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⎧ Jimin 

"Ámate a ti mismo.", eso solía decirme mi madre cada vez que me veía. Pero nunca me dijo como podía hacerlo. 

"Eres una escoria.", decía mi padre. Llegué a creerle. 

"No vales la pena, solo eres un estorbo para la humanidad." argumentó mi ex novio cuando terminó conmigo, tomando el abrigo de su acompañante para cubrirla del frio.

Recuerdo como de niño adoraba observarme en el espejo, no por vanidad, solo por que me gustaba lo que mis ojos veían. Un niño pelinegro de cachetes redonditos y una sonrisa de oreja a oreja. Si ese niño me viera hoy, quizá sus bellos ojitos avellana se aguarían. 

La mirada que el hombre reflejado me devolvía era ciertamente devastadora. Mi cabello castaño, pómulos marcados y unas ojeras del tamaño del mundo, demostraban que nada quedaba del niño que fui. Bajando la mirada tomé el espejo y le di vuelta, temiendo a lo que mis ojos vacíos de expresión observaban.

Suspiré pasando mis manos por mi cabello. 

Salí del baño dispuesto a vestirme para el trabajo. Con suerte el uniforme me haría ver algo decente. La vestimenta consistía en unos pantalones negros ajustados y una camisa rosa con el logotipo de la cafetería bordado en el bolsillo izquierdo.

Inconforme salí de mi departamento encaminándome hacia la cafetería.


El día iba bastante normal, los clientes iban y venían. Todos con diferentes estados de ánimo y muchos otros con la necesidad de un buen café. Cuando al fin la cantidad de clientela se redujo a dos, me acerqué al bote de basura para sacarla. La bolsa estaba que explotaba y mis compañeros estaban ocupados lavando la losa o limpiando mesas. 

Con mis escasas fuerzas la levanté y la llevé a la parte trasera del local, donde los gigantescos contenedores de basura estaban acomodados.

—¡No puedo creerlo! —exclamó una voz que fácilmente podría reconocer. —¡¿Ahora trabajas para los raros?!

—No les llames así. —evité verlo directamente a los ojos. —No tienes nada que hacer aquí, ¡vete!

Su risa burlona brotó y con ella todas las palabras hirientes que me gustaría olvidar.

—¡No eres nadie para decirme que hacer! —me empujó contra los contenedores de basura.

Mi espalda quemó ante el impacto. Las lágrimas luchaban por salir, pero yo intentaba evitar que sucediera.

—¿Te comió la lengua el gato o que mierdas te pasa? —gritó contra mi cara, su aliento alcoholizado se coló por mis fosas nasales. —Como dije, no eres más que un inútil, un producto fallido, un error. ¡Debieron haberte abortado!

—¡BASTA! —chillé golpeando con fuerza su pecho. Me miró furioso antes de volver a estrellarme contra los contenedores y golpear mi estómago con su rodilla.

—¡A tu padre se le respeta! —me golpeó de nuevo, esta vez mi cabeza colisionó contra el suelo. —¡Fenómeno!

Me propinó otra patada antes de irse del lugar.

Con las pocas fuerzas que me quedaban me reincorporé, sacudí mi ropa. Sentí algo tibio recorrer mi nuca, alarmado pasé una mano por la zona. Mi mano estaba pintada de rojo cuando la volví a ver. Parpadee confundido antes de correr hacia los baños de empleados. 

Aliviado noté que estaba vacío. Algo trastornado alcé mi mirada, para encontrarme con una refracción nueva.

El gran espejo pulcramente sacudido, reflejaba un hombre diferente al de esta mañana. Su labio inferior sangraba, el cuello de su camisa rosa se había teñido de rojo, su cabello castaño se encontraba desparpajado y con restos de sangre fresca, sus ojos reflejaban mi alma. Rotos, sin vida.

Mi corazón latió acelerado. De pronto el aire comenzó a faltar y mis manos comenzaron a temblar. Pero mis ojos seguían sosteniendo la mirada del hombre en el espejo. Un escalofrío recorrió mi espalda. Toqué mi cara y vi que el hombre hacía lo mismo. 

Este no era yo.

No podía ser mi reflejo. 

Alguien tan horrible no podía ser yo.

La imagen comenzó a distorsionarse. El hombre perdió toda gracia ante mis ojos, desvié la mirada incómodo, asustado. La superficie del lavabo mostraba la misma imagen del espejo. Le di la espalda, esperando no verlo de nuevo, pero las brillantes puertas metálicas de los baños reflejaban la misma imagen.

Mi corazón latía con fuerza, las manos me sudaban. Mi vista se llenaba poco a poco de puntitos negros. Temiendo que mi corazón se fuese a salir, llevé una mano a mi pecho e intenté salir de la habitación sin ver ninguna de las superficies que me pudiesen mostrar aquella imagen de nuevo.

Al abrir la puerta, mis compañeros voltearon a verme. La preocupación se reflejaba en sus miradas, mi jefe se acercó visiblemente asustado.

—¿Qué te sucedió?

Iba a responder, pero antes de que pudiese decir nada perdí el equilibrio y con ello todo se volvió negro.





Hola!

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Hola!

Bienvenid@s a este nuevo fic.  Estoy muy entusiasmada con esta historia, así que espero les haya gustado el primer capítulo y la hayan disfrutado. Procuraré no poner tanto drama, pero es inevitable, más tratándose de estos temas. Pero enserio espero que la disfruten.

Por favor no olviden dejar sus bellos comentarios y votos.

Sin más que decir nos leemos.....

Ara 🐾 🐥🐰

Eisoptrophobia | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora