Capítulo 4: ¿Qué...?

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Adriano, Lucía y Amanda:

Dentro de la sala, Adriano, Lucía y Amanda estaban pensando sobre lo qué iban a hacer. Les quedaba claro que esas mujeres podían leer sus mentes y controlar a los miembros de Los Tres Grandes Clanes, no obstante, también se acordaron de los engendros a los cuales enfrentaron hace unos minutos y los cuales parecían tener habilidades más allá de la que la naturaleza le brinda a sus hijos. Respecto al último punto, tenía sentido pensar en ello, es decir no es lógico que criaturas capaces de darle poderes como los que habían presenciado en Alba y Urna, tomasen la decisión de dejar que unos postulantes involuntarios puedan matar a su propia raza.

Después de unos pocos minutos los tres relajaron sus músculos y empezaron a discutir sobre su decisión.

-Tenemos que hacer una decisión ahora-inauguró la conversación Lucía-.

-Lucianita, debemos pensar cuidadosamente-dijo aún agitada Amanda por lo vivido hace poco-. No sabemos si todo lo que dicen es cierto.

-Para serte sincera, tía, creo que hay cosas que no nos han dicho-respondió Lucía-. Pero seamos realistas, sea cual sea la decisión que tomemos acabaremos perjudicados, a no ser que un milagro nos salve de esas dos.

Ni bien terminó esa oración, un escopetazo se escuchó de la cocina.

-Te oí, pe...-Alba no pudo terminar su oración, puesto que Urna la abofeteo- Auch, maldición, Urna.

-Cállate, Alba- le reprendió Urna- y en cuanto a usted, Lucía, le recomiendo moderar su forma de referirse a nosotras, a no ser que quiera que le obligue a tomar la decisión ahora. Además...

No pudo terminar la última oración, pues fue interrumpida por una explosión nacida del tercer piso.

-Ve a ver que fue eso, Alba, y hazlo de inmediato-ordenó-.

- ¡Ya! -dijo a regañadientes-.

-Si la situación es más fuerte que tú, ya sabes qué hacer- le recordó Urna.

-Muy bien- respondió con una cara y actitud más serias.

Después de esperar unos segundos a que Alba este lejos se dirigió a los tres.

-Volviendo desde dónde me quedé. Además, nosotras decidimos si le damos fin en el acto a Bianca- terminó su amenaza anteriormente interrumpida-.

Bianca y Matías:

Bianca infestaba todo el baño con su miedo a la desesperación, no obstante, se las arregló para calmarse lo suficiente para idear un nuevo plan. Volvió a reflexionar sobre lo que debía hacer, pues sabía que su desesperación no le permitiría idear un plan lo suficientemente bien hecho como para poder escapar con el menor daño posible o sin alguna dificultad demasiado grande como para acabar devorada junto a su bebé.

Al final, lo logró. Lo primero que hizo fue revisar con mayor cautela el baño para asegurarse de que poder hallar algo de utilidad. ¡Bingo! Encontró una toalla blanca al fondo del cajón donde guardaba distintos objetos para la higiene personal. Ya sabía qué se podía hacer para sobrevivir y ayudar a su familia. Antes de poder pasar a la segunda parte de su plan, escuchó fuertes golpes.

-¡No, ahora!- exclamó después de ver cómo la puerta y la ventana ya no durarían otro golpe más y si lo hacían, era muy probable que las criaturas de todas formas podrían entrar con las nuevas aperturas que sus siguientes golpes harían.

Su cuerpo ya hecho de nervios, un ritmo cardiaco fuertemente acelerado y repleto de adrenalina empezó de manera instintiva y ágil a seguir el plan. En menos de treinta segundos fue capaz de empapar la toalla con el alcohol medicinal y froto con el mismo la puerta y la ventana con el debido cuidado que era necesario y con una gran valentía, a pesar de que en cualquier momento esos animales podrían simplemente haber roto en el acto la puerta y ventana para matarla junto a su hijo en cualquiera de los pocos segundos que le tomó a Bianca hacer eso. Después, se adelantó con mucho cuidado a la tercera parte: Prenderles fuego a esas zonas, obviamente manteniendo la distancia debida del fuego. Finalmente, debía romper la puerta, usar su lanzallamas improvisado cuando fuese necesario, cuidar de que su hijo dormido no se caiga en la trampa de esos animales desalmados y una vez que ya lograse escapar del hogar, iría por ayuda.

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