Se designará un Consejo de Brujos como mayor representante del gobierno de esta nuestra sociedad, por gracia de Nuestra Madre Luna. Cada clan elegirá a un miembro de su clan, de acuerdo a los requisitos que se expondrán a continuación, para pertenecer al consejo, y éste será quien tome las elecciones de mayor relevancia ante su clan y ante el resto de los brujos, siempre en conjunto con la voluntad de su clan. Las decisiones que tome el Consejo de Brujos deben tener por objetivo el mayor beneficio para y con todos los brujos.
2º Tratado: Organización, Leyes y Costumbres.
El consenso de todos los brujos.
—No podría olvidar lo que me dijeron ni aunque quisiera, milord. Como ya les he dicho, les pregunté qué hacían solos, sin la compañía de sus padres. La bruja más joven, la guerrera, me respondió que sus padres estaban demasiado ocupados... — El brujo transportador cogió aire antes de continuar hablando—. Estando muertos. Entonces cruzaron el portal y no los volví a ver.
Un silencio sepulcral se instauró en la sala del Consejo. Hacía generaciones que el lugar no estaba tan abarrotado, y se suponía que esa sala era infinita. Los nueve lores y sus compañeros escuchaban atentamente desde sus tronos. Enfrentándose a ellos, con el estrado hecho de brillante cristales blancos entremedias, había un conjunto variopinto de personas. Eran los testigos, los últimos que habían visto a Elizabeth Lionheart, por supuesto, entre ellos estaban Alex, acompañada de Luxen, y Gabe.
—Gracias por su ayuda —respondió Lord Cyril—. Vuelva a su asiento, por favor.
El brujo hizo una reverencia y bajó flotando del estrado. Según se acercaba de nuevo a su silla le dedicó una mirada significativa a Alex, pero ésta ni se inmutó. No podía permitirse que todas las miradas acusadoras que le estaban dedicando en ese día le afectasen. Porque de verdad habían intentado minar su voluntad de todas las maneras posibles: le habían puesto junto a todos los testigos, pero de manera separada, haciéndole saber que no era una simple testigo, era una sospechosa. Además, al estar junto a ellos, podía ver como todos los ojos se clavaban en ella, haciéndole saber lo que todo el mundo pensaba de ella. Y para colmo, podía ver a Gabe, al otro lado de la sala: no podía hablar con él, ni siquiera cruzar una mirada, ni moverse un centímetro sin que los estratégicamente colocados guerreros que la custodiaban apretaran con un poco más de fuerza sus armas y, por lo tanto, llamase la atención de los lores.
Lord Ayrton se reclinó contra el respaldo de su trono, con un suspiro leve. Él ya había oído todas las declaraciones de todos los testigos. Había elaborado informes y se los había pasado al resto de lores. Pero estaban empeñados en interrogar ellos mismos a todos los testigos, hacerlo más grandilocuente. Lord Ayrton no había podido negarse, a pesar de que le quemaba por dentro el tiempo que le estaban haciendo perder. Fijó una vez más los ojos en Alexandra Lionheart, Lord Ayrton no había parado de pensar en la joven bruja desde que empezó todo este desastre, y tenía nuevas preguntas que hacerle, preguntas que prefería reservarse para un interrogatorio real, no ese teatro.
Gabe, desde su asiento turnaba sus miradas entre los testigos, los lores e intentar divisar a Alex. Sólo alcanzaba a ver su figura inmóvil, su capa roja destacando en la oscuridad, con la capucha tapando su rostro. ¿Estaría bien? ¿Habría sido maltratada? Desde allí no podía ver que su posición fuese diferente a la de cualquiera, pero estaba demasiado lejos para determinar nada.
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Las Dos Brujas: Búsqueda
Fantasy***CONTINUACIÓN DE LAS DOS BRUJAS: HERMANAS. TIENES QUE LEER EL PRIMER LIBRO SI QUIERES LEER ESTA HISTORIA*** Liz ha desaparecido. Alex, Gabe y la tía Dolly se han quedado desamparados ante la inflexible sociedad bruja, ahora aterrorizada por los úl...