Capítulo Ocho

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Eran asi como las ocho de la noche, donde las luces de afuera alumbrabran el vecindario tan aburrido de Min Yoongi.

Las personas se acurrucaban comodamente en sus hogares, y Jimin y Yoongi se preparaban para dormir en esa lluviosa noche. Los truenos y relámpagos eran la dulce melodía que hacía que los oídos de Min Yoongi se relajaran y este buscara más el sueño, mientras que Jimin temía de su vida por esos fuertes sonidos que retumban en sus oídos.

Narra Park Jimin:

—¡Jimin! ¿Cual es el cepillo de dientes que usas?— caminé por el pasillo hasta enfrentar la puerta abierta del baño, Yoongi estaba en el lavamanos mirando los dos cepillos de dientes que posaban en ese lugar.

—Yo uso el azul ¿No ves que es más bonito que el rosado?— hablé de forma suave y algo tímida, esos truenos me tenían nervioso y algo manso en todos los sentidos. 

—¿Pero eso no puede ser? Si desde el principio yo he usado el azul. ¡Te compré el rosa para ti porque creí que te gustaría!— abrió su boca ofendido y luego pensé en sus palabras por unos segundos con mi vista perdida en esos dos cepillos de dientes.

Hemos estado...

¿¡Usando el mismo cepillo de dientes!?

¡POR CUATRO MESES!

—¡QUE ASCOOOO!— chillé de inmediato al pensarlo e hice una cara de disgusto, fue inevitable imaginar que ambas bocas fueron limpiadas del mismo instrumento. Que todo lo que Yoongi habia comida con sus dientes fue restregado en los míos.

—¡Por favor Jimin! ¡No seas plástico! Miralo del lado bueno, ya tuvimos nuestro beso indirecto de cada mañana y no lo sabíamos hasta ahora.— fruncí el ceño y le maldije con mi mirada al escucharle decir tal estupidez.

—Entonces desde ahora usaré el rosado ¡Y no se diga más!— alcé mi voz como todo un valiente tigre en la selva, hasta que el restrego de un trueno logró callarme y agachar mi mirada que que antes alcé con tanta demandía, convirtiendome en un tierno gatito asustadizo.

Noté como Yoongi se confundió ante mi actitud tan repentina, sus manos tomaron las mías y sus labios me susurraron con una sonrisa.

—¿Estás bien? ¿Acaso fue el ruido?— su preocupación e intenciones en esos momentos me pusieron las mejillas ardientes y rosadas, la vergüenza que me provocaba en esos momentos me dejaba tan debil ante él. Su sonrisa, su tacto y palabras ¿Como es que pudieron hacerme sonrojar como tonto?

Suspiré pesadamente y levanté mi mirada con una sonrisa en mis gruesos y brillantes labios fingiendo estar como nuevo y que nada pasaba.

—Tranquilizate cabeza hueca, ya vamos a dormir, tenemos un largo día mañana.— fingí estar totalmente tranquilizado, cuando por dentro, mi alma y autoestima se estaban destruyendo.

La noche anterior estaba hablando por video llamada con Jeon. Parecía tan feliz de a ver hecho esa cirugía plástica a esa chica que sus ojitos brillaban de alegría. Supuestamente, me dijo que vendría a verme el fin de semana siguiente, claro hasta que alguien abrió la puerta de mi habitación con su cuerpo sin camisa y gritando "¡LA CENA ESTÁ LISTA JIMINNIE!" entonces, ahí fue cuando Jeon por poco explota del enojo.

Me gritó e insultó sin piedad.

«¿Porque carajos él puede entrar a tu habitación como si nada?»

«Eres una jodida zorra ¿Caíste tan bajo como para ser me infiel con tu compañero de casa?»

Fue una pequeña pesadilla, la que siempre tengo cuando él se enojaba conmigo por cualquier cosa que hiciera mal.

He call me daddy (EDITANDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora