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-¿Qué paso con Dio?

-Creó que le afecto saber que tiene esa mancha.- sonreía con malicia, así que...así se sentía Dio cuando sonreía.

-¿Estas bien Jojo?

-Si, no me molesta esa mancha padre... de hecho creó que le da personalidad a Dio.

Mi padre sonrió ante mi comentario. Claro personalidad, sin decir que cuando me vio en la cocina comenzó a tener esa erección. 

-¿Dio, papá quiere saber si vas a desayunar?- toque la puerta por tercera vez, tenía seguro, pero sabía que estaba ahí quizá avergonzado de lo que ocurrió, tal vez limpiándose la mancha...tal vez, aunque imposible, pensando en mí.-¿Dio? Se que estas ahí.

-¡Lárgate!- aquella voz me enchino la piel. ¿En verdad eres el mismo diablo, Dio?

-Dio, el desayuno es el alimento más importante del día. Serás un debilucho para siempre, no crecerás, los nutrientes te ayudan a que tu cabello tenga un brillo espectacular...¿Dio?

La puerta se abrió de golpe, solo su rostro pálido salio por la pequeña entrada, sus cabellos estaban mojados y sus ojos completamente rojos.

-Ah, te estabas duchando.- me sentí mal, obviamente sus ojos irritados eran por el shampoo.-¿Dio, estas enojado?

-¡Vuélveme a decir enano y debilucho! ¡Te reto, Jonathan, te reto!

-Generalmente las personas de baja estatura son mas tiernas...adorables y...- cerro la puerta de golpe para luego abrirla de nuevo.

Con la toalla sobre su cintura, su cuerpo bien formado, aquel torso marcado pero no de manera tosca, esa piel blanca y cremosa, sus pezones rosas erectos por el frío ambiente, sus largos brazos y fuertes sin dejar de verse débil.

-¡Hijo de perra, te lo advertí!

Me dio una fuerte bofetada, su mirada ámbar brillaba como la miel, aquellas gotas no hacían más que favorecer su cuerpo.

-¡Oye! ¡Yo solo dije que...! Dio, eres un maldito estúpido.

-Colmas mi paciencia, Jonathan.- me contestó con voz quebrada.

-Vuélveme a decir estúpido, Dio, te reto.- le sonreía, por alguna razón me gustaba hacerlo enojar, me gustaba verlo...así... ¡Dios como quería que me retará!

La puerta estaba abierta, bastaba un solo empujón para desconcertar a Dio y cerrar la habitación con seguro, lanzarme sobre él...o tan solo quitarle aquella toalla, dejarme contemplarlo, aquel cuerpo, de niños nos bañábamos juntos, su espalda era tan tersa y suave, siempre dejando que me recostará sobre ella...que tanto habrá cambiado esa hermosa espalda.  

-No, Jojo, no soy un tonto.- se acercaba a la habitación, tomo la perilla.-Como tu, Jonathan.

Me mordí los labios, sus ojos ámbar me miraron con cierta preocupación, su rostro se turbo de alguna manera, sin darme cuenta me lance sobre él, mis manos se posaron sobre su cintura, rodeándola, en la unión de la toalla mis dedos la jalaron. Dio estaba más perdido en mis ojos que en mis acciones.

Baje un poco la mirada para poder verlo, aun tenía aquella fuerte erección, acerque su cuerpo justo para que su miembro chocará con él mio, en éxtasis, moví un poco a Dio que seguía viéndome a los ojos.

-¿Que estas haciendo?- su voz pareció sacarme de aquel sueño maravilloso, empuje a Dio al piso, el contrajo sus rodillas así cubrió su cuerpo.-¿Que te esta pasando Jonathan? ¡Somos hermanos!

Aquel grito atrajo la atención de nuestro padre.

-¿Que ocurre allá arriba?

-Nada.- grite yo, Dio ya había cerrado la puerta con llave otra vez.

Moreno míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora