Capítulo 4: Prueba de sangre
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El ruido repetitivo del reloj era lo único que hacía eco en la habitación. El hombre de pie al lado de la ventana desahogaba sus penas y su estrés en un cigarrillo, a pesar de que sus hermanos eran alérgicos al olor. Nicolás necesitaba relajarse, necesitaba dejar de pensar en lo ocurrido el fin de semana. Aún estaba enojado por la actitud egoísta de Lizeth.
—¿Quieres dejar de expulsar humo como si fueras una maldita chimenea?
Nicolás miró por encima del hombro a su hermano mayor, Frederic. Vestía formalmente como siempre, ni siquiera para apoyar a su hermana podía olvidarse de su trabajo. Renegó en silencio mientras apagaba el cigarro contra el cenicero que trajo. No tenía ganas de pelear con sus hermanos ahora mismo.
—Nunca dejarás de actuar como un niño, ¿verdad Continuó el mayor tomando asiento en el sofá —. Quién diría que visitar a tu ex sería una mala idea.
—Debí quedarme durmiendo —Cerró los ojos mientas se sentaba al lado de Frederic.
A comparación de sus otros hermanos, con Fred si se llevaba bien. Por lo menos podía mantener una conversación decente sin terminar en peleas con él.
—¿Ahora le contarás tus problemas a tu hermanito? —Preguntó burlón esperando chismosear un poco la vida de su hermano.
Nicolás observó el cenicero pensando. No pensaba contarle nada a Frederic. Lo conocía como la palma de su mano; podría ganar un consejo medianamente bueno, pero a cambio su situación se esparciría por toda la familia como el último chisme jugoso.
—Cállate, Fred —Resopló el menor, sin querer darle gusto a su hermano contándole su vida —. Mejor vamos con Amanda. Vinimos a apoyarla, no a hablar de nuestras vidas aquí.
—Yo vine por Charlotte, realmente.
Nicolás le dio un fuerte empujón y se levantó con pesadez del mueble. Frederic suspiró y repitió sus acciones. Aunque intentaba concentrarse en repetirle palabras de consuelo a su hermana, en su cabeza solo podía rezar para que esa dichosa prueba saliera negativa.
Así sería.
»»——⍟——««
—¡Zagreb, maldita sea, rápido! —Alegó Zúrich mientras jalaba a su hermano.
—¡Mi zapato está desamarrado! —Contestó intentando frenarse.
—¡Que me vale tres hectáreas de mierda tu zapato! —Lo jaló con más fuerza, sin apartar la mirada de su salón de clases —La profe ya cerró la puerta -Murmuró angustiado.
Los gemelos corrían desesperados en dirección a su aula atravesando el patio trasero. Zurich se dispuso a acompañar a su hermano a comprar en la tienda, sin saber que eso le podría costar la clase de trigonometría. Luego de que llegaran al lugar, el menor tocó con los nervios a flor de piel la puerta metálica. La licenciada no tardó en abrir, dejando ver su semblante frío, esperando una excusa.
—Profe...sé que es la sexta vez en este mes, pero le prometo que no volverá a pasar —Zurich suspiró posando una sonrisa de suplica. La mayor miró a los dos chicos por unos segundos y cerró la puerta frente a la cara del chico.
Zurich bufó de frustración y miró furioso a su gemelo. Zagreb estaba demasiado ocupado amarrándose los zapatos formales de su uniforme, por lo que no notó que su hermano estaba a punto de matarlo.
—Llegamos tarde por tu culpa, imbécil —Alegó a su hermano mayor.
—¿Yo te pedí que me acompañaras? —Zagreb miró a su gemelo poniendo las yemas de sus dedos en el pecho. Zurich no respondió —¿Entonces de qué te quejas? —Sentado en el suelo, sacó su celular y se dispuso a gastar la hora que quedaba libre.
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Bienvenido, "papá"
Novela JuvenilLa tonta e ingenua Lizeth de quince años terminó entregándose a su novio. El cobarde e irresponsable Nicolás, aprovechando la excusa de sus estudios, huyó hacia Alemania por largos quince años. El reencuentro de estos dos no traerá nada bueno, en...