No puedes ser mi tutor.

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– Sea lo que sea que intentas, basta. – hable firme.

Justo ahora lo único que me preocupó, fue saber que nunca fui normal, debí saberlo desde el momento en el que el psicólogo me llamo sociopata. Desde el momento en el que, me echaron de mi escuela por golpear a alguien hasta el punto de casi matarlo por un estúpido impulsó, lo que me pasaba me daba miedo, seria acaso yo...un monstruo?

Me frote las palmas de mis manos contra mi cara, derrotada. Era como una nota amarga lo que sentía.

-No.

Lo escuche decir fuerte, al momento del que dejo de recargarse del librero.

Separe mis manos de mi cara y lo mire, su cara seguía igual de sería, pero ahora podía distinguir un poco de su debilidad, la situación lo ponía nervioso.

No que?

Y como si me hubiera escuchado, continuó hablando:

-No, no eres un monstruo.

-¿Quién me asegura que no?- le replique, al momento que me iba acercando, sin estar muy consciente de mis acciones.

-Nadie, ni siquiera yo, pero simplemente lo sé y apuesto que tu tampoco crees eso-

Al punto que dijo eso, yo ya estaba a milímetros de el.

Yo...lo sabía?, sabia quien era?, no, no lo sabía.

Pero...algo me decía que por el simple hecho de luchar cada dia contra mis impulsos, me hacia una heroína, por mantenerme a raya, probablemente por evitar darles un tiro a la cabeza a los que me molestaban. Recordé las risas en el pasillo, las burlas, cuando me llamaron enferma. Y a pesar de que lo acusé con los profesores y encargados, me creyeron loca, y pensaron que mentía por el hecho de ser el bicho raro. Por eso me fui de ahí, por eso cambie, por eso me cerré al mundo y prometí nunca mas volverme a mostrar completamente ante el mundo, entendí muy joven que la gente suele ser cruel por naturaleza. Cerré los puños y me mordi la lengua al punto en el que la sangre se extendía por mi paladar.

La furia siempre me visitaba cuando los recuerdos de mis escuelas pasadas se aparecían, pero siempre los controlaba, por alguna razón ahora no podía, y mi rabia solo quería una cosa. Descargarse.

La adrenalina se extendió por mi cuerpo, y sentí como mi corazón palpitaba fuertemente en mi pecho.

-Dejalo fluir.

Su voz serena me dijo lo que necesitaba y mi cuerpo se sintió listo.

Me olvide por completo de él, mi vista se nubló, y siguiendo mis impulsos, levante el puño y lo dirigí a su cara.

Mi consciencia miro aterrada lo que mi corazón me dictaba, pero en el momento en el que vi sus ojos recapacite, la rabia no se había terminado, pero no podía descargarla contra él.

Desvíe mi puño y lo pase a su costado, y lo descargue todo contra el librero, el crujido que emitía al quebrarse me relajo y me deje llevar, por la sensación, puño tras puño la madera se iba rompiendo, no vi a Damian en ningun momento y en el momento en el que use ambos puños, la repisa que sostenía los gruesos libros se termino de romper y los libros derrumbandose me hicieron estar consciente de lo que hacía.

¿Qué había hecho?

Mire la madera, y después a mis nudillos que ni siquiera estaban enrojecidos.

Mire mi reloj de muñequera, marcaba las 11:45 de la mañana aun muy temprano.

Y caí en cuenta de algo.

El no podía ser mi tutor.

Definitivamente me debía una explicación, yo entre en una escuela particular, no en una elemental de clases privadas.

Aun agitada lo busque por la habitación, se encontraba sentado en su escritorio.

Me miraba fascinado y extasiado como un padre orgulloso de la hazaña de su hijo se levantó de su escritorio y se disponía a hablarme, pero lo deje con la palabra en la boca.

-Tu no puedes ser mi tutor- Mi voz sonaba mas dura de lo que esperaba.

-¿Qué?

Sonaba confundido, pero después asintió como si de repente lo supiera todo.

-Creo que no entiendes Roslyn, esto...

-No digas más! Basta, no me cuentas nada, y lo que me dices son puras mentiras de mierda!- Ladre furiosa al tiempo que me alejaba mas y mas de el, con salida a la puerta.

-No! Eso no es verdad, se que tal vez no te lo eh dicho todo, pero al momento se te dirá todo, puede que sea mucho ahora.

-Si es así Damian.- dije haciendo énfasis en su nombre. -Puedes dejar de actuar, se perfectamente que no eres mi tutor, que necesito ir a mi verdadera clase.

-Tienes razón, pero creeme que era la única manera de traerte aquí, de otra forma nunca me habrías hecho caso.

Al menos el hijo de perra era inteligente.

-Pero ¿porque traerme aquí, que quieres de mí?

El timbre sonó por segunda vez en el día, a no ser que lo hiciera alguna otra vez mientras dormía.

-Me dirás de una buena vez, ¿Quién eres en verdad?.

-Yo...- su voz tembló por un segundo lo dudó, pero lo borro al instante y comprendí que no lo diría, pero aun tenía esperanza.

-yo no puedo decirte eso.- dijo derrotado.

-Al menos podrías decirme en donde se supone que debería estar ahora?- mi voz sonaba frustrada.

Lo mire y pude ver un atisbo de dolor y decepción, como si la hubiera cagado.

Tal vez si era así, si hubiera sido toda una inútil, tal vez seguiría como estúpida creyendo en él.

-Si claro, salón A25, creo que ya te lo he mostrado.- dijo señalándome la salida, posicionada a escasos metros de mí, mientras se frotaba el puente de la nariz.

Genial, me apresure a salir de toda esa locura que encontré al cruzar la puerta.

O bueno en eso estaba, hasta que Damian volvió a hablar esta vez más seguro de si mismo:

-Te vere en la salida, te lo explicaré todo, quien soy y por que eres tan importante, pero que quede claro que no sera fácil.

-Lo tomare en cuenta.- y con eso cerré de un portazo la puerta.

                      ∅∅∅


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