𝔗𝔲 𝔣𝔦𝔫 𝔬 𝔢𝔩 𝔪í𝔬⏳

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De regreso al bosque

Sky no podía dejar de llorar mientras conducían hacia el mismo bosque, reviviendo en su mente los horrores de los días anteriores. Joseph manejaba en silencio, pero sus ojos enrojecidos y las lágrimas ocasionales delataban su angustia. Al llegar, repitieron el proceso: cavaron una nueva tumba, esta vez para Mateo.

El silencio era pesado, como si el bosque guardara sus secretos.

—¿Cómo es posible que todo esto haya pasado en solo dos días? —susurró Sky, con la voz rota.

—Oye... Todo va a estar bien, ¿ok? —intentó calmarla Joseph, pero ni él creía en sus propias palabras.

—Joseph, nada está bien. Lo único que podemos hacer es terminar el juego.


Los susurros regresan

Joseph...
Joseph...
Joseph, mátala...
Ella sabe que tú los mataste...
¡¡MÁTALA!!

Joseph sintió cómo la voz se hacía más fuerte dentro de su mente, como si ya no pudiera distinguir entre sus pensamientos y los susurros. Levantó la mirada y observó a Sky con una intensidad perturbadora.

—Joseph... ¿Estás bien? —preguntó Sky, nerviosa al notar el cambio en su expresión.

Joseph inclinó la cabeza ligeramente, esbozando una sonrisa siniestra.

—¿De verdad pensaste que te dejaría escapar? —susurró con una voz profunda y macabra que ya no parecía la suya.

Sky retrocedió instintivamente, su corazón acelerado.

—Joseph... Esto no es gracioso. ¡Deja de bromear! —su voz temblaba, y el miedo crecía a medida que él se acercaba lentamente.

Sin darle más tiempo, Sky se dio la vuelta y salió corriendo por el bosque, sus pasos apresurados resonando entre los árboles. Se atrevió a mirar atrás y, al no verlo, sintió un atisbo de alivio. Pero al girar de nuevo hacia adelante, ahí estaba Joseph. Su rostro había perdido cualquier rastro de humanidad, y su mirada era fría, vacía.

Sky trató de retroceder, pero tropezó con una piedra y cayó al suelo.

—¡Por favor, Joseph, detente! ¡Reacciona! ¡Este no eres tú! —gritaba desesperada, pero sus palabras no lo conmovían.

Joseph se acercó lentamente, riendo con una crueldad aterradora.

— Hoy es tu fin... o el mío. Así que, ¿por qué no el tuyo? —dijo, sacando una pistola que había escondido en la camioneta.

Sky abrió los ojos de par en par, el miedo la paralizaba.

—¡Joseph, por favor, no lo hagas! —lloraba desconsolada, rogando por su vida.

Joseph sonrió con desprecio.

—¿De verdad crees que voy a escucharte? Solo eres una niña ingenua.

Sin más preámbulos, jaló del gatillo.

El único sonido que rompió el silencio del bosque fue el grito ahogado de Sky, seguido por el estruendo del disparo.


..tic-tac-toe (MODIFICADA) Where stories live. Discover now