EP 11: EXCEPTO TÚ.

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Después del día en que di a Natalia la pulsera y mi corazón, aprendí mucho más de ella y mucho más de mí. Me di cuenta de que era como un animal que protege con uñas y dientes su territorio. Te ven llegar desde lejos, pero no es solo cuando estás a menos de un metro de ellos que empiezan a gruñir y a enseñar los dientes, haciendo que te alejes. Así es como era Natalia: abierta hasta que alguien se acercaba y entonces se ponía tensa y se encerraba en sí misma. Aprendí que, si Natalia tenía esa coraza tan grande, era porque había sufrido demasiado. Aquella era la forma que había elegido para evitar más el desgaste, rasgarse de nuevo y terminar rompiéndose. Era su manera de sentirse a salvo y segura.

Inevitablemente, la conversación sobre quién era yo tuvo que provocarse al descubrirnos la verdadera madre de Jorge empapados en el jardín. Cuando entré en su casa al día siguiente, pude distinguir la decepción en sus ojos. Se sentía engañada, se había abierto mínimamente a mí, y yo había traicionado su confianza haciéndole creer que era alguien que en realidad no era.

- ¿De dónde eres? – me abordó antes si quiera de llegar a sentarme en el sofá.

- No lo sé – contesté sincera – ahora mismo soy de donde se me necesita.

- Alba – cerró los ojos molesta – de verdad, no estoy de humor para tus juegos.

- No estoy jugando, Natalia – la miré con calma – estoy siendo totalmente sincera contigo.

Natalia me miró fijamente unos segundos, después suspiró.

- ¿Me puedes explicar de qué va todo esto? ¿Quién eres en la vida de Jorge y Marcos?

- Nadie – elevé los hombros – en su vida no soy nadie.

- ¿Por qué me hiciste creer que eras la madre de Jorge?

- Eso no fue exactamente así. Tú al verme diste por hecho que lo era, no me dejaste opción.

- Pero podrías habérmelo dicho después, o corregirme. Y no lo hiciste.

- Lo intenté – admití – pero tienes razón, no lo hice con la suficiente firmeza.

- ¿Por qué?

- Porque me gusta estar cerca de ti – confesé – si te cuento la verdad, no me vas a creer y me vas a apartar.

Sentí como Natalia se empezaba a poner nerviosa. Mi confesión le había pillado por sorpresa, pero mantuvo la compostura.

- Eso es algo que tendré que decidir yo – dijo dura – desde luego, con mentiras jamás vas a estar en mi vida. Ya he tenido suficientes.

- Lo siento. – intenté acercar mi mano a la suya, pero la apartó de inmediato.

- ¿Quién eres?

- Alba – contesté – trabajo con niños. Todo eso es verdad – intenté buscar su mirada – lo de la madre de Jorge sólo ha sido un malentendido que no me he atrevido a cortar, y debería haberlo hecho. Lo lamento muchísimo.

- Siento que no me estás contestando a lo que te estoy preguntando.

- Está bien – suspiró - ¿recuerdas la amiga invisible de Lucas? – ella frunció el ceño.

- Sí – contestó contrariada – pero, ¿cómo sabes eso? y, en cualquier caso, ¿qué tiene que ver contigo?

- Yo soy la amiga invisible de Lucas – contesté con calma – no es una coincidencia que me llame igual, es que soy yo. Nunca ha habido dos Albas.

21 Lunares | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora