Habían dicho princesa, ¿verdad? Tal vez había escuchado mal, pero, ¿¡me estaban arrastrando a palacio!? Miré con mirada nerviosa a los dos guardias reales que me sujetaban de los dos brazos. Vale, no me lo había imaginado, estaba pasando, me estaban arrastrando hacia yo qué sé que palacio.
A mi paso la ''misteriosa'' gente nos observaba con mirada de picardía. Me los quedé mirando, no paraban de murmurar cosas. Cosas que se podían oír perfectamente.
<<¿Esa no es la del escándalo de antes?>>
<<Si, parece, ¿qué habrá echo? >>
<<Espera... ¿¡no es la princesa?!>>
Busqué con la mirada en la múltitud al causante de ese comentario. Al parecer era un pequeño anciando con el pelo ¿turquesa? si, turquesa y ojos café oscuro. Me miraba de arriba a abajo sin perderse detalle, revisando si su comentario era cierto. Al minuto más voces se escucharon.
<<Sí, ¡es la princesa!>>
<<¡Es verdad! ¡A regresado!>>
¿Regresado? ¿Es que ya había estado aquí antes? Pues si era así no me acordaba. Tal vez cuando era pequeña, pero no creo, hace años descubrí que toda mi infancia está borrosa. Dudo que haya visitado esto y que lo haya olvidado tan fácilmente.
A nuestro paso las calles se iban ensanchando. Alcé mi vista hacia arriba. Los ojos se me agrandaron, el castillo... ¡era enorme! Sus paredes azules pálidas y sus tejados de un tono azul más oscuro se alzaban hacia arriba, a lo que creo que es el cielo, porque no estoy muy segura que se diga, aunque se vea como el.
Los guardias se pararon frente a un gran portón. En él una gran burbuja había tallada. Creo saber que ya la había visto antes por algún lado.
-Ya hemos llegado.- dijo uno de los guardias.
Los guardias me soltaron y se apresuraron a abrir la puerta. Mientras tanto, a mí, me vino un flash. Mi colgante... Cogí la perla entre mis manos y me la quedé mirando. La misma burbuja que en la puerta... La perla de Mermudia. Mis ojos se volvieron como platos. ¡No puede ser! ¿Acaso estaba en Mermudia? ¿En el mismo, en el de la leyenda? Hombre, si el dibujo coincide... pero es demásiado, aún no descarto que esté soñando. Ladeé la cabeza, intentando deshacerme de estos pensamientos.
Los guardias me volvieron a agarrar. Pero esta vez un poco más suaves. No lo pude reprimir, mi cuerpo reaccionó sólo. Me revolví en mí, haciendo que me soltaran. Tras eso corrí, corrí saliendo de allí.
''¿Qué me pasa? ¿acaso tengo miedo a algo o qué?''
Abrí los ojos para darme cuenta que había vuelto al mercado. Me paré unos momentos, para coger aliento. Me dí la vuelta, movida por algo.
-¡Cógedla!.- gritaban como cinco guardias detrás de mí.
Empecé a correr de nuevo apretando el paso más. La calle del mercado ya había dado su final. Ahora me encontraba en una plaza gigantesca. Era compuesta por tiendas a raudales y un gran edificio que se asemejaba a una iglesia. Seguí mi camino hacia la iglesia. No tenía mucho tiempo de pensar si aquellos guardias o lo que fueran me iban pisando los talones.
Abrí la gran puerta y definitivamente descubrí que se trataba de una iglesia. Era de estilo gótico y la verdad, era inmensa. Observé todo, no era muy distinta de las iglesias normales. A la derecha e izquierda estaban situados los bancos y más adelante, en el centro, el lugar del sacerdote y bla bla bla. Aunque lo que me llamó la antención fue la figura que se exhibía en el centro. Donde debería estar María o cualquier otro santo, había una mujer que nunca había visto. Llevaba un traje liviano y de tono azul celeste. Tenía el pelo ondulado y de un color tan rubio, casi blanco que daba miedo. Sus ojos eran de un azul tan puro que jamás había contemplado. Creo que era la mujer más hermosa que había visto en mi vida.
Un ruido de gritos y fuertes pisadas afuera me despertó de mi asombro. Seguían buscandome y yo ahí tan tránquila. Miré para todos los lados, afortunadamente estaba sola. Me acerqué a la puerta y la abrí un poco, lo suficientemente como para dejar pasar un pequeño vistazo para afuera. Al parecer los guardias habían salido de la plaza, así que tenía el paso despejado. Pero no me fié, sería mejor esperar un poco más aquí que salir ya al exterior. Más que nada para asegurarme, los acababa de oír, así que no andarían muy lejos.
Terminé de mirar y cerré la puerta. Me senté en el último banco de la derecha. Creo que de momento me echaría una pequeña siesta para matar un poco el tiempo. De todos modos, no tenía nada mejor que hacer.
Me desperté cansadamente. Todo estaba a oscuras. ¿Pero cuánto había dormido? Si que estaba cansada... Debía de ser ya de noche, lo que significa que por fin podría irme de esta iglesia. Me reincorporé en el banco, llevé una de mis manos a mi espalda. La última vez que duermo en algo tan incómodo. Recordé que llevaba reloj así que le dí al botón de la luz de este para mirar la hora, pero, por mucho que daba no se encendía.
''Supongo que se me ha estropeado''
Bueno, que le íbamos a hacer, me levanté de aquel banco y me asomé a la puerta. Toda la plaza estaba en completa soledad y silencio, no como cuando esta tarde, que estaba a rebosar de gente que iba y venía por las tiendas. Salí despacio y empecé a correr por otra calle para salir de la plaza.
Me dí la vuelta para echar un último vistazo a la iglesia. Al darme la vuelta cerré los ojos para afrontarme a lo que sería mi caída al suelo. Había chocado con algo, o más bien, con alguien.