Capítulo 2-3

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Punto de vista de Daisy

Desperté frente a mi computador prendido. En la pantalla se leían las palabras "Game Over". No supe reconocer qué sucedía hasta que sonó mi alarma: "6:00 a.m.". Miré mi celular, escuchando la canción que puse por alarma, y miré nuevamente la pantalla. 

—No vuelvo a hacerle caso al anuncio de LOL...— Mascullé, levantándome con esfuerzos y cerrando todo cuanto tenía abierto en el aparato. Tomé mi celular y me metí a bañar, siquiera para que tuviese un momento de música en el día, que iba a estar bastante interesante: Desde el primer día en que entró la nueva, noté que varios quedaron enganchados con ella, incluyendo a Rubí... Y yo, aunque no quiera admitirlo. ¿Pero es que cómo no evitarlo? Si ella es tan...
Salí de bañarme y me cambié con lentitud. 

Desde el primer día, noté que Celeste le tenía bien puesto el ojo: todo el tiempo la veía, en zonas bastantes específicas, a decir verdad; y dudo que no vaya a desaprovechar cualquier oportunidad para hablar con ella.
Pero yo voy a evitar eso. Me decidí a mantener a Celeste lo más ocupada y distraída que pudiese, para así alejarla de la nueva... E intentaré conseguir tiempo para hacer cualquier cosa que me "sume puntos" y esa chica acepte estar conmigo... Claro que... La mantendré más cerca de mí que de la "Pelos Rojos", y cualquiera de los estudiantes que le quieran poner una mano encima.
Comencé a preparar mi almuerzo para la escuela, con el pelo aún mojado.

Aunque... También tendría que idear algo para mantener alejada a Rubí de Jade, porque noté que de verdad le había gustado, y no quiero que esté estorbando en nuestra relación, todo el tiempo.
¿Por qué estoy pensando esto? ¡No soy una mala persona!
Creo.
Saqué mi bicicleta a la calle y me puse mi casco; segundos después ya estaba conduciendo a mi día de clases. A mi cárcel voluntaria, de otra forma dicho. Tardaría un buen rato en llegar.

Me fui pensando en qué podía hacer respecto a Celeste, cuando vi a una pareja caminando hacia la escuela: eran Rubí y Jade. Rubí estaba caminando a su lado, parecía que se moría porque Jade se había dignado a tomarse las manos, y se le veía toda roja y feliz junto a Jade. Aunque estaba con la playera manchada de café. ¿Qué había pasado?

Lo último que pensé antes de verlas, con respecto al plan, fue: "Debo mantenerlo todo vigilado".
Me les quedé mirando; quería acercarme, pero no lo hice, no todavía. Terminé pasando de largo, aumentando la velocidad, para así llegar más pronto a la escuela.
Creo que estos sentimientos de Rubí me pueden servir.

Un rato después.

—Pss Rubí...— La llamé entre susurros. Estaba durmiéndose.

—¿Hmm?— Hora de iniciar mi chantaje amable.

—¿Ya viste a la nueva? Ya sabes la alta, talla "D", con anteojos, pelo castaño, ojos verdes...— Noté cómo le cambiaba la cara, y sonreí maliciosamente para mis adentros. Fuera, sólo sonreí. —Te gusta ¿No es así?

—¡¿Que... qué...?!

—No te preocupes, yo te ayudaré a conquistarla, pero con una condición.

—¿Cuál?

—Que la compartas...— Su mirada se volvió más grave, mientras yo seguía sonriendo. —¿Qué me dices?

—Yo...— Y, como en buena novela dramática, el profesor nos interrumpió: "Si tienen algo mejor de que hablar, son completamente libres de salir, señoritas." Miré a Rubí, quien se había puesto pálida. Esto era importante, y por mí, me hubiera ido... Pero sé que esta es una de las clases favoritas de Rubí, y que si la regañaban por mi culpa, no iba a querer saber de mí en mucho tiempo; y, bueno, no es como si la necesitara, pero habría muchas situaciones en mi plan "Conquistando a América" que no podría resolver sin ayuda de un segundo... Así que simplemente me disculpé y comencé a escribir un papelito, donde explicaba sólo la parte que le interesaba saber a Rubí: Pues bien, mira, este es el plan:
—Tú te ocuparás de "sumar puntos" con la nueva, para que pueda caer fácilmente a TUS pies. Yo mantendré a todos alejados de ustedes dos, así no sentirás que intentan robártela.
Le pasé el papelito disimuladamente, la vi leerlo, mirarme, y responder:

—Pero... ¿Qué quieres tú con eso de "Compartirla"?

¿Eres tonta o te haces, Pelos Rojos? Quiero exactamente eso: "Compartirla" Tú estarás de vez en cuando con ella, y yo de vez en cuando con ella. Incluso podríamos juntarnos las tres y...

Cuando mandé nuevamente el papel, noté que el viejo volvió a vernos.

