El lenguaje de las flores [TodorokiXLectora]

Capítulo 5

Por desgracia, Mei no mintió al hacer su promesa: la pequeña fanática de los héroes inició una especie de misión secreta (Que no era nada secreta) para averiguar el por qué de la afición de Todoroki por las flores. La muchacha convenció a todos sus amigos del club de fans de héroes de que debían usar sus quirks y todo lo que tuviesen a su alcance para vigilar, espiar y finalmente entrevistar (O más bien interrogar) al héroe. Lo que parecían no entender es que habían decidido enfrentarse a un héroe profesional, y no a uno cualquiera, sino a uno de los mejores de todo el mundo.

Shoto pronto se dio cuenta del "juego" que se traían entre manos los chicos del instituto, y en lugar de seguir su primer impulso, que era reunirlos a todos para echarles una enorme bronca, decidió tomárselo con indiferencia, y simplemente, esquivarlos y despistarlos, algo que resultó ser bastante fácil. Al menos con la mayoría de adolescentes. La cabecilla del grupo, esa tal Mei, era la más insistente, pesada y descarada de todos sus compañeros. Shoto podía entender que la movía la admiración que sentía por él (Y tal vez su belleza jugase en su contra una vez más...) pero estaba comenzando a hartarse de tener a la chiquilla pegada a sus talones cada vez que salía por el pueblo. Afortunadamente, el muchacho siempre lograba darle esquinazo y despistarla justo antes de llegar a la última calle de tiendas, antes de las afueras del pueblo.

Una tarde, Shoto logró despistar a Mei porque salió de casa mucho más tarde de lo habitual, casi al atardecer. Mientras caminaba veloz, no pudo evitar detenerse a mirar por la pequeña ventana de la floristería. Allí estaba la chica, con su pelo rubio que parecía flotar a su alrededor, con un vestido de los que siempre solía llevar, y su delantal, absorta en sus pensamientos, escribiendo datos importantes en una libreta mientras la tienda permanecía vacía... Shoto no pudo evitar sonreír. Sin darse cuenta, quiso empujar la puerta para entrar y hablar con ella, pero en el último momento se detuvo. Había comprado flores el día anterior, ¿Con qué pretexto podía entrar? No podía simplemente decirle: "Me encanta estar contigo, me transmites una gran paz y además eres muy guapa y siempre tengo ganas de verte" Porque eso le haría parecer un pervertido...

Sacudió la cabeza y se alejó hacia las afueras del pueblo, donde cruzó el río a través de un puente de piedra y caminó un poco por los bonitos campos que rodeaban el pueblito, hasta llegar a la enorme clínica.

Atravesó las puertas y saludó a la enfermera de la recepción, que seguía poniéndose nerviosa al verle a pesar de que llevaba entrando en aquel edificio una vez al día durante meses. A la joven enfermera ni siquiera le hizo falta preguntar a qué habitación iba, pues ya sabía que el famoso hijo del héroe Endeavor se tomaba muy enserio las visitas a su madre.

Shoto tomó el ascensor hasta la tercera planta y recorrió el pasillo, en el que reinaba un ambiente de paz. Se notaba realmente que aquella clínica era muy cara y que trataban a sus pacientes de una forma excelente. Al menos su padre había tenido la decencia de internar a su madre en un buen lugar.

En cuanto entró, vio a su madre sonriendo y abriendo sus brazos para recibir un gran abrazo. Se transformó, como siempre que estaba con ella. Pasó de ser el atractivo y misterioso héroe frío y serio que todos conocían al niño alegre y cariñoso que una vez fue. Tan sólo le pasaba con su madre, y deseaba y al mismo tiempo temía que aquello le pasase con alguien más.

-¡Es casi de noche, cariño!- Dijo Rei con un pequeño hilo de voz- Tendrías que haber esperado y haber venido mañana.

-Nunca-Dijo el niño entre sus brazos- Si he venido hasta este pueblo es para estar contigo todos los días, ¡Al menos durante un rato!

-Está bien- Su madre rió levemente y acarició la parte blanca del pelo de Shoto.

Estuvieron un rato hablando de cómo les había ido el día a cada uno. En un momento de la conversación, su madre señaló hacia la ventana que había junto a su cama. Un jarrón de cristal transparente sostenía un pequeño ramo de flores blancas.

-¿Sabes? Hoy han venido a limpiar la habitación, y las flores me han ayudado mucho. Ya sabes cuánto odio el olor a habitación de hospital... Pero gracias a tu regalo, me sentía como si estuviese en un gran jardín rodeada de flores.

-Me alegro mucho, mamá- Shoto sonrió ilusionado- Ya sabes que en cuanto empiecen a marchitarse un poco, te traeré un ramo nuevo, ¡Te lo prometo!

-Me alegran mucho, cada vez traes ramos más bonitos. ¡Debes agradecérselo a la persona que los hace por su talento!

-Se lo diré... Ella se alegrará mucho.

-Oh, así que es una chica...-Rei volvió a sonreír levemente- Si hace unos ramos tan preciosos, estoy segura de que debe ser una buena chica. ¿Tú qué crees?

-Creo...-Shoto desvió un poco la vista- Creo que sí, pero... No estoy seguro. En realidad me gustaría hablar más con ella... Es tímida como yo, pero me transmite tranquilidad... Ni siquiera sé si tiene un quirk...

-Eso no importa- Su madre se puso seria y agarró el rostro de su hijo de forma dulce pero firme, algo que no había ocurrido en años, ya que ella siempre evitaba tocar el lado herido de la cara de Shoto- Si te gusta y deseas hablar con ella, hazlo. Que nada ni nadie te lo impida, cariño.

-¡M...Mamá! ¡Yo no he dicho que me guste...!

-Bueno, está bien, pero habla con ella, y agradécele su esfuerzo de mi parte también, ¿Vale?-Rei estampó un beso en la frente de su pequeño, que sintió cómo se calmaba su corazón.

Cuando Shoto pasó de nuevo por la puerta de la floristería, ya era de noche. La tienda estaba cerrada, pero en el piso superior, donde la muchacha tenía su apartamento, había luz. Shoto se preguntó si la señorita Tsunoda también dormiría tarde, como él, y también imaginó que sería incluso más guapa dormida.

Se sonrojó ligeramente y murmuró en voz alta:

-La próxima vez que entre en la tienda, hablaré más contigo, te lo prometo.