7. Investigaciones

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Edificio Roxonfeller

Esta definitivamente tenía que ser una broma.

La cama había estado preparada para él cuando el teléfono empezó a sonar, una llamada inesperada había llegado a él, ¿habría olvidado atender alguna otra cosa antes de poder caer en un sueño profundo? Atendería lo que fuera que estuviera pasando y regresaría a la cama.

Desafortunadamente la noche tenía otros planes para él.

El informante de la llamada no había terminado de hablar para cuándo Tobías ya se encontraba vistiéndose lo más rápido posible, agradeciendo la llamada y colgando antes de salir del cuarto y del hotel. Ahora a bordo de uno de los autos rentados por la compañía y con el chofer concentrado en seguir el camino, Tobías pensaba en lo que había escuchado hace unos momentos.

Masacre... esto no debía ser real... no otra vez.

No, no podía serlo, esto solo tenía que ser... una broma, eso es, una simple broma.

Esa situación le había pasado una vez a su padre hace años, cuando una llamada en la noche le había informado acerca de una situación seria en uno de los complejos localizado en Indiana. Afortunadamente no había sido nada serio, al contrario, todo había sido parte de un plan para traerlo a él a brindar por el tercer aniversario de la compañía. Claro que por poco eso le había dado una clase de ataque al corazón, pero termino ignorando tal cosa y se unió a la celebración.

Y entonces poco tiempo después estaba esa otra llamada avisándole de un problema en uno de los complejos, probablemente se trataba de otra broma... desafortunadamente ese no fue el caso. Su padre no termino recibiendo bien la noticia de uno de sus complejos recientemente terminados incendiándose hasta quedar hecho cenizas.

Fue desde entonces que las bromas dejaron de llegar, quedando exclusivamente solo para emergencias.

Tobías esperaba no recibir esa clase de llamada en su vida cuando recibió control de la empresa, desafortunadamente ese sueño no pudo ser cumplido cuando el complejo en Oregón había sido asaltado. Aun recordaba cómo había encontrado el lugar una vez que llego a revisarla horas después del evento, y ahora... esto.

Sorprendentemente, el asalto al complejo de Oregón no había sido el primero, hubo dos más antes que eso.

Texas y Pennsylvania, dos estados cuyos recuerdos prefería mantener en el olvido como su hermano también había decidido hacer. La cosa en ambos estados había sido seria, pero no había sido tan grave como lo ocurrido en Oregón, ya que no hubieron muertos, solo heridos.

Pero fue entonces que la cosa empeoro en el tercer asalto, y para poner sal en la herida: muertes reportadas. Esperaba que ese hubiera sido el final de todo, además de que toda clase de agencia ahora se encontraba vigilando y buscando a los responsables de todo, pero esto fue inevitable.

No era posible que todo esto se estuviera repitiendo, no podía ser, simplemente no quería creer todo eso. Había pasado por esto por tres veces, de dos se había aliviado, pero de Oregón... no quería volver a ver todo nuevamente, no quería volver a ver los daños, los lastimados, y los... no, no quería seguir recordando.

Esperaba que todo esto no fuera real, pero todo había cambiado el momento que vio el edificio en donde el vehículo se había detenido. Hace unos momentos había intentado olvidar todo... pero todo intento fue inútil una vez visto las ruinas del lugar.

Con ambulancias, camiones de bomberos, y vehículos policiales afuera del complejo, no hacía falta ser un genio para ver que algo horrible había pasado.

Las camionetas con reporteros y cámaras no habían tardado en llegar, cada uno encargándose de saber todo lo posible del desastre, y ahora empezaban a amontonarse alrededor del perturbado presidente. El resto de los guardias y oficiales se habían puesto al lado del viejo hombre, asegurando que pudiera pasar sin problema adentro del destruido edificio.

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