—Gracias Rubí, ten la goma...—Disimulé, dándole mi goma. Rubí la tomó, leyéndome la mente. Bueno, no es tan tonta.
Segundos después, la vi ponerse completamente roja:

—¡No seas asquerosa! ¿De verdad sólo la quieres para eso? ¡Es una tontería! En ese caso, mejor vete con Adriana, sabes que ella acepta hasta lo que no.

—¿Temiendo que te la robe? ¿Qué parte de "Compartirla", no entiendes? Yo haré con ella lo que se me dé la regalada gana, ¿Bien? Así que... ¿Qué me dices?

Trato hecho.

Perfecto.

Bastante más tarde.

—...Verás, tendré que ir a tomar unos tratamientos en la ciudad cercana y estas podrían tardar tal vez más de un mes y me preguntaba... ¿Crees que puedas cuidarte sola?

—Claro que si abuelita, puedes confiar en mi—Disimulé mi emoción, podría traer a mi princesa a casa y pasar el tiempo con ella, ahora sólo necesito dos cosas... conocernos personalmente y deshacerme de Rubí...
Mi abuela me dio un beso en la frente diciendo "Qué comprensiva eres, m'ijita", y subió a su habitación, seguida de su gato.
Ese gato me cae mal.

Saqué mi bicicleta y me puse mi casco. Tenía la intención de dar mis vueltas diarias por la cuadra, así que se lo avisé a mi abuela. 

—¡Vete con  cuidado!— Fue lo último que escuché antes de salir.

Di vueltas por las cuadras, pensando. En un parpadeo, pasó una hora. Estaba por volver, cuando vi a una chica caminando por la calle: alta, talla "D", con anteojos, pelo castaño y preciosos ojos verdes.
Mi Jade. 
Estaba sola, llevaba una mochila en la espalda y se le veía algo... Rara.
Decidí acercarme, quizá ya podría conocerla.

—Hey.— Me anuncié, acercándome a ella cuidadosamente en la bicicleta, haciéndola parar.

—Uh... ¿Hola?— Me miró confundida, quizá no se lo esperaba,

—Tú... Eres Jade, ¿Verdad?— Le dije, en el tono más casual que pude. 

—... Oh... Sí, soy Jade. Jade Harryson. ¿Y tú? 

—¡Un gusto! Soy Daisy Williams.

—El gusto es mío.— Sonrió, colocándose un mechón detrás de la oreja. Sentí que mi corazón explotaba.

—Yo... Bueno, sí, jeje... Y... ¿Qué haces por aquí...—Miré mi reloj—... a estas horas?

—Estaba yendo a casa de una amiga de la escuela. Quizá la conozcas, y podrías decirme mejor dónde vive...

—Ah... Claro... ¿Quién?— Por favor, que no sea Rubí, por favor que no sea Rubí, por favor que no sea...

—Rubí. 

Esa Pelos Rojos...

—Oh... Bueno, yo... Puedo llevarte con ella, si quieres.— Me ofrecí.

—¡¿En serio?! Es decir... Puedes sólo decirme una dirección más simple y podré llegar...

—No, no, para nada. ¡Puedo llevarte! Anda, sube.— Tenté con mi mano el pequeño asiento de la bicicleta que está encima de la llanta, indicándole que se sentara. Ella se posó con tanta elegancia en el asientito que sentí que debería dejarla en mi lugar. Me desconcentré tanto que casi me caía con ella y la bici.

 —Bien... ¿Lista?— Escuché que hizo un sonido de afirmación y que se abrazó a mi cintura suave pero firmemente. Podía oler incluso su perfume... Esto era precioso. Ella tiene que ser mía.
Debatí internamente acerca de si realmente debería llevarla con la Pelos Rojos... O intentar "sumar puntos" con ella.

Al diablo.

Di la vuelta, dirigiéndome a un parque que hay cerca de ese lugar y me detuve ahí.

—Es... ¿Aquí?— Me preguntó. Pregunta bastante tonta, pues ahí no hay casas.

—Creo que me perdí... ¿Dijiste Rubí? ¿O Aylín? Porque Aylín vive por este rumbo, y creí que podía ser buena idea invitarte un helado en el parque que está por su casa... Es decir, este. 

—No... Dije "Rubí", no "Aylín"... Aunque... Suena tentador el helado... Ya sé. Lo tomamos, y nos vamos rápidamente a casa de Rubí, ¿Sí? 

—A tus órdenes.— Le sonreí. ¡Sí que sí!
Con más paciencia de la que creí, tomamos el helado. Comenzamos a hablar, sentándonos en los columpios que habían, y cuando terminé, comencé a columpiarla. Su risa es angelicalmente preciosa. 
Tiempo después, ya con el anochecer en nuestras cabezas, nos sentamos frente a una resbaladilla, a seguir hablando, aunque ahora de temas un tanto más íntimos.
En medio de esa plática, la miré fijamente a los ojos... Tenía la intención de dar el siguiente paso y... Darle un beso. ¿Lo lograría...?

Llegamos a casa de Rubí. Se bajó de la bicicleta, despidiéndose rápidamente de mí, y tocando la puerta. Me empeñé en desaparecer lo más rápido posible del lugar, dejando a Jade a merced de Rubí. 
¿Qué tiene en mente esa chica?

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