4.- Hogar temporal y una noche solitaria

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El comandante nos explico que el hangar estaba protegido con un campo de invisibilidad especialmente hecho para que las bestias no puedan verlo y los militares puedan entrenar con un poco más de tranquilidad.

Nos mostró un edificio en el cual podíamos alojarnos, eran varias habitaciones con camas, parecía un internado; los soldados nos entregaron la vestimenta adecuada para el entrenamiento, se basaba de un pantalón camuflajeado, unas botas y camiseta blanca.

Nos dieron indicaciones de cambiarnos y al terminar escribir nuestro nombre en una lista para que nos hicieran unas tipo placas por si nos sucedía algo estando en batalla.

Para mí sorpresa Carolina se acomodó en una cama mía, esa chica me volvería loco un día.

Nos indicaron que fuéramos a la sala de entrenamiento, todos aprenderíamos combate cuerpo a cuerpo; pero cada uno se especializaría en las armas que habían elegido.

Nos hicieron una prueba de resistencia; consistía en pasar una serie de obstáculos, el primero saltar unas bardas, después subir por una reja, tomar una cuerda y pasar por encima de un tramo con agua, bajar por una serie de escaleras incompletas, pasar por debajo de un puente y finalmente nadar hasta el final del lugar.

Muchos se quedaron en el camino, enserio agradezco tener una complexión delgada y piernas largas, eso me ayudó mucho en la prueba; fui uno de los pocos en pasarla. Pude visualizar a Carolina, se notaba que ella no estaba acostumbrada al ejercicio, llegó al último.
Aunque debo reconocer que ella pudo haberlo hecho mejor, pero hizo mejor que otros...

Los pocos que pasamos la prueba de resistencia comenzamos a practicar con las armas que habíamos elegido, comencé con la escopeta y la pistola pequeña, a decir verdad creo que no tengo mala puntería; estuve un buen rato disparándole a una diana.

Decidí cambiar a prácticar con la katana, me queda claro que no se usarla; tuve que aprender las posturas básicas del esgrima para poder comenzar a prácticar.

Tome un pequeño descanso sentado en el suelo, gire la cabeza hacia lo que estaba detrás de mí, y allí estaba Carolina practicando parkour, debo admitir que lo hacía muy bien, me quedé un rato observando; ella cambió de ejercicio y comenzó a practicar con una espada larga; el arma que eligió ella; a mí parecer la hacía parecer muy elegante.

De pronto recordé la escena de Steven Universe, cuándo Coni aprende a usar la espada para defender a Steven; debo admitir que no puede evitar pensar en Carolina defendiendome de alguna de esas bestias, en mi mente se veía muy tierna.

Me levanté del suelo y regresé con la katana, me gusta la idea de que Carolina me defendiera pero no es digno de un caballero abandonar a su princesa.

Estaba en un combate uno a uno con un amigo que también eligió una katana, ambos éramos buenos, pero no permitiría que me ganará, el grupo nos comenzó a rodear mientras observaban el combate, habían dejado un pequeño espacio sin gente y pude observar a Carolina combatiendo con una chica de mi grupo; la chica le había hecho un pequeño rasguño en el brazo con la espada, también llevaba pequeñas cintas en la mano gracias a las ampollas que la espada le había causado.
Le presté mucha atención a lo sucedido que mi contrincante aprovechó la ocasión y me tiro la katana al suelo, aquello lo hizo con tanta fuerza que lastimó mi muñeca.

Las personas alrededor le aplaudieron y regresaron a sus actividades.

Un militar me vendó la muñeca, para que pudiera continuar.

Al cabo de varias horas se oscureció, nos llevaron a un comedor para poder cenar, todos comimos en silencio ya que estábamos muy cansados, después fuimos al dormitorio.

Nos entregaron ropa para dormir y nos cambiamos en silencio, ya que mi cama quedaba al frente de una ventana, me dediqué a observar la luna; bastante extraña a decir verdad era de forma de un champiñón...

Al ver la luna recordé mi hogar, ¿Qué sucedería con mi familia?, ¿Acaso me extrañarán?

Muchas preguntas en mi cabeza hicieron que mi vista de nublara gracias a las lágrimas, escuché como alguien se levantó y sequé mis lágrimas.

Era Carolina se sentó a lado mío en silencio mientras veía la luna.
-¿Crees que volvamos a casa?- comentó con su voz rota, se notaba que quería llorar.

- Tenemos que salir de está...- le dije mirándola a los ojos.

Ella simplemente me sonrió con unas pequeñas lágrimas cayendo de sus ojos.

Puse mi mano en su hombro y ella recargo su cabeza en mi hombro por la diferencia de altura, bajé mi mano a su cintura, pude sentir una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo, estaba seguro que ella había sentido lo mismo ya que se sonrojó.

Sonreí de lado mientras la veía de reojo, se veía tan vulnerable mientras estaba así.

- Carolina te prometo que saldremos de esta, yo me encargaré de protegerte en esta dimensión-

- ¿Puedo confiar en ti de vuelta, o romperás tu promesa? - levantó su cabeza para mirarme a los ojos.

- Me partiría el alma saber que no te cumplí una promesa, te puedo asegurar que yo no soy como los demás - le dije abrazando su pequeño cuerpo.

- Eso espero... - ella correspondió mi abrazo, duramos un rato así hasta que ella dejó caer su peso; se había quedado dormida. Con cuidado la recosté en mi cama y la arropé.

Tomé una pequeña silla y al coloqué al lado de la cama, me senté en ella y observé a Carolina durante un rato, tenía unos cuantos cabellos pegados a su cara a causa de las lágrimas, "un desastre", pensarían algunos, pero para mí, se veía perfecta...
- Saldremos de esta de lo prometo - susurré mientras entrelazaba su mano con la mía.

Mañana sería nuestro último entrenamiento antes de la batalla real, necesitaba prácticar, para salir de esta dimensión.

Tendremos la prueba cuerpo a cuerpo, necesito recargar energías para dar lo mejor de mí, recargue mi cabeza en una almohada sin levantarme de la silla, no quería molestar a Carolina, me conformaré con tomar su mano; ese pequeño acto me hacía sentir más que vivo.

"Querido Maestro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora