Sr. Pattinson

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- Sr. Pattinson! - Volvieron a gritar detrás de mí.

¡Ese hombre es insistente!

-Sr. Pattinson - dijo aliviado - que bueno que lo encuentro! - dijo el hombre gordo y calvo (sin ofender) que se limpiaba el sudor de la frente con un paño.

- Dime Wilwur - dije al secretario.

-La Theia, lo espera sr. pattinson- comentó agitado.

"Theia" una organización tan antigua como la civilización misma, cambiando y creciendo a lo largo del tiempo, mi familia, se involucra de una peculiar manera en ella, el cargo de presidente, a sido nuestro desde su inició, y me temo, que soy el siguiente en la sucesión, explicar que es la Theia es un tanto complicado, y no se le dice a cualquiera.

La historia es muy larga y data de la creación del mundo, por lo cual, explicarla es para cualquier humano, un problema, repito no tenemos permitido decir o mencionar algo al respecto ante alguien que no pertenezca a la Theia, la historia ira para otro momento, recordarla es literalmente un dolor de cabeza.

Para cuando mis pensamientos fugaces se disipan, me encuentro en las gigantescas puertas, que forman parte de la edificación llamada saint lenox, una fachada para alejar las miradas curiosas y expectantes de los mundanos.

Abro, con facilidad las puertas, arrastrándolas de tal modo que provocan un sonoro estruendo, y miro al consejo que se encuentra acomodado en forma de "u" alrededor de un gigantesco escritorio, y notó como el lugar que ocupa mi tatarabuelo está vacío.

Eso sólo puede significar una cosa, el puesto está vacante, y es mi turno para dirigir la Theia. Rápidamente buscó con la mirada hacia toda la habitación, buscando desesperadamente la mirada de mi familia, suspiro aliviado, al notar a la mirada expectante, asombrada y con recelo que me lanza desde la esquina del salón. Suelta una sonrisa burlona, que hace corromper en risas a los demás integrantes del consejo.

¡¿Que demonios es tan divertido?!

 Miro serio a los que se encuentran en la sala haciendo que callen, sin embargo Carl (mi abuelo) sigue con la sonrisa pegada en su joven rostro. 

– Lo siento,  fue demasiado chistoso para no reír – dice secándose una lágrima falsa.

Cabrón.

– Ve al grano. – digo serio – No tengo tiempo hay que recibir a la nueva gilbert – bramó molesto.

—Siempre tan serio, Damian—Dijo burlandose.

Se acomoda correctamente la corbata y me mira serio, se endereza y de pronto se muestra más maduro. Lo que me hace reafirmar mi teoría de lo poco maduro que es para el cargo.

A pesar se ser mi familia, y de ser mayor que yo, aunque no físicamente, no le tengo ni el menor mínimo respeto, si quería ganarme en definitiva esta formulando algo mal en su ecuación.

– La cosa es la siguiente Damian, te hemos vigilado y creemos después de una deliberación, que la transferencia de poder sera la próxima luna llena. – dice calmadamente.

—Bien.

Es lo único que alcanzo a decir antes de dejar la sala, me alejo rápido de aquella sala y salgo con wilwur pegado a mis talones.

Paro de caminar y me volteo hacia él.

—Wilwur, si no te importa me gustaría estar un momento a solas.

Asiente y se aleja por el pasillo alfombrado.

 —Mierda!—Exclame por lo bajo.

Miro por el ventanal mientras los chicos de saint-lenox paseaban por el recinto. Debo admitir que la noticia era un trago amargo que ya esperaba desde hace un tiempo. 

Las razones de mi disgusto iban más allá de lo irresponsable que me consideraba, era el dilema de lo que me iba a convertir si aceptaba. El juicio de Carl se había visto afectado desde el momento en el que acepto el cargo.

Y temía ser el mismo hombre en el que él se había vuelto. Además lo mío nunca había sido dirigir, habían tantas razones en mi punto de vista que me hacían incompetente para el puesto, yo prefería encontrarme entre las filas de las personas que de verdad luchaban por el bienestar de la gente, no lo desgraciados del comité que daban ordenes que alimentaban su ego y poder.

Yo no sería como ellos, JAMÁS.

Salgo de mis pensamientos al ver el patio de afuera vació, corro a mi oficina en busca de wilwur.

– sr. Pattinson – llama el secretario.

—¿Llego la Nueva?— Respondo.

Me mira serio por un momento para luego decir que el portero le había avisado minutos atrás.

– Bien, yo me encargó—Digo de espaldas.

Voy caminando, las manos me sudan, y me doy cuenta que por mas que lo niegue, me emociona la idea de conocer por fin a una gilbert en persona, he crecido escuchando sus historias, como esta familia es la mas fuerte y poderosa de las elegidas.

Bajo por las escaleras y salgo por una puerta lateral que me dirige directamente al patio.

La veo de espaldas, mirando atentamente el edificio y me acerco sigiloso hacia ella, le toco con suavidad el hombro, logrando que volteé a verme y al verla se me achica el corazón, es bella, muy bella.

Me preparo tomando aire y solo espero que todo salga de acuerdo a lo esperado.

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Me pasó el tiempo hablando acerca de las instalaciones tratando de distraerla, con tal de que no sospeche me presento como su tutor, después de la presentación se muestra callada y respetuosa, y a lo que digo ella simplemente asiente, por una parte me enfurece que no hable, pero por otra pienso que no la hubiera soportado si fuera como aquellas chicas que preguntan por todo y para todo.

Terminamos el recorrido, el edificio es demasiado grande, evito llevarla escaleras arriba, para ahorrar tiempo, cosa que yo no tengo, como a mi me gusta ir al grano, la conduzco hacia mi oficina. Ya es tiempo para que por fin lo sepa, entre más pronto lo haga más tiempo tendré para entrenarla.

Mi preparación comenzó mucho antes que la de ella, tan solo tenía 8 y ya sabía como manejar un arma, mi familia es portadora del secreto, a diferencia de otras en las que simplemente lo portadores de la sangre, lo saben.

Veo que me mira con confusión, al ver que nos dirigimos de nuevo al comienzo.

–Esta sera tu nueva aula de aprendizaje– digo señalando mi oficina.

Ellas sólo se voltea, y camina directamente al lugar, abro la puerta, y al entrar  se le queda viendo a todo, pero su mirada para al percibir las pinturas renacentistas que se albergan intactas en el techo.

Y yo solo puedo pensar en que Carl fue el que las pinto. Rió ante el pensamiento, al instante Roslyn voltea y me mira con cautela, y se que es momento, me bajo con cuidado del escritorio y me dirijo hacia ella sin más demora, le doy un pequeño discurso de lo que le espera y cuando estoy a escasos centímetros de ella me dispongo a hacer lo mismo que hicieron conmigo, darle y transportarle mi conocimiento, y la historia que nos rige, toco con cuidado la marca de nacimiento de los gilbert, al instante noto como su peso recae entre mis brazos, ahora mismo ella esta sumida en un sueño, que le dirá lo que en verdad es...

Un Secreto...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora