2.- Susurros.

901 78 22
                                    

Auf einem Baum ein Kuckuck
Simsaladim, bamba
Saladu saladim
Auf einem baum ein Kuckuck saß

Da kam ein junger Jägers-
Simsaladim, bamba
Saladu saladim
Da kam ein junger Jägersmann

Se escuchaba el cantar de los pajaros en las afueras. Apenas empezaba la primavera, pero aquella casa, la primavera y la tranquilidad que transmitía la misma habían llegado hacía un par de meses.
Una hombre de edad algo avanzada, no mucho más de los 45 años. De largos cabellos rojizos y ojos profundos, llenos de vida, mantenía sus quehaceres en la cocina, tarareando una canción infantil que por años era cantada por los niños del pequeño poblado el cual vivió toda la vida.

— ¡Häns! — Con un trapo que colgaba de una silla de la cocina, el hombre limpio sus manos, mojadas por el agua al limpiar los cacharros sucios que habían utilizado para comer.

El hombre de cabellos rojizos, con una mano sujetando su baja espalda, masajeando el lugar por los dolores que le molestaban, cruzó el pasillo que separaba la cocina del salón. Era una casa vieja, algo desgastada por el paso del tiempo, pero igual de cómoda y acogedora como cualquier otra.
Las paredes cubiertas por un tapiz granate con flores de diferentes tonos era la nueva adquisición de la familia a la casa, poco a poco estaba convirtiéndose en su hogar. El chico disfrutaba de contemplar como aquellas viejas paredes de madera tomaban color, de como aquella vieja casa abandonada tomaba una forma que les resguardara de las noches frías que vendrían futuramente. Ya habían pasado lo peor.

— Mutter! — El grito fue suficiente como para el pelirrojo saltara sobre su sitio. Una manita aferrada al camisón que vestía hizo voltear su mirada hacia abajo, sonriendo tras el pequeño susto proporcionado por aquel diminuto ser.

Un niño de escasos seis años se mantenía mirándolo, con su sonrisa chimuela y carita sucia de lo que parecía ser barro.
El pequeño compartía el mismo color de cabello que el hombre, de un tono rojizo oscuro que contrastaba a la perfección con sus pequeños ojos de un color grisáceo y miel. De rostro redondo y apenas perceptibles pecas sobre sus pómulos, y una palidez casi extrema, sus cabellos color fuego recogidos en un pequeño moño, con algún que otro mechón despeinado caían en forma de bucle sobre su rostro hacían ver al pequeño de una manera casi angelical.

— Mutter? — Volvió a responder el niño, frunciendo su ceño con la creciente frustración de que el adulto no le respondiera. Un pequeño con carácter.

— Häns. — El pelirrojo de mayor edad, con un acento extraño, respondió al menor, regalando una suave caricia en los cabellos del niño. — Wie oft habe ich dir gesagt, dass du versuchen solltest, Englisch zu sprechen? Debes empezar a hablar inglés, ya no estamos en Alemania, Mein Hase.

— Vater? — El mayor miró al menor con el ceño fruncido, el niño le respondió de otra manera, pero resignado y con un bufido respondió. — ¿Cuándo vendrá padre? End Bruder? — El niño apenas podía empezar a comunicarse, con seis años y una vida comenzada al otro lado del mundo, apenas entendía como adaptarse al nuevo cambio, a pesar de llevar un par de meses en aquel lugar.

El hombre suspiró, cargando al pequeño en sus brazos, hasta que un par de brazos rodearon su vientre, ejerciendo un poco de presión en él.
Reconocía perfectamente aquel nítido aroma café y vainilla, tanto que inconscientemente el pelirrojo sonrió ladino, volteando lo suficiente como para depositar un suave beso en la barbilla del sujeto que lo mantenía aferrado a él.

Primary Instincts |STONY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora