»Looking the love ||Logan Henderson y tu||

»Capitulo 3 (parte 2)

—¡_______! —repitió—______, despierta. Me estas asustando, comienzo a creer que estas muerta

—Mmm —me acurruque más en su cuerpo. Estaba despierta pero no quería hacerlo notar, solo quería seguir ahí.

—Ya llegamos, nena.

—¡Logan deja dormir!

—Pues no es hora de dormir, me has tenido hablando como un estúpido por media hora hasta que me di cuenta que estabas dormida. Luego diez minutos tratando de despertarte

—¿Media hora? ¿Tan largo ha sido el camino?

—Si

—¡Y me querías hacer caminar todo eso!

—Lo siento, pero ¡vale la pena!

—Y has estado hablándome, ¿de que?

—Anécdotas, historias a las cuales nunca fui escuchado.

—Lo siento.

—Esta bien, ya que. De todas formas te aburrirías, no soy bueno en eso. Ni siquiera se por que te las conté

—Malo —le di un leve golpe en la espalda. Aun tenia mi cara enterrada en la parte trasera de su cuello—¿Peso mucho?

—No, pero por todo lo que hemos caminado me dejaras sin espalda.

—Quedaras como gusano —despego mi cara de su cuello y me tiro al suelo.

—¿Te gusta?

—¿Que?

—Lo que esta al frente tuyo.

—De acuerd...—oh Vaya. El cielo estaba mezclado con varios colores, podría decir que era un lugar mágico. Un tono lila, morado, naranja y amarillo fosforescente. Estábamos en algún muelle frente a la playa. Solo no entendía, se suponía que era de noche pero todo parecía como si fuese un atardecer. Estaba perdida y a la vez maravillada.

—Uno de los muelles perdidos de Ocean Beach, San Diego. Pocas personas saben que existe, algunos lo llaman Rose por que da los colores vivos como una rosa floreciendo, otros le llaman Big Sky por el cielo multicolor que aviva a las personas y finalmente otros le llaman Looking the love por que varias parejas se dan cuenta que se aman en el momento en que llegan aquí. O se desatan aquí cuando buscan el verdadero amor. Y si te preguntas por que parece tardecer y no noche, es por que es un lugar mágico. Es el corazón de Ocean Beach .

—¿El corazón? vaya, ¿Tu que nombre elijes?

—No lo se, todos le quedan —se sentó en una roca.

—¿Como conociste este lugar?

—Solo iba caminando y lo encontré.

—Vaya, ¿cuanto caminaste?

—Una hora.

—¿Estabas borracho?

—No.

—Bien —me senté a lado de el en otra roca—¿Quieres bañarte?

—¿Tu quieres?

—Si, seria genial. Me encantaría.

—Creí que tenias frió.

—Olvídalo, ¿Cuando dije eso? me adapto al clima ahora quiero ir a nadar, quieras o no tendrás que ir. No dejaras que un tiburón me coma por completo, entonces seria otra muerte pensada. Tendrás que hacer mi velorio a orillas del mar mientras te hechas la culpa por no haberme...—me interrumpió.

—¿Sera así siempre? ¿Me dirás que tengo la culpa por tu muerte que no existe?

—¿Entonces?