo cuento de "Cuentos de terror introductorio a la saga de fantasía Perú oculto". El Perro te cuenta la historia de Spay, un perro mestizo de la familia Salazar y que de algún modo es familiar de Pocha, la gata protagonista del cuento anterior...