Joseph, Tania, Sky y Mateo, amigos inseparables, decidieron revivir su niñez jugando al tres en raya una noche.
Lo que parecía diversión inofensiva se tornó oscuro. En medio del silencio nocturno, el juego adquirió un nuevo y siniestro propósito.Es...
Los chicos partieron hacia la casa de Mateo para recoger su camioneta. Conducían en silencio rumbo al bosque donde enterrarían el cuerpo de su amiga Tania. El ambiente estaba cargado de tensión y miedo, pero nadie se atrevía a romper el silencio.
Al llegar al lugar indicado, bajaron el cadáver y los materiales que necesitarían. Sky se quedó vigilando el cuerpo mientras Mateo y Joseph cavaban la tumba. La tierra parecía más pesada de lo habitual, como si el bosque resistiera sus esfuerzos. Cuando terminaron, depositaron el cuerpo de Tania en el hueco y comenzaron a cubrirla con tierra. Nadie dijo nada; no había despedidas, solo silencio.
El sol comenzaba a caer cuando regresaron a la casa de Sky, exhaustos por el día. Decidieron dormir un poco antes de continuar con el "juego" a medianoche.
8:00 PM
Aunque los chicos dormían profundamente, Joseph no lograba conciliar el sueño. Sentía cómo ese inquietante susurro regresaba a su mente, como un veneno que lo envenenaba lentamente.
—Joseph... —Joseph... —Joseph, mátalos... —Ellos están en tu contra.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. El reloj marcó las 12:00 exactas, despertándolos a todos de golpe.
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—Es hora de jugar —dijo Sky, con una sonrisa nerviosa.
Los tres se reunieron alrededor de la página web para terminar lo que habían empezado. Pero cuando Sky se preparaba para su turno, un fuerte timbre resonó en la casa, seguido de golpes en la puerta.
—¿Quién demonios toca la puerta a esta hora? —murmuró Joseph.
Sky, visiblemente nerviosa, se levantó del suelo y se dirigió a la entrada. Al abrir la puerta, no encontró a nadie. Un escalofrío le recorrió la espalda; la sensación de que algo no andaba bien la invadió. Cerró rápidamente la puerta, pero antes de que pudiera regresar con los demás, escuchó un ruido proveniente de la planta alta.
Corrió hacia su habitación, con el corazón en la garganta. Al entrar, encontró a Joseph tendido en el suelo, inconsciente. Se lanzó hacia él y comenzó a hacerle compresiones torácicas hasta que reaccionó con un jadeo.
—¿Qué pasó? —preguntó Joseph, tocándose la cabeza.
—¿Dónde está Mateo? —preguntó Sky, agitada.
—No lo sé... —Joseph se incorporó con dificultad.
—¡¿Cómo que no lo sabes?! ¡Tú estabas con él!
—Tranquila, lo buscaremos —dijo Joseph, ofreciéndole la mano para levantarla.
Buscaron por toda la casa, pero no encontraron rastro alguno de Mateo.
—Tendremos que buscar afuera —dijo Joseph, inquieto.
Salieron al patio trasero y notaron algo extraño: la puerta del garaje estaba abierta. Al acercarse, vieron manchas de sangre en el pasto. Con el corazón palpitando de miedo, Joseph empujó la puerta del garaje.
Lo que encontraron les heló la sangre: Mateo colgaba del techo, ahorcado con una soga.
—¡Mateo! —gritó Sky, cayendo de rodillas, mientras las lágrimas rodaban por su rostro.
Joseph quedó paralizado, incapaz de asimilar lo que veía. La realidad lo golpeó de pronto, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sky seguía llorando sin consuelo, sintiéndose culpable por todo lo que había pasado.
—Esto es mi culpa... —sollozó Sky, con la cabeza baja.
—No fue tu culpa, Sky. También eran mis amigos... —dijo Joseph, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —susurró Sky, destrozada.
Joseph respiró hondo y dijo con voz rota:
—Tenemos que deshacernos de su cuerpo, igual que hicimos con el de Tania.
Sky, sin fuerzas para resistirse, asintió.
—Sí... Vámonos cuanto antes.
Sin más opciones, los dos chicos se prepararon para enfrentar la horrible tarea una vez más, enterrando otro secreto en la oscuridad del bosque.
