Maratón 2/3
Asentí y me acomodé en la cama para poder mirarla, ella se sentó y me miró un poco apenada.
—¿Que te pasa?—preguntó con el ceño un poco fruncido.
Vos me pasas...
—Nada, que mí mamá me hace pasar vergüenza delante tuyo y no quiero. Lo único que falta es que te muestre fotos mías de bebé con el pitulin al aire—comenté haciéndola reír un poco y negó.
—Sos un pelotudo—rió—Igual no me importaría ver esas fotos, seguro que eras re lindo de bebito.
La miré bastante sorprendido y seguía con una sonrisa en sus labios, era muy raro verla así y no histeriqueando pero la prefería mil veces así que de otro manera. Me gustaba poder conocer esta faceta de ella.
—¿Y ahora no soy lindo?—cuestioné con una ceja levantada causando que se riera otra vez y me bajara la ceja.
—Tu hermano si que es lindo—argumentó acomodandose la colita y después jugando con sus manos.
—Vos también sos linda—declare, ella levantó la vista de sus manos y me miro con una sonrisa ladeada.
—Gracias Teo—agradeció ampliando un poco su sonrisa—Vos también sos un cachito lindo pero Emi mucho más.
—Envidio a mí hermano—me crucé de brazos y fruncí mis cejas haciendome el enojado.
—Celoso—solto esbozando una sonrisa y revolviendome el pelo un poco—Seguro que tiene más levante que vos.
Me pase la lengua por los labios para evitar reírme, sin embargo, ella estaba tentada mirandome.
—A mí me dan igual las demás porque yo solo me quiero levantar a una—solté y de un momento para otro se dejó de reír para mirarme con más atención.
Se mordió el labio un poco y se deshizo la colita para esta vez hacerse un rodete bien alto. Miré cada uno de sus actos aunque ella tenía la mirada puesta es mis ojos, y cuando terminó los volví a centrar en sus ojos verdes.
—¿Que pasa?—cuestionó con una sonrisa.
—Nada, que sos linda—me encogí de hombros y soltó una carcajada para después agarrarme de uno de mis cachetes tironeando de el.
—Sos un tierno—soltó y se acercó para plantar un sonoro y suave beso en mí mejilla.
Abrí mis ojos un poco más causando una sonrisa en la cara de la castaña.
—¿Tenés fiebre Milana?—le toqué la frente haciéndola reír—Posta, ¿que le hiciste a la Milana que yo conozco?
—Tonto—soltó y me dio un manotazo haciéndome soltar una gran carcajada y me acerque para abrazarla.
Estaba calentita y era flaquita, lo cual podía apretarla toda, además de que olía rico y juro que era el lugar más lindo en el mundo. Tenía que aprovechar la cercanía con ella porque sabía que esto no se iba a dar todos los días.
Me separé un poco y ella me acarició un cachete con dulzura, cerré los ojos disfrutando de su tacto.
—Igual yo quería que me dieras el beso acá—señalé mí boca haciendo un mini puchero y ella sonrió para después darme un golpe en el pecho.
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Mila se está empezando a abrir la amo ahre. A ver cuánto le dura