Capítulo 5

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Si bien este manuscrito propone ideas que serían mejor aplicadas en un entorno educativo y escolar, refiriéndonos a las escuelas clásicas que están formadas y establecidas en cada clan, cualquier brujo puede convertirse en maestro de las nuevas generaciones. Siempre hemos hecho alarde de nuestra actitud colaborativa y diligente de todos con todos, constituyendo nuestra hermosa sociedad. Y, por tanto, donde más se debe destacar esta actitud es con respecto aquellos que necesitan y desean aprender, ya sea guiándoles, o dejándoles libres.

5º Tratado: Tratado sobre la adecuada educación y entrenamiento del brujo.

Allan Moore, brujo guerrero, y Thédolue Morandé, brujo de la sabiduría.



—Aquí estarás bien —dijo Lord Ayrton, según atravesaba el portal— El maestro es un buen hombre, cuidará bien de ti.

Gabe atravesó el portal a la vez y apareció en un lugar increíble: Unas montañas de color blanco recortándose contra el horizonte sugerían que más allá de donde se encontraba aún continuaba ese mundo, pero en ese momento, estaba de pie sobre una columna de piedra, cubierta de vegetación, y cuya base se perdía entre una neblina blanca. Las columnas se repetían, a lo ancho de un infinito cañón, variando en grosor y altura, y algunas estaban intercomunicadas por unos puentes colgantes de madera, creando un camino que llegaba hasta una de las columnas más anchas, en la cual se erigía una casa humilde. Diversos objetos repartidos por delante de la casa demostraban que allí vivía alguien.

Entre el lord guerrero y Gabe mismo, cargaron con todas las posesiones de Gabe a través de los puentes colgantes, lo que requirió toda la fuerza de voluntad del humano para no demostrar el vértigo que la caída sin fondo le estaba provocando. Llegaron a la casa, de un estilo japonés clásico, con un porche que cubría la entrada. La puerta de la casa estaba entreabierta, y aparentemente no había nadie. Lord Ayrton dejó entonces las bolsas que cargaba en el suelo, justo delante de las escaleras del porche.

—El maestro estará por aquí. Vendré de nuevo en unos días para asegurarme de que estás bien.

Gabe seguía observando los alrededores cuando el lord le habló. Al ver que no obtenía respuesta del chico, el lord guerrero se encogió de hombros y se dio la vuelta para marcharse.

—¿Podré visitar a las Lionheart? —preguntó de repente.

Lord Ayrton se giró. El chico tenía un aspecto descuidado: camiseta arrugada, vaqueros y deportivas. El pelo algo largo agitándose por la leve brisa que corría por aquel paraje. Los ojos azules iluminados de determinación. Se preguntó si resultaba que la mirada de las Lionheart era algo que se aprendía y no que se heredaba.

—De momento, no —respondió.

—Cuándo.

—Tampoco puedo darte esa respuesta.

—Para ser el lord guerrero puedes darme muy pocas respuestas. —Lord Ayrton fue perfectamente consciente del intento para provocar su ira, y decidió ignorarlo. Con un golpecito leve en el morro contraído de Lyon, cortó el gruñido que le estaba dedicando en respuesta al humano. Estaba en todo su derecho a enfadarse.

—Espero de todo corazón que estés bien aquí —respondió simplemente y, esta vez, sí que se marchó.

Gabe se quedó solo en aquel lugar hermoso y extraño. Casi parecía que el tiempo se había detenido, aunque para él ya se había detenido cuando Liz desapareció. La imagen le venía constantemente a la cabeza, y ese aullido desgarrador no paraba de repetírsele. No podía dormir de la culpabilidad que sentía y de la preocupación de no saber qué iba a pasar con su familia de brujas.

Las Dos Brujas: BúsquedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora