5.- Ayuda.

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En que momento sus sentidos se dispararon y nublaron completamente su juicio, no sabía como ni cuando había pasado.
El cuerpo del alfa de menor altura se movía completamente solo, en ningún momento había dejado de temblar, y el sudor que cubría su cuerpo cada vez salía con mayor frecuencia.
Maldecía internamente a su segundo genero por reaccionar tan rápidamente y con una desesperación que no podía fingir ante el aroma que emanaba del cuerpo del capitán.
Tony se preguntaba como es que él, siendo un alfa, podía reaccionar ante las hormonas de otro alfa, o milagrosamente, un beta, cuando estos no podían tener aroma ¿Verdad? Porque Steve, el gran capitán Rogers, el idolatrado primer vengador era un alfa ¿O a caso se equivocaba?

Ahora podía recordar que Steve jamás hizo una declaración oficial respecto a su segundo género, y era entendible, después de todo, la mayoría de mundanos que conocían la figura del primer vengador daban por hecho que se trataba de un alfa, o en todo caso un beta, teniendo en cuenta que tenía más de setenta años ¿Por qué no podía tener un beta ese físico?
Pero había algo que no terminaba de encajar, algo que la mente de Tony no podía procesar, y la razón por la que se encontraba en aquel lamentable estado para un alfa de clase alta como lo era él, reaccionando como si se tratara de un omega ante el celo del chico de rubios cabellos.

El cuerpo de Anthony avanzó inconscientemente hasta la puerta, la misma que empezó a ser aporreada por las manos del mismo en un desesperado intento por que se abriera y lo dejaran ingresar en la habitación. Su cuerpo decía que se reuniera con el de ojos azules, experimentaba la necesidad de esconder su rostro en el espacio entre el cuello y el hombro del rubio mayor y aspirar fuertemente aquel aroma, morder con fuerza el lugar, hundir sus colmillos, desgarrar la carne y dejar su propia marca, como un tatuaje que jamás desaparecería. "Su omega, su omega" eran las palabras que resonaban dentro de si, repitiéndose una y otra vez sin descanso. Sin embargo, su mente trabajaba por otro lado, aun era meramente consciente de la situación, y se decía una y otra vez que aquello no era posible, que debía detenerse. Jamás había sentido aquella necesidad de marcar algo, y en cierto modo se sentía completamente asustado y fuera de si, sobretodo porque su cuerpo seguía actuando solo, controlado por su lobo interior, y él era incapaz de hacer algo al respecto.

S-Ste. . . ve. . . — De nuevo aporreó la puerta, esta vez con un poco más de intensidad. Ahora ni las palabras podía controlar, definitivamente ese no era él.
Unos delgados brazos lo tomaron de los hombros, apartándolo lo suficiente como para que el menudo cuerpo se interpusiera entre la puerta y Tony. Natasha no iba a permitir que en su desespero Anthony rompiera la puerta.

Ella era una beta, y por muchos libros que hubiera leído sobre las feromonas y cómo estás actúan en cada individuo, jamás entendería por completo las reacciones casi desesperadas de aquellos que reaccionaban ellas con tanta desesperación, más allá de saber que era un proceso más que doloroso el controlarse. Y era evidente, no había que mirar mucho para notar la creciente erección entre los pantalones del alfa de menor altura, y como este, a pesar de estar cediendo a sus instintos, seguía debatiéndose internamente sobre aquello que era bueno, y lo que no lo era.

No te dejaré pasar, Stark, no puedes controlarte. — Con firmeza, extendió los brazos a ambos lados, haciendo una especie de barrera humana que Tony seguía sin poder mover.

Controlo. . . Controlo. . . Déjame. . . — Su alfa interior gruñía, su cuerpo temblaba. Tony ya no mantenía esa mirada chocolate, sus pupilas empezaban a dilatarse, cubriendo su ojo con una reluciente capa completamente negra. Y aún así, seguía luchando para no ceder.

Cuando pensó que pudo tomar de nuevo control de su cuerpo, trastabilló dando un par de pasos hacia atrás, cayendo sobre su propio trasero, y con su mano temblorosa, tapó su nariz. No pensaba que funcionara de mucho, pero el no respirar el aroma que fluía de aquella habitación tal vez ayudaría a terminar de relajarse, y estaba funcionando, hasta que volvió a descubrir su nariz.

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