Capítulo 2

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Desde los hechos ocurridos en la ciudad norteña de Berlín, el Consejo ha tomado la siguiente decisión ratificada por la siguiente ley: cualquier relación con los seres humanos, en ello se incluyen relaciones, de negocios, de amistad y amorosas*; todas aquellas que no tengan como objetivo el beneficio global de nuestra raza quedan terminantemente prohibidas.

*Con respecto a las relaciones amorosas, también se infiere que queda prohibido engendrar hijos mestizos de humanos y brujos.

2º Tratado: Organización, Leyes y Costumbres.

El Consenso de todos los Brujos.




Dolores, según llegó de nuevo a su despacho, se quitó la capa y se tiró a la enorme silla de escritorio donde había pasado muchas noches en vela. Ni se había molestado en pasar por su cuarto, donde sólo acudía para dormir o asearse, esa noche no tenía planeado dormir nada.

Con un movimiento de una de sus manos, un armario pequeño, medio escondido entre el desastre de su despacho, se abrió, y una botella de cristal con un líquido de color marrón rojizo y un vaso flotaron hasta posarse en la mesa. Con otro movimiento de uno de los dedos, la botella se destapó sola, y vertió un buen chorro de su contenido en el vaso. Cuando la botella volvió a posarse, tomó el vaso alargando la mano y vació el contenido en su boca en un solo trago. No pasaron más de dos segundos hasta que el vaso volvió a estar lleno y volvía a dirigirlo hacia sus labios. Una voz interrumpió el movimiento.

-¿Bebiendo? ¿Hace cuántos años que no bebes, Dolores? -La bruja de la sabiduría siguió a los dos ojillos que brillaban en la oscuridad hasta que estos treparon hasta su mesa, y pudo distinguir la forma oscura de su compañero Galileo.

-Desde la muerte de mi hermana -contestó ella agitando el licor dentro del vaso, observando su brillo apagado a la luz de la luna-. Cuando tuve que decidir si quedarme con sus hijas o no.

-¿Y ahora qué quieres decidir?

-Intento decidir si recurrir a la ayuda del Consejo para encontrar a Elizabeth. -Volvió a vaciar de un trago el licor. Esta vez, cuando el líquido bajaba por su garganta hizo una mueca. Sin dudarlo, volvió a llenar el vaso.

-Después de lo que dijo Lord Ayrton sobre el topo, se nos echarán encima por el simple hecho de que es una mestiza.

-Lo sé. Pero puede que ese guerrero sea la única opción de encontrarla. Es el único que posee todos los medios para ello.

-No puedo contradecirte cuando llevas razón -respondió Galileo.

El silencio se instauró entre ellos, no un silencio incómodo, si no uno en el que se dejaba espacio para que ambas mentes brillantes intentaran encontrar una solución a ese problema imposible. Dolores pegó un pequeño trago antes de soltar el vaso en la mesa. Por fin, miró a su compañero a los ojos.

-Cómo están.

-Ninguno duerme, como era de esperar. Pero al menos están en sus cuartos. Te recomiendo que no te acerques al de Elizabeth... -Después de pronunciar su nombre tuvo que parar a coger profundamente aire, consumido por el dolor de recordar que ella no estaba allí-. Al de Orión. El pobre pájaro está tan destrozado que no para de enviar ondas mentales y no es nada agradable. -Hizo una pausa cuando Dolores volvió a tomar otro trago, esta vez largo-. ¿Qué tal tú con tu hermano?

-Oh, de maravilla. Ya no somos hermanos. Nos he repudiado. Adiós al apellido Lionheart, ahora soy Dolores Sin Nombre. -La mujer se alejó de su compañero, levantándose de la mesa llevándose el vaso consigo, hasta la única y enorme ventana que iluminaba el despacho. No podía enfrentarse a su compañero, entre la vergüenza y la tristeza de haberse dejado llevar por sus impulsos y haber renunciado a su apellido. A la poca decencia que le quedaba.

Las Dos Brujas: BúsquedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